27/2/10

El corredor nocturno

Un extraño en mi vida

Creo que tengo el honor de ser de los primeros que tienen oportunidad de comentar desde un medio escrito español la última película de Gerardo Herrero antes de su estreno en nuestro país, aunque El corredor nocturno ya se proyecta desde hace unos meses en Argentina, donde transcurre la acción. Gerardo Herrero es un apasionante cineasta que desde posiciones polivalentes como productor de maravillosas películas de grandes directores hispanos y como director también de algunas de las más interesantes películas del cine español de los últimos años, está dando momentos de gloria al cine hispano argentino. Basta recordar que es el productor de la película que en estos momentos está teniendo la más calurosa acogida, tanto desde la crítica como desde el público, de entre todas las nominadas al premio Oscar a la mejor película de habla no inglesa. Me refiero, claro está, a El secreto de sus ojos la que (con permiso del señor Michael Haneke y La cinta blanca) presiento que se va a alzar con el preciado galardón.
El corredor nocturno fue presentada anoche a los medios de comunicación en las instalaciones cinematográficas alicantinas con la presencia de gran parte del equipo técnico de la película y la asistencia de autoridades locales y responsables de los ya mundialmente famosos estudios de cine. Tras la proyección hubo un interesante y esclarecedor debate entre público y director, donde se analizaron las claves de la película y se habló del cine hispano parlante, de su situación en el panorama internacional y de la carrera de este inquieto y activo cineasta del que se debiera de hablar mucho más desde los medios especializados y así contribuir a que su trabajo sea conocido y reconocido popularmente y, de paso, estimularlo con nuestro interés para que su entusiasmo no decaiga y siga aportando a nuestro cine obras del peso y de la importancia de todo lo que produce o dirige. Nuestra enhorabuena al señor Gerardo Herrero por su dedicación tan entusiasta al cine. Desde aquí nos declaramos rendidos admiradores de su trabajo.
. Realizada en gran parte en los estudios Ciudad de la Luz de Alicante, El corredor nocturno es un thriller que maneja elementos del cine de suspense con implicaciones policíacas, sociales, psicológicas e incluso fantásticas en el que un atribulado empleado de una multinacional de seguros con sede en Buenos Aires se topa un mal día con un misterioso personaje que va a ponerle patas arriba la convencional vida laboral, social y familiar en la que se mueve. Es evidente que todo lo que el personaje posee como bagaje vivencial lo tiene anclado en un frustrante y permanente estado de insatisfacción. Todo va a cambiar desde el momento en que conoce a tan enigmático personaje y su entorno vital se va a ver convulsionado por la actitud del mismo, cuya misión parece perseguir hacerle dudar de sí mismo y dinamitar su integridad, poniendo de paso en cuestión su propia capacidad para mantener el equilibrio en su vida familiar y en su trabajo. Un personaje kafkiano que se apodera de su vida y del que no sabe cómo deshacerse. O quizás no le interese hacerlo…

