4/4/10

Milène Demongeot

Falditas para el peplum

Poniendo otra rubia entre mis “mitos” particulares me arriesgo a cansaros. Aparte de dejar en evidencia mi debilidad por las actrices oxigenadas, generosas en curvas, muy femeninas y con un punto más o menos acentuado (más bien más) de provocativa sexualidad. Mylène Demongeot (Marie Helène Demongeot, al principio) se movía entre el patrón físico de las Marylin y las Dors, aunque su modelo más evidente, bajo mi punto de vista, era su compatriota Brigitte Bardot. Pero estaba muy lejos de desprender la arrebatadora sensualidad de BB y su sexy era bastante más accesible. La elijo también para esta galería de mitos pues me he propuesto alejarme de comentar personalidades obvias por famosas e incuestionables.
Digamos… que me voy a ir fijando en mitos (mis “mitos”) más modestos, pero que también consiguieron y consiguen conmovernos, sea desde el intelecto o la libido. Mylène, evidentemente, estaba bastante más capacitada para lo segundo. La chica comenzó, como casi todas, muy joven y sin una personalidad propia definida. A los 17 años aún no había encontrado un camino definido o conformado estilo propio. Su primer papel de cierto relieve fue en Los hijos del amor, al principio de los 50. Era un dramón (folletón) de jovencitas embarazadas aunque, menos mal, les pasaba todo aquello por amar de verdad. Ni siquiera figuraba entre el elenco protagonista, pero se fijaron en ella. Como era muy mona la pusieron en comedias amables donde tenía que divertirse mucho paseando su palmito con otras jovenzuelas de buen ver.
Eran películas cuyo equivalente español serían cosas como Las chicas de la Cruz Roja, Amor bajo cero, Alegres vacaciones y tantas otras. Títulos tan reveladores como Débiles son las mujeres o Habitación de muchachas, dan fe de lo cándidos que eran sus papeles. Pero en unos años, la muchachita se convirtió en una espléndida mujer. Y los productores franceses se creyeron que podría hacerle sombra a la mismísima Brigitte. Inútil empeño. A la Bardot nadie pudo hacerle sombra, ni en su país, ni en el mundo entero. A propósito, tomo nota para hablar de ella más adelante.
A Milène le tocó adaptarse a un estrellato de segunda, donde sin duda brilló con luz propia. No pudiendo ser cola de león se conformó con ser cabeza de ratón. En los cines de sesión continua de toda Europa se pudo ver en películas tales como Fantomas (con sus dos secuelas, Fantomas contra Scotland Yard y Fantomas vuelve), y también en Los tres mosqueteros, versión de André Humbelle, y en su secuela, La venganza de Milady. Ella era la malvada Milady, con la vista puesta en el trabajo que Lana Turner había hecho en el exitazo que unos años antes había dirigido en Hollywood George Sydney.
El “péplum” le echó el ojo y la fichó para lucir falditas y escote griego (o romano) en cosas como El rapto de las Sabinas, Oro para el César o la Batalla de Maratón. También intentó hacer cine “de calidad” con títulos como Las brujas de Salem, Una manche et la belle y, sobre todo, en su gran oportunidad hollywoodiense, al intervenir en la adaptación al cine de la sensación literaria de los sesenta: Buenos días, tristeza, la novela que escandalizó al mundo escrita por una muchachita de dieciséis años llamada Françoise Sagan. Buenos días, tristeza la dirigió, todos lo sabemos, Otto Preminger. La película estaba pensada para el lanzamiento al estrellato de otra rubita, la malograda Jean Séberg, descubierta por el propio Preminger un año antes en Juana de Arco. La Seberg, alcanzaría su altar en el cine al intervenir un par de años después junto a Jean-Paul Belmondo en la mítica Al final de la escapada.

La Demongeot en Camping

La Demongeot perdió el carro del cine americano, al que no supo subirse, pues Buenos días, tristeza, fue su primera y única incursión en una película hollywoodiense. Pero Mylène quedó como una presencia imborrable e imprescindible a la hora de recordar el cine francés de los 50 y 60. En Francia es ahora todo un mito y es considerada una gloria nacional. Aun hoy, todavía aparece en algún título como ilustre secundaria, tal como se puede comprobar en Asuntos pendientes, de Oliver Marshall, La californie, junto a Nathalie Baye, o en Camping, rodadas hace escasamente unos años.

Oh, la la!, lechantament français...

6 comentarios:

  1. De cansar nada. Estas entradas que rescatan a actores y actrices muy olvidados están muy bien. Aunque confieso que no he visto muchas de las peliculas que mencionas de ellos en muchas ocasiones (y que no tengo muchas ganas de ver, sea dicho de paso).
    Un saludo.

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  2. Gracias, David. Te diré una cosa. Estas entradas son las más leídas del blog. Y con diferencia. A mí me gusta más hablar de películas, qué se le va a hacer... Pero tendré que prestar más atención a mis "cinebiografías" chorras, aunque sea sólo para atraer a nuevos amigos. Quiero creer que los que entran a leerlas sin conocer el blog, se detienen también en mis comentarios igualmente chorras a las películas.

    Menos mal que tengo a mis amigos incondicionales que os molestáis en leerlo todo (Al menos me ilusiona creerlo...)

    Un abrazo.

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  3. Ah, una cosa:

    Los que detecten que ya han leído el texto de algunas de estas entradas, que sepan que los monto de nuevo porque habían sido borrados tras el follón que me formaron en el blog los duendecillos malévolos de internet.

    He dicho y toco madera...

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  4. Una más de las cópias barátas de Brigitte Bardót....lástima.

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  5. Yo siempre la admiré muchísimo. Me encantaba. La recuerdo en "Buenos días, tristeza", "El cantante, no la canción" y sobre todo en "Codicia" (Una manche et la bella). Cómo me gustaría volver a ver esta última. La he buscado, pero nada de nada.

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  6. Para mí jamás fue una copia, y menos barata de BB. Cada una tuvo lo suyo, pero desde mi punto de vista, fue y es mejor actriz Mylene, además de poseer una belleza excepcional.

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