29/12/09

Donde viven los monstruos

El rey destronado

Donde viven los monstruos no defrauda las expectativas y nos encontramos ante una inmejorable adaptación del clásico infantil escrito/dibujado en 1.963 por Maurice Sendak. Eran grandes las esperanzas puestas en Spike Jonze, director con el que todo el mundo estuvo de acuerdo en considerar que era quizás la mejor elección para llevar este relato a la pantalla. Con sólo dos películas en su filmografía (aunque ha realizado bastantes videoclips para grandes estrellas de la música) Jonze es uno de los directores más admirados y respetados y en algunos círculos cinéfilos podría decirse que, incluso, venerado. La propia industria del cine lo considera un punto y aparte en la profesión, un intocable. No cabe duda de que Spike Jonze es un autor con un personalísimo universo y con un inclasificable estilo que atrapa al espectador más inquieto, pese a que su cine no haya traspasado (ni tampoco lo pretenda) la barrera de los círculos cinéfilos ni haya conquistando grandes audiencias. Su debut en Cómo ser John Malkovich dio bastante que hablar poniendo a todos de acuerdo en que nacía un cineasta rompedor y talentoso del que se podían esperar grandes cosas.
Adaptation /El ladrón de orquídeas confirmó esas expectativas y lo afianzó ya como uno de los autores más creativos e iconoclastas. Jonze es un director desinteresado de los códigos y formas clásicas de narrar y se preocupa por encontrar nuevos caminos expresivos. El relato de Sendak, que estaba pidiendo a gritos ser llevado a la pantalla, era un material ideal para un director de sus características y con Donde viven los monstruos Spike Jonze consigue una película excepcional que además capta prodigiosamente el alma del relato de Sendak. Jonze, más que adaptar el cuento a su particular universo personal y estético, se acomoda al relato para ser él quien se pliegue a las particulares características del mismo. En muy contadas ocasiones podemos reconocer al autor de Cómo ser John Malkovich y esto lo digo como un halago y nunca como un reproche. Spike Jonze aparca su iconoclastia, adopta una mirada objetiva con las intenciones del relato de Sendak y filma Donde viven los monstruos como si estuviera leyendo/viendo el libro y lo hiciera en voz alta para un auditorio atento, en lo que no sólo se aplica a la simbología y a las claves de determinados significados del texto sino que ilustra el mismo con idéntica fidelidad a adecuarse escrupulosamente a si imaginería.
Jonze supedita su trabajo a la propia estética e iconografía de Sendak (atención a los dibujos del original literario) y el resultado es que vemos a sus personajes cobrado vida y moviéndose en la pantalla recreados de forma idéntica y moviéndose en el mismo universo imaginado en el relato gráfico. Sólo hay una ligera variación argumental: el pequeño Max llega al lugar donde viven los monstruos, no desde el enclaustramiento forzoso a que su madre lo somete en su habitación después de un castigo a sus travesuras, si no que se escapa de casa y es en el espacio exterior donde buscará cumplir sus fantasías… La “realidad” de las normas que rigen ese nuevo mundo imaginado a donde se adentra y las características e idiosincrasia de sus extraños habitantes lo va a convencer de que las cosas no son nada diferentes a éste o a aquél lado del espejo. Quizás sea mejor conformarse con lo que se tiene a éste lado… valorarlo y aceptarlo.
Donde viven los monstruos contaba para su filmación con un presupuesto de ochenta millones de dólares que tuvieron que ser ampliados a cien. Jonze se enfrentaba aquí a su primera película cara, pero el resultado final no lo aparenta. La sombra de cine indie planea sobre la película y habrá que pensar que es la estética que el director elige, la característica que más lo identifica en la película, aparte de algún otro detalle como por ejemplo las secuencias donde Max tiene que esconderse en el estómago de KW y casi acaba digerido entre sus jugos gástricos. El diseño de los monstruos es casi literal al de los grabados del libro, pero cuentan con el inconveniente de que, al no estar realizados recurriendo a técnica de animación digital (Jonze se atiene a las formas clásicas y los muñecos son actores dentro de un disfraz o artilugios mecanizados), el realismo visual que define la película se desmarca del perfeccionismo de las imágenes digitalizadas a que el cine ya nos tiene acostumbrados. Spike Jonce prefiere entroncar su propuesta con el diseño y la grafía que Sendak utiliza para el libro lo que, en mi opinión, es una muestra más del meticuloso respeto hacia el relato original con el que aborda la película, olvidándose de divismos y eludiendo ponerse en primer plano dejando todo protagonismo al relato. Que el estilo Jonze no lo veamos en primera instancia de la narración no quiere decir que no se proyecte detrás de esa primera lectura de las imágenes. El resultado global es muy estimulante y, a mi entender, es una muestra más de que para nada estamos ante un director estrella y que Jonze relega su propio estilo a favor del trabajo que aborda. Donde viven los monstruos es un prodigio de sencillez y de inteligencia narrativa, donde la sensibilidad y la reflexión son los verdaderos protagonistas. Quiero obviar hablar del argumento (casi todos, niños o no tan niños, lo conocemos, y los que no lo conocen, basta con que se asomen a una cualquiera de tantas críticas que lo detallan). Relego también hablar de los actores (algunos con personaje real y otros dando vida con su voz a los muñecos) que tienen un peso muy leve en la película. El verdadero y único protagonista es el chiquillo que interpreta a Max, un prodigio de naturalizad y de encanto, que está absolutamente conmovedor. Difícilmente se podría haber encontrado a otro niño más convincente
. Donde viven los monstruos es una película excepcional con apariencia de sencilla. Algún espectador se desconcertará al no encontrarse con aparatosos efectos especiales y creerá que el clasicismo, casi anacrónico, con que ha sido realizada la película y han sido recreados visualmente los personajes, es pobreza de medios y falta de imaginación. Hay que ser muy miope para no encontrar en la aparente sencillez de Donde viven los monstruos la impronta de un cineasta dotado de una sensibilidad fuera de lo común y de una inteligente concepción en la forma de abordar una historia que no le está pidiendo a él el protagonismo. No se lo concede a sí mismo y, paradójicamente, esa modestia lo pone en el primer plano de atención en esta inusual película que, me temo, no va a ser adecuadamente comprendida (tampoco esta vez) por el gran público. Ese que acude a las salas de cine cargado de palomitas y de niños en cuanto llegan las navidades buscando otro tipo de entretenimiento. Ojalá me equivoque.