Narrada con un gran dominio de los resortes del género, la película nos arrastra junto a su personaje principal, servido por un inmejorable Leonardo Sbaraglia que controla siempre sus recursos interpretativos. Vamos a vivir con él una aventura de pesadilla. Lo que le ocurre al personaje lo vivimos, nosotros los espectadores, entre la incomprensión de su extraña actitud frente a lo que le está ocurriendo, y la intriga de cuáles pueden ser los motivos de su ambiguo comportamiento. Somos testigos de unos hechos en los que él y su familia son acosados hasta lo insostenible. Incomprensiblemente el personaje actúa de forma errática y desconcertante, haciéndonos sospechar que detrás de su indefinición hay algo que nos oculta. La afición compulsiva del personaje por correr y correr no es sino una metáfora de un persistente intento de huída de sí mismo que quizás no logre nunca consumar con éxito
En la otra parte, el personaje de Miguel Ángel Solá (eficacísimo, como siempre) actúa como contrapunto del de Sbaraglia, en una especie de tentador Mefistófeles, amenazante y siniestro, que aparece en la vida del protagonista sin que se nos den las claves para entender cuales son los motivos de su extraño interés en dinamitar la existencia aparentemente ordenada de su “víctima”. El proceso que sigue la narración hasta que podamos entender más o menos lo que está pasando es un apasionante ejercicio de estilo en el que Gerardo Herrero, ayudado por un guión milimétricamente trazado, nos introduce por los meandros y las diversas ramificaciones de la vida y de la psicología del personaje, sugiriendo que, detrás de su aparente orden existencial, hay más de un rincón oscuro que quizás no le interesa iluminar. El final nos deparará alguna que otra sorpresa, que seguramente no lo será tanto si se ha seguido atentamente la proyección y hemos prestado atención a las intermitentes pistas que sobre el personaje y lo que le está pasando se nos ha ido dejando caer.
Gerardo Herrero vuelve brillantemente con El corredor nocturno, al thriller psicológico con que inició su carrea teniendo más de un punto de contacto con su segunda película, Desvío al paraíso, la que, por cierto, se basaba en un guión del recientemente multipremiado y exitoso director de Celda 211, Daniel Monzón. Recomiendo la visión de El corredor nocturno, una interesantísima película que debería ver cualquier aficionado al thriller psicológico y al cine en general. Atención a los que hayan visto la cinta de Michael Haneke, Caché, pues puede que encuentre más de un (feliz) paralelismo entre ambas... y, ojo, por muy cogido por los pelos que pueda parecer, el tema de fondo de El corredor nocturno es bastante similar (aunque con registros absolutamente diferentes, por supuesto) al de la exitosa película de Ivan Reitman que se está perfilando como una de la favoritas para el Oscar de éste año: me refiero a Up in the air. El Corredor nocturno se estrena en toda España el próximo día 5 de marzo.

Calificación: ***

PD: Todas las fotografías de rodaje que ilustran este escrito están cedidas en exclusiva para el mismo por el fotógrafo de prensa Juan Carlos Soler, cuyos extraordinarios trabajos gráficos podemos admirar en su blog "Fotografías Juan Carlos Soler", enlace que podemos encontrar en el apartado de esta página "Mi lista de blogs". Gracias, amigo Juan Carlos, por tu generosidad.

23/2/10

En tierra hostil

Tropa de élite
En tierra hostil es una película de ficción pero su realismo y los modos con que afronta la narración la emparentan con el documental. Se habla de documental-ficción cuando a un documental se le da formas narrativas de ficción (acordémonos de En construcción, de José Luis Guerín, o de Grizzly Man, de Herzog), pero aquí podemos hablar de ficción-documental. Es evidente que ese es el efecto que persigue Cathryn Bigelow en En tierra hostil por la forma en cómo la cuenta. La fotografía “cámara al hombro” es otro recurso que busca ese logro, pero la más rotunda intención de conseguir ese realismo documental está en el empeño con que Kathryn Bigelow procura que su película huya del sermoneo y no condene, ni deje de condenar, “las injusticias de la guerra” o solemnidades d ese tipo y se limite a filmar unos hechos sin involucrarse lo más mínimo y desde la más aséptica mirada posible, despojándola de cualquier intención crítica o discursiva. La distancia desde la que proyecta su mirada al fondo del conflicto nos deja libres como espectadores para que seamos nosotros mismos los que hagamos nuestros propios juicios de valor.
En este caso, la tentación de caer en el cine discursivo era difícil de evitar, ya que estamos hablando de la guerra de Irak y todos sabemos de qué forma y en qué circunstancias se originó. Dado la opinión generalizada de que dicha guerra es una “guerra provocada injustamente y por interese bastardos” y demás obviedades por el estilo, el que En tierra hostil evite esas coletillas acusadoras es muy de agradecer. Su mirada sobre la realidad que muestra es neutra y no toma partido emocional, algo muy difícil de soslayar en una película como En tierra hostil. A Bigelow le interesa el devenir de un determinado grupo de combate en una guerra que podría ser cualquier guerra del siglo veintiuno. Lo que vemos ocurre en Irak como podría ocurrir en Afganistán, por ejemplo. No hay la menor intención de juzgar decisiones de Estado ni de señalar con el dedo a países o a políticos. No juzga a nada ni a nadie. Pero lo que no hace es dejar de lado a los personajes y se detiene lo suficiente en ellos como para definirlos en su humanidad y hacérnoslo cercanos hasta hacernos sentir que formamos parte de dicho comando viviendo con ellos sus emociones y peligros. En En tierra hostil seguimos el día a día de un grupo de tres soldados especialistas en explosivos, cuya misión en Irak es desactivar minas y con ello evitar más tragedia y salvar vidas civiles inocentes. Recorremos con ellos las calles de Bagdad y sus alrededores en misiones de altísimo riesgo que no siempre se resuelven con éxito. La adrenalina inunda la narración y los especialistas del Comando Bravo (así se llama el grupo) nos arrastran y nos involucran en sus arriesgadas operaciones. El realismo de las escenas, la autenticidad de la ambientación y la verdad con que están dibujados los personajes (por momentos no creemos que sean actores sino gente real) hacen que En Tierra hostil nos arrastre a una aventura mucho más que excitante hasta el mismísimo corazón del conflicto, en donde llegamos a mascar y compartir el peligro con una intensidad casi paroxística que te altera los nervios. Repleta de una gran tensión que llega a hacerse insoportable, la película está narrada con un desparpajo, un nervio y un dominio de los tiempos y de los resortes del suspense que podríamos calificarlos de netamente masculinos por la carga de testosterona que despliegan, tanto la acción como los personajes en sus peligrosísimas inmersiones al corazón mismo del riesgo. Efectivamente no puede dejar de pensarse que esté dirigida por una mujer y sorprenderse de que ésta haya sabido reflejar tan bien unas situaciones y unas actitudes que asociamos como patrimonio del sexo fuerte. Mi comentario al respecto no de ser interpretado como machista y sí como admirativo de la capacidad de Cathryn Bigelow de meterse en la piel de estos hombres y de entender tan bien el entorno en que se tienen que desenvolver, aún siendo mujer y, supuestamente, no haber tenido el contacto necesario con los ambientes que describe de una forma tan documentad y auténtica. Dura y sin concesiones a la hora de mostrar unos hechos de extremísima violencia, Bigelow deja su sensibilidad femenina al margen de la acción y la guarda para usarla en describir a sus personajes aportando pinceladas de emoción y humanidad no sólo en el dibujo de sus protagonistas sino también en determinados secundarios, como ese entrañable niño iraquí que vende DVDs pirateados para sobrevivir entre tanto desastre y tanto riesgo. La tragedia colectiva da cabida a la tragedia íntima y cercana en eficacísima simbiosis.

Y hay una magistral descripción del personaje principal interpretado con tal convención, verdad y falta de afectación por Jeremy Renner (al que ya habíamos visto en 28 días después y en El asesinato de Jesse James... sin que llamara demasiado la atención), que este actor no es sólo digno de la nominación al Oscar que ha conseguido. En mi opinión creo que se merece ganarlo, como me parecería muy justo que los Oscar de mejor película y mejor dirección fueran a parar a En tierra hostil y a Kathryn Bigelow. Es sin duda la película que más me gusta de las que están nominadas al Oscar como finalistas y que yo haya visto hasta ahora. Le deseo mucha suerte, pero hay que tener en cuenta que este año se ha ampliado la cantidad de nominadas hasta diez y hacer quinielas sobre las ganadoras se ha convertido en un juego harto difícil.

