13/11/09

Grace Kelly

El Cisne de la Alta Sociedad

Grace Kelly es un caso aparte en la mitología general de todos, pues pasó de artista a princesa como si su historia de una historia de celuloide se tratara. En realidad nunca anduvo muy lejos de la realeza, no ya porque procediera de una familia riquísima y disfrutara de una educación exquisita labrada en los mejores colegios de los Estados Unidos, su país, sino que, por su natural majestad, elegancia y distinción, fue siempre considerada “de alta clase”. Obsérvese el entrecomillado, pues ello nos lleva al título de una de sus películas, la "premonitoria", Alta sociedad, ya fue lo que acabó siendo su destino en la vida real.

"James, ya me duele el costado de esperar. O te decides a regalarme el anillo de casada, o voy a robar el de aquella señora de la ventana de enfrente... o me busco un príncipe. Tú veras".

Significativamente, en su corta filmografía nos podemos encontrar con otro título tan contundente y definitorio de su estilo y de su destino como El Cisne. Y fue una película tan premonitoria, que hacía un papel casi clavado al que, de forma inminente, le tocaría interpretar en la vida real. Pero bueno, no se trata de que escriba ahora su biografía, tan conocida de todos, ni de hacer una crónica periodística. Más bien se trata de intentar expresar las emociones que me provocan las películas (su presencia en ellas) de la que es uno de mis mitos más particulares de toda la historia del cine.
No soy demasiado original, pues para cualquiera -sea o no sea mitómano-, Grace Kelly es tan fascinante como estrella del cine como fascinante fue su personaje en la vida real. Descubrí a la rubia más hierática del cine en la película de Alfred Hitchcock La ventana indiscreta, donde era la novia de L. B. Jeffries (James Stewart), un fotógrafo accidentado que hacía las cosas que todos sabemos que hacía, pues todos hemos visto la película.

Pero Grace Kelly se me reveló como una princesa muy diferente a la que yo veía en las revistas y los telediarios. La majestad, clase y distinción (que ya le conocía a través de los medios informativos, en los que siguió siendo tan estrella, o más, que cuando hacía películas), me aparecieron contaminadas por una plebeya carnalidad y por un erotismo provocador. Un explosivo combinado, capaz de perturbarme sin que supiera exactamente el por qué. Además, era una estupenda actriz en una extraordinaria película. Los rifirrafes con Alfred Hitchcock -su particular míster Higgins- , empeñado en tratarla como a una Elisa Dolitte cualquiera (a ella, que rezumaba señorío y majestad a raudales), con derecho a educación y a toqueteo, la llevaron a desentenderse de su carrera cinematográfica y no desaprovechó la ocasión que le brindó un príncipe, casi de opereta, y se apresuró a cumplir con el destino que le marcaba su majestuosidad. Se convirtió ipso facto en dueña y señora de un principado. Corta se quedó, pues de proponérselo, muy bien hubiera podido conseguir un reino.

Reina ya lo fue en la mitología de millones de aficionados al cine. Quiso volver a ser plebeya por un día cuando aceptó la propuesta de volver al cine. Añoraba sin duda el glamur hollywoodiense, mucho más mundano y divertido que el glamur de los jardines de palacio, y dijo sí al señor Hichtcock que le ofreció ser Marnie, la ladrona compulsiva que logra llevarse al huerto nada menos que al mismísimo James Bond.
No se lo permitió su príncipe, que era quien mandaba en palacio, lo que le agradeció eternamente la suegra de Antonio Banderas. O no. La señora Tippi Hedren cuenta y no para de los acosos y sevicias a que fue sometida por el mago del suspense por no permitir tocamientos improcedentes. Pero esa ya es otra historia.

Y la que sigue, referida a la estrella de éste comentario informal pero sentido y expresado con íntimo respeto, es de todos conocida. Mejor lo dejamos aquí, pues ni me gustan las historias tristes, ni es la que hubiéramos querido como final para tan señorial dama del cine, ni para tan cinematográfica princesa.

4 comentarios:

  1. En horabuena por este artículo! qué belleza y qué presencia. Es cierto que fue, es y será la reina de las estrellas femeninas de Hollywood. UNa verdadera pena el final con que contó su corta vida pero bueno... eso creo que fomentó aún más esa especie de halo mágico que pocas podrán superar.
    No sé si sabías pero te invito a ver unas fotos espectaculares que sacó su fotógrafo casi personal

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  2. Hola, Pabela. Grace Kelly era todo un lujo tambien para los fotógrafos por su belleza, fotogenia y saber posar ante una cámara.

    Ya he visto la selección de fotos de Butacas de Luz, que me gustan especialmente por no ser convencionales y buscar registros en ella más allá de los posados de estudio.

    Un abrazo.

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  3. Los mejores labios de la historia de Hollywood!! :D

    Saludos Scotty!! Buenisimo el articulo!

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  4. Sin duda, Pablo, La Kelly tenía una belleza perfecta. Lo que más destacaba era su presencia, de belleza y de modales de un gran estilo y distinción. Para algo le valió, como ya hemos dicho..

    Saludos.

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