Calificación: ****

27/12/09

George Chakiris

En alas de la danza


"Tres mariposas (no hay doble intención) a punto de alzar el vuelo"
George Chakiris fue actor casi por obligación. Lo suyo era bailar. Y como tal empezó a aparecer en la pantalla, sin que se planteara verdaderamente hacer papeles hablados. Como bailarín hizo todas sus primeras películas en las que no se le exigió, ni él lo pretendía, que actuara. Así, en 1947 aparece por primera vez en un coro de baile en la película Canción de amor, dirigida por Clarence Brown a mayor gloria de Katherine Hepburn. Para reconocerlo aquí, hay que mirar con cuatro ojos entre los bailarines que hacían la ronda alrededor de la protagonista en uno de los números musicales. Más o menos eso fue lo que hizo a partir de entonces hasta su espectacular descubrimiento como actor. Pero vayamos por partes.
"Cuidadito con levantar esa espada del suelo..." . Con Yul Brinner en Los reyes del sol
Tras bailotear como chico de coro en varias películas, entre ellas El gran Caruso y Navidades blancas, llega a Los caballeros las prefieren rubias donde es uno de los “caballeros” que mariposean alrededor de una maravillosa Marylin Monroe que, toda vestida de rosa, es “acosada” por unos señores ricachones que la abruman y la cubren de joyas y diamantes. Él era uno de ellos, como podemos comprobar en la foto que se acompaña más abajo de ésta.

Como si de a una Marylin cualquiera se tratara: bailoteándole a Rosemary Clooney en Navidades Blancas

En las siguientes películas él siguió a lo suyo, que era bailar. No se fijaban en su potencial carisma y no pasaba nada. Siguió la misma tónica en películas como La angustia de vivir -que le supuso a Grace Kelly su “angustiada protagonista” su único e inesperado óscar a la mejor actriz-, Brigadoom -un súper musical de Vicente Minnelli- en el que los protagonistas eran unos maravillosos Gene Kelly y Cyd Charisse y varios musicales más. Chakiris, por supuesto, seguía a lo suyo: bailar… y punto.
Algún bailoteo más se marcaría sin que pasara nada, hasta que se presentó al casting de un súper musical que se iba a trasladar de los escenarios de Broadway al cine y que iba a ser dirigido por Robert Wise. El super musical se llamó West Side Story. Él consiguió el papel de Bernardo, el hermano de la protagonista, María, que interpretó una dulce y candorosa Natalie Wood. El éxito fue espectacular para la película y para todos los que intervinieron en ella. De los once óscar con los que fue premiada, él consiguió el perteneciente al mejor actor de reparto. La película, para quien esto escribe, es el mejor musical de todos los tiempos, con permiso de Cantando bajo la lluvia.
Chakiris, el primero por la derecha. "Algún día yo estaré en el puesto de Marylin y seré el centro de atención de todas las miradas".

West Side Story le abrió las puertas de la interpretación e inmediatamente trabajó junto a Yul Brinner en una épica historia sobre la civilización maya, Los reyes del sol, llena de exotismo y colorido, que fue dirigida por un anodino J.L. Thompson. Este director que será recordado principalmente por un bélico súper popular en los sesenta, Los cañones de Navarone y los cinéfilos reconocerán siempre gracias a la extraordinaria película Cape fear (en España, El cabo del terror), un intenso thriller de suspense con un sensacional Robert Mitchum. Años después, Martin Scorsese haría un remake que se tituló en España El cabo del miedo. Lo suyo era lanzar las piernas bien arriba. El primero, por la izquierda

Pero como nos estamos apartando de nuestro actor, volvamos a él y digamos que como su capacidad como intérprete, a secas, no parecía ser demasiada, tuvo que volver a bailar, y muy poco más, en Las señoritas de Rochefort, un estupendo musical de Jacques Demy,como por otra parte todos los del director francés. Tambien en Francia tuvo que cortejar a una de las hermas Dorleaç (no recuerdo a cual de ellas) Francoise Dorleaç y Catherine Dorleaç. La última, para el cine, Catherine Deneuve, que fueron las verdaderas protagonistas.En West Side Story con una sensacional Rita Moreno. Cada uno se llevaría su óscar a casa.

Y, puesto que en Europa ya era más apreciado que en los Estados Unidos donde había caído en un más que relativo olvido, se quedó para trabajar en diferentes países del viejo continente. En Francia lo hizo de nuevo en El robo de la Gioconda, junto a Marina Blady; en Italia, con Luigi Comencini, en La ragazza di Bube, junto a Claudia Cardinale, y… en España, con Germán Lorente en Sharon Vestida de rojo junto a una Sonia Bruno a punto de abandonarlo todo para ponerse el velo de novia e irse a casa a prepararle las lentejas al jugador de fútbol más mediático de la época, Pirri, su gran amor. Hizo también entre nosotros una cosa que se tituló El rublo de las dos caras, junto a un Robert Taylor en horas tan bajas como para tener que venirse a España a trabajar en una insignificante coproducción europea de espías, la moda del momento en el cine de serie B.

Dos fans, inasequibles al desaliento. "Este no es ya nuestro George, pero...
El cine fue olvidándose de Chakiris y tuvo la suerte de encontrar acomodo en la televisión, donde intervino en series diversas. Entre ellas Hawai 5-0, Dallas o Superboy. También intentó cantar y grabó un par de discos “pop” allá por los primeros sesenta, aprovechando el éxito de West Side Story. ¿Alguien compró algún disco? Seguramente alguna que otra de sus fans incondicionales. Hará unos veinte años que hizo su último trabajo para la televisión, el Rochester de Jane Eyre, y desde entonces nada sabe de él quien esto escribe. Pero lo que sabremos todos siempre es que fue un insuperable bailarín que además actuó como actor y consiguió nada menos que un óscar, a lo que seguramente no fueron ajenas sus habilidades acrobáticas.

22/12/09

Feliz Navidad

Queridos amigos:

Durante varios días estaré ausente debido a la dichosa Navidad. Nada mejor para estar a tono con tan "maravillosas" fechas (y mientras puedo atender de nuevo el Blog con las cosillas que se me van ocurriendo sobre películas y actores), que dejar constancia de que no siempre la vida de Cristo fue tratada en el cine con los tópicos y acaramelamientos a los que estamos acostumbrados.
Arriba, en vídeo , un fragmento significativo y adecuadísimo para estos días de la mirada que sobre el Evangelio proyectó el genial Pier Paolo Pasolini en El Evangelio según Mateo. El papel de Cristo estuvo interpretado por un español, Enrique Irazoqui, que ni siquiera era actor. Era un periodista que fue a hacerle una entrevista a Pasolini y de inmediato le dijo que él haría el papel de Cristo en su próxima película. Así pasó a la historia del cine un periodista español que hasta ese momento no tenía ni idea de lo que era interpretar .

¡¡Felices Fiestas!!

Scotty

19/12/09

Avatar

El planeta esmeralda

Avatar es ante todo una orgía de efectos digitales cuya meta es llevar al espectador a un auténtico orgasmo visual. Admitidme la metáfora que puede que parezca simplona pero es que es por ahí por donde van los tiros de esta superproducción que despliega un uso abrumador de los últimos logros tecnológicos. James Cameron era un director adecuado para hacer la película definitiva que se basara en la utilización de los últimos avances en la materia, pero hay otros directores que también han demostrado con creces sus habilidades en este tipo de cine. Peter Jackson, por ejemplo. A diferencia de Jackson, un director que utiliza la técnica y los efectos visuales poniéndolos al servicio de sus historias, Cameron invierte las prioridades y en Avatar hay una línea argumental que, si bien no está absolutamente desatendida, sí que deja el protagonismo a los efectos visuales y a los “solos” que se marcan los técnicos de digitalización. Hay bastante más metraje utilizando las técnicas de animación que utilizando actores reales. El resultado global resulta aparente pero, según las prioridades de cada espectador a la hora de ir a ver una película, Avatar gustará mucho a los que busquen espectáculo por encima de todo y gustará menos a los que quieran ver historias sólidamente construidas.