Calificación: ****

20/2/10

Shutter Island

El paciente número 67

Shutter Island es una película de la que podía haberse esperado bastante más dado que la firma nada menos que Martin Scorsese y se basa en una novela de Dennis Leane, del que Clint Eastwood tan buen provecho supo sacar de otra novela suya en la magistral Mystic River. De no firmarla Scorsese, Shutter Island podría haberla valorado con más condescendencia, pero estamos ante uno de los puntales del cine moderno y su filmografía fue siempre creciendo pese a algunos altibajos hasta alcanzar con Infiltrados, su anterior película, los codiciados Oscar a la mejor película y al mejor director. No fue un regalo. Infiltrados es, en mi opinión, una de las mejores películas de los últimos años. Confieso que he acudido al cine expectante y me he llevado una desilusión. Espero que sólo estemos ante un pequeño bajón del autor de Taxi Driver.
Shutter Island es un thriller que intenta combinar con mediocres resultados la intriga psicológica con toques de terror y el relato policíaco con implicaciones conspirativas de alta política en una trama en la que se mezcla realidad y ensoñación al estilo de obras tan potentes como Recuerda, Vértigo o Laura sin que logre estar a la altura de las circunstancias. Algo falla en Shutter Island y en mi opinión es un guión bastante maniqueo que Scorsese no sabe dotar de verdad y al que no logra darle la convicción y la intensidad que requería para hacerlo absorbente y creíble.
Estamos en los años cincuenta, donde una pareja de agentes de la CIA (unos estupendos Leonardo Di Caprio y Mark Ruffalo) llegan a una inaccesible y fantasmagórica isla constantemente azotada por los elementos donde se ubica un sanatorio mental de alta seguridad en el que se confinan a los criminales más trastornados y agresivos. Su misión es encontrar a una violenta y peligrosa interna que ha desaparecido de las instalaciones y que anda por la geografía de la escarpada isla sin que los encargados del lugar hayan sido capaces de encontrarla. Les espera una aventura que va a llevar a uno de ellos al borde de la locura. La isla esconde tantos secretos como la mente del agente que interpreta Di Caprio o quizás sólo los esconda una de las partes. El final dejará la resolución en el plano de lo ambiguo como está mandado en este tipo de relatos: ¿qué es realidad? ¿qué es imaginación? ¿qué es cordura? ¿qué es locura?
Shutter Island es una película que en la parte técnica está impecablemente realizada y cuenta con un elenco actoral extraordinario. Di Caprio, Mark Ruffalo, Ben Kingsley y Max Von Sydow están insuperables. Qué falla entonces en Shutter Island. En mi opinión falla el guión, que tiene demasiadas incongruencias y bordea el tópico constantemente. Hay escenas muy mal resueltas que son indignas de un director como Scorsese. Hay situaciones que no te las crees de ninguna manera y hay demasiado lugar común.
Nada de eso puede arreglarlo ni unos buenos actores ni un acabado formal de lujo en el que la fotografía de unos exteriores espectaculares tiene un gran protagonismo. Scorsese no es Hitchtcock ni es Otto Preminger, pero tiene demostrado que por sí mismo puede sacar adelante cualquier género. Pero, ahora que lo pienso… Iba a citar como excepción El cabo del miedo, una de sus películas menores, y caigo en la cuenta que tiene muchísimos puntos de contacto con Shutter Island. Será que hay temas para los que no esté tan capacitado ya que el thriller de terror psicológico con naturaleza desatada de por medio son bazas determinantes tanto en Shutter Island como en El cabo del miedo. Ah, tambien caigo en la cuenta de que algo me rondaba por la cabeza mientras veía esta película y es quen en algunos aspectos, y salvando todas las distancias, hay detalles la emparentan con la película española Hierro.
Calificación: **

14/2/10

Un hombre soltero

El amor de Swann

Interesante y muy digno debut como cineasta del diseñador de moda Tom Ford . Sorprende la capacidad de este artista, que trabajó para la firma Gucci antes de crear su propia marca y convertirse en un icono del mundo de las pasarelas, para salir tan airoso del reto de dirigir una película. Es cierto que Un hombre soltero, la novela de Christopher Isherwood, tenía todos los ingredientes para que una personalidad como la suya estuviera capacitada para insuflar vida y verdad a unos personajes que, dado la conocida biografía del novel director, no le son nada ajenos. Ford realiza con Un hombre soltero una película plena de sensibilidad y elegancia, contada con un exquisito tacto y con un estilo personalísimo. Se muestra muy seguro dominando los resortes narrativos y es capaz de llevar a buen puerto una película que en otras manos podría haber estado plagada de obviedades y de lugares comunes, dado que la historia que cuenta podía prestarse a subrayados obvios y al trazo grueso.

Tiene la suerte de contar con un par de actores protagonistas que le facilitan enormemente las cosas y tanto Colin Firth como Julianne Moore están espléndidos. Ya sabemos que Firth está nominado al Oscar y que con este papel se ganó la Copa Volpi al mejor actor en el festival de Venecia. Que llegue a conseguir el Oscar es harto improbable dado que hay pesos pesados en liza de la talla de George Clooney, en su mejor papel en cine hasta la fecha y, sobre todo, de Morgan Freeman que en Invictus hace un trabajo memorable, con un personaje que ya de por sí despierta todas las simpatías y abre a todas las predisposiciones. De todos modos, no sería un regalo que le hicieran si llegara a conseguirlo.

En Un hombre soltero, un profesor universitario homosexual tiene que superar la pérdida imprevista de su compañero tras un trágico accidente y, como espectadores, vamos a conocerle en las relaciones con su entorno en un sólo día, al tiempo que rememora los momentos clave de su vida. Ese puede ser el escueto argumento. Repleta de sugerencias, la película, que transcurre en 1962, es un pormenorizado retrato psicológico de un hombre tocado por la depresión que le produce un gran amor imprevista y trágicamente cercenado. Un ramillete de personajes le van abriendo a la esperanza, algo a lo que parece resistirse. Estamos en el terreno del decimonónico romanticismo con toques proustianos trasladado a la década de los sesenta, en una historia de amor que por esas fechas estaba condenada al ocultamiento.

Tom Ford recrea y ambienta la película con gran elegancia y minuciosidad aunque su condición de modisto y esteta hace que el look de su acabado final aparezca en demasiados momentos bastante afectado. Decorados, vestuario, fotografía… están tan cuidadosa y exquisitamente seleccionados que produce un cierto efecto distanciador en la historia al cobrar excesivo protagonismo. Es un reparo insignificante que para nada perjudica a la valoración positiva de esta película que seguramente va a pasar bastante de puntillas por las carteleras a pesar de la nominación al Oscar de su protagonista. No hay que olvidar a los demás actores y destacar la presencia en el reparto del modelo madrileño Jon Kortajarena, que está muy, pero que muy, convincente como actor.

Nota cotilla: Jon Kortajarena, actualmente en todas las revistas del corazón, no por su trabajo como exitoso modelo internacional, sino porque parece ser que la mismísima Madonna lo está acosando para sumarlo a la colección de pipiolos que se pasa por la piedra (en la cama con Madonna, jejej…), está también en la diana de los cuchicheos porque, según dicen, Tom Ford no le dio el papel sólo por su cara bonita y se ha adelantado con éxito a la mismísima Madonna…

Calificación: **

9/2/10

Precious

La vida perra de Precious Jones

El sueño de Precious es ser así de glamourosa. Ojalá que lo acabe consiguiendo.

Precious es para mí la gran sorpresa de la temporada en una temporada donde ha habido más de un obra maestra. Quizás la sorpresa no lo sea tanto dado que cada año, cuando la prensa especializada y la industria americana empiezan su campaña de nominaciones y premios, nos sorprenden regalándonos en sus propuestas alguna que otra perla oculta bajo la apabullante avalancha de superproducciones que copan las pantallas. Rescatar proponiendo a premio una o dos de esas “pequeñas” obras que se hacen al margen del engranaje hollywoodiense redime al mundillo cinematográfico americano de su banalidad y boato aparente. Da con ello muestras de sensibilidad al no ignorar este tipo de cine y tenerlo muy en cuenta.

A Precious no la miran los chicos precisamente con deseo.

Bien es verdad que festivales como el de Sundance se ocupan de las películas menores o alternativas, hechas con cuatro cuartos y sin otras posibilidades de promoción y que la de éstos festivales indie de donde salen las películas cenicientas que después se pasearán por la alfombra roja junto a reconocidas princesas. A veces alguna consigue que el príncipe le pruebe el zapatito de cristal y alguna, incluso, llega a calzárselo. Este año la suerte a recaído en Precious. Que tiemblen las princesas, porque es muy probable que a Precious alguno de los zapatitos de cristal que buscan piececito que calzar en la gala de los óscar puede que le quede como un guante. Ojalá.
Mo`Nique, verdugo y víctima: mucho más, lo primero.

Precious es una película que te conmueve positivamente pese a contar una historia demoledora, asfixiante, incómoda y por momento insoportable que nos golpea las entrañas como un fuerte puñetazo. Precious es una película durísima contada sin la menor concesión. Personajes tan al límite como los que la pueblan es muy difícil hacerlos creíbles pero en Precious están vivísimos. Los actores tienen mucho que ver con la verdad que la película desprende. Incluso las incursiones en papeles de moderado calado de artistas que nada o muy poco tienen que ver con el cine como Mariah Carey o Lenny Crawitz están convincentes. Ellos dos son la nota curiosa y llamativa de la película, y puede que con esa intención fueran requeridos para sus papeles pero no están metidos con calzador y se atienen con sumisión y eficacia a las reglas de la interpretación sin el más mínimo atisbo de divismo: son dos actores más que cumplen perfectamente sus cometidos.
Lenny Crawitz (de enfermero) tambien intenta ayudar a Precious.

Atención: es probable que algunos consideren que lo que que digo a continuación es spoiler. Yo creo que no, pues no afecta para nada a la visión de la película ya que aquí no hay asesino ni mayordomo culpable.

La película va de una menor que tiene todo en contra en la vida: es negra, obesa mórbida, analfabeta, pobre (depende de los servicios sociales), su familia la maltrata, no va a la escuela, tiene un hijo con síndrome de dowm (al que llama “Mongo”, de mongólico) cuya custodia le han quitado y está embarazada. Los embarazos son de su propio padre que la viola sistemáticamente y que le ha contagiado además el sida. Su madre la desprecia al considerar que la niña le ha quitado a su hombre… Con este panorama, que la chiquilla sea capaz de sobrevivir y sobreponerse constantemente manteniendo su dignidad en lo más profundo de sí misma haciendo esfuerzos por mantener la autoestima, normalizar su vida y superarse es un milagro de la naturaleza humana. Precious, sublimemente interpretada por una debutante sin experiencia, nos toca el corazón y nos conmueve con su tenacidad y resistencia ante tanta adversidad. ¿Le deparará su presumiblemente corta vida cosas mejores en el futuro?

Mariah Carey prescinde del glamour y aparece así de normalita.

Pese a que la película está realizada con gran sensibilidad, la mirada distanciada que proyecta a esta historia tan tremenda hace que por momentos la visión de Precious resulte bastante insoportable. Hace poco hubo una encendida polémica porque la última película de la serie Saw había sido calificada X por su descarada y cruda violencia. Precious nos muestra otro tipo de violencia mucho más terrible que la de ese infantil y sádico juego de despiece de cuerpos que es toda la saga Saw y similares. La violencia de Precious me parece mucho más insoportable. Y atención a las actrices de entre las que sobresalen con gran fuerza y convicción Las dos protagonistas, ambas nominadas al óscar. Me parece que el de Mo`Nique está cantado. Lo siento por Penélope Cruz.

Calificación: ****

5/2/10

Nine

Ocho y medio + música = nueve

Cuentan que cuando a Federico Fellini le propusieron montar un musical para la escena basado en su película Ocho y medio éste dijo que no se opondría a nada con la única condición de que no se hiciera ninguna referencia ni a su película ni a su nombre. El resultado fue Nine, de Arthur Kopit, que se empezó a representar con gran éxito en 1982 con el malogrado Raúl Juliá en el papel de Guido. En el 2003 Antonio Banderas resucitó el libreto y lo representó con cierto éxito, pero sin llegar al que se obtuvo en el momento de su estreno. No puedo entrar a valorar si las condiciones que impuso el autor de Las noches de Cabiria (por cierto, también convertida en musical y también trasladado a la pantalla con Shirley McLaine) se respetaron en las dos versiones teatrales. Lo que sí está claro es que, para nada, la versión cinematográfica que acaba de estrenarse respeta aquellos postulados y Nine, película, es un homenaje directo, apasionado y emotivo a la gran película de Fellini e inevitablemente a él mismo.

Ocho y medio (película), o Nueve (película), tienen la misma estructura argumental y el mérito del film de Rob Marshall es que para nada degrada la esencia de la película base y todos sus personajes siguen estando intactos a pesar de ponerlos a cantar y a bailar. Hay alguno nuevo como la directora de vestuario que interpreta Judi Dench o la periodista que hace Kate Hudson. Pero eso sólo hace enriquecer el relato aportando más datos sobre el personaje de Guido y por tanto sobre el de Federico Fellini. Es conocido la naturaleza mujeriega del autor de Amarcord y la decisiva influencia que todas sus relaciones amorosas y su amor generalizado por las mujeres tuvo tanto en su obra artística como en su propia vida.


Nine desprende pasión y admiración por el personaje que retrata. Más que la propia Ocho y medio en el sentido de que Rob Marshall está hablando “siempre” de Fellini y en Ocho y medio Fellini “siempre” se eludía a sí mismo en una especie de choque emocional que le empujaba a ser autobiográfico y, al mismo tiempo, dominado por el pudor de exponerse abiertamente al mundo, hacer como que hablaba de otro. Guido (Marcelo Mastroianni antes y Daniel Day Lewis ahora) es Federico Fellini y Luisa (Anouk Aimèe en Ocho y medio y Marion Cotillard en Nine) es Guilietta Massina. El resto de mujeres pueden tener una interrelación con alguna realidad en la vida del autor de El Jeque blanco, o no. En esencia, todas representan su obsesión por las féminas aunque una de esas mujeres sí que parece que existió realmente y que marcó indeleblemente la sexualidad del director de La strada: me refiero, claro está a la Saraghina que en Ocho y medio interpretaba Eddra Gale y que en Nine da vida una sorprendente Ferguie de la que hasta ahora no sabía nada. Hay en Nine dos formas de filmar la vida y pasión de Guido Anselmi/Federico Fellini y son la parte musical y la parte narrativa.
Cuando no se canta ni se baila Nine es una muy digna versión de Ocho y medio, a la que recurre en muchos momentos calcando escenas y situaciones de la misma. El viraje al blanco y negro es esencial. Más en los mejores momentos, que no son otros que los recuerdos infantiles del personaje. La Saraghina está dibujada y filmada en escenarios y desde ángulos similares a los de las secuencias originales de Ocho y medio. Cuando las reglas del género (el musical) están exigiendo entrar en acción, Nine se convierte en una fiesta de música y movimiento contagiando al espectador de esa vorágine visual y auditiva en la que los actores (las actrices) se revelan como inmejorables intérpretes que saben estar a la altura de todas las circunstancias. El tema musical Take it all se utiliza de forma recurrente en bastantes momentos y en diferentes actuaciones de forma cohesionadora y siempre brillantemente interpretado por todos. Es desde luego mi preferido para el premio óscar pese a que no haya visto ni oído todos los temas nominados y Nine es una de las películas de la que espero más de un premio. A estas alturas ya sabemos que Penélope Cruz está nominada como mejor secundaria: no me parece ninguna arbitrariedad. Nuestra "Pe" no para de dar pasitos (pasazos) hacia la cumbre de las diosas. Yo me alegro muchísimo. También de que Nine esté siendo un gran éxito, más que nada por la dignidad con que casa musical y cine de autor en esta estupenda versión de Ocho y medio que, recordemos, no es la única.

En 1979 se rodó, procedente de los escenarios, Esto es Jazz basada tambien en Ocho y medio y dirigida nada menos que por Bob Fosse al que Rob Marshall homenajea en algunos detalles como por ejemplo en el de la bailarina negra cuyo nombre no me voy a molestar en buscar y que es un trasunto (físico y de estilo) del personaje y de la actriz Chita Rivera, a la que Fosse dirigió en otra versión felliniana, Noches en la ciudad, que recreaba las aventuras de Cabiria trasladándolas de Roma a Nueva York. Cabiria era, lo he dicho más arriba Shirley Mclaine. Inciso: en Nine quien más me gusta cantando y bailando es Kate Hudson.


Personajes y actor/actrices en cada película. Guido: Marcelo Mastroianni/Daniel Day-Lewys. Claudia: Claudia Cardinale/Nicole Kidman. Luisa: Anouk Aimèe/Marion Cotillard. Carla: Sandra Milo/Penélope Cruz. Saraghina: Eddra Gale/Fergie. La madre: Giuditta Rissone/Sofía Loren. Peridista americano/a: Eugène Walter/Kate Hudson. Director/a de producción: Mario Conocchia/Judi Dench (los dos últimos personajes cambian de sexo).

Calificación: ***

4/2/10

Nacidas para sufrir

Mujeres enamoradas

Esta viejecita quiere cortarme las alas con esa guadaña... ¡ya veremos!
Nacidas para sufrir es una película atípica que apenas tiene referentes en el cine español de ahora. Aunque no deja de ser reconocible el estilo y el trasfondo temático del cine de Miguel Albadalejo, un director que habla siempre de personajes reales, cotidianos, de gentes y de ambientes que todos reconocemos y de los que nos sentimos integrantes, naturalmente si no pertenecemos a ninguna elite ni a privilegiados grupos sociales. Albadalejo habla siempre de gente corriente, del pueblo llano, de sus problemas y contradicciones y de las dificultades con las que tiene que lidiar al intentar una forma de vida acorde con lo que van dictando los nuevos tiempos y las nuevas costumbres. El lastre de una educación anclada en prejuicios y costumbres que no les resulta nada fácil tirar por la borda, convierte a los personajes de Nacidas para sufrir en patéticas marionetas de un mundo que los desborda.
Hay qu ver cuánto nos divertimos en las verbenas de este pueblo...

Tres mujeres acaban interrelacionándose de la forma más insólita. Hay una señora mayor (Petra Martínez) que antes que consentir que las sobrinas la internen en un asilo debido a su inminente ancianidad, no duda en manipular con todos los medios a su alcance a una apocada y apática asistenta (Adriana Ozores) por la que siente un cariño que no es, a todas luces, desinteresado. Quiere atarla para siempre a su lado y así asegurarse una vejez en la que no le falten los necesarios cuidados sin abandonar la libertad de vivir en su pueblo y en su propia casa. Para ello no duda en convencerla de que lo mejor que pueden hacer es casarse y así, con el señuelo de que la heredará cuando muera, asegurarse de que nunca la abandone. Las cosas no serán como la manipuladora señora planea y el tiro le saldrá ciertamente por la culata… ¿o no? Acabarán pasando muchas cosas y habiendo más de una sorpresa importante antes de la palabra fin.

Petra Martínez: una gran secundaria que tiene por fin un papel principal.

Nacidas para sufrir es una tragicomedia, o una comedia con tintes sombríos, como elijamos catalogarla, en la que Albadalejo hace un discurso que abarca varios frentes en los que dos destacan principalmente y de forma especial: las dificultades de la vejez en los tiempos modernos donde la familia apenas cuenta, y el impacto de las nuevas costumbres y de las nuevas leyes en estratos sociales que todavía no están preparados (aparentemente) para asumirlos e integrarlos en sus vidas. El hecho de que los personajes pertenezcan al medio rural hace la cuestión especialmente extravagante. El tratamiento sainetesco que da Albadalejo a la película justifica que muchas de las situaciones, pasadísimas de rosca, no chirríen y resulten convincentes. Al respecto hay que recordar que la historia transcurre en la Comunidad Valenciana, que Albadalejo es alicantino (de Pilar de la Horadada) y que el creador del sainete, el insigne Carlos Arniches, nació en Alicante. Todo queda en casa. Más todavía si reparamos en que hay grandes dosis del cine de otro valenciano ilustre, el gran Luis G. Berlanga.

Por muy de pueblo que sea Miguel Albadalejo no está haciendo lo que estais pensando...

Pero las grandes referencias de Nacidas para sufrir están en dos geniales películas españolas de un director italiano. Me estoy refiriendo a El pisito y El cochecito, las dos primeras películas de Marco Ferreri. La comparación con esas dos grandes obras maestras a Nacidas para sufrir le viene ciertamente grande, pero podemos admitir que estamos ante una película realmente sorprendente, con grandes dosis de vitriolo y francamente divertida, a la que le sobra un final bastante postizo que echa por tierra todo o casi todo lo que la película ha ido acumulando como revulsivo. Es una lástima que se haya claudicado a ciertas reglas del happy ending, pero los logros son más que suficientes para considerar Nacidas para sufrir una película que merece la pena ver. Y antes de acabar todavía me vienen a la cabeza otras referencias detectadas en la película: los personajes y los diálogos son dignos de un Pedro Almodóvar campando a sus anchas por entre las gentes de su querida tierra manchega.
Calificación: ***

PD. La película fue proyectada ayer en el cine Navas de Alicante, en un preestreno digno de Hollywood con la asistencia de las principales actrices, el director y el productor, Gerardo Herrero, que estaba pletórico pues horas antes su película El secreto de sus ojos había sido nominada al óscar. Quien esto escribe se alegra doblemente pues en mis comentarios sobre El secreto de sus ojos, insertos en este blog ya le auguraba que esto ocurriría sin duda ninguna. Y acerté. Lástima que tenga como rival a la extraordinaria La cinta blanca, lo que se lo va a poner ciertamente difícil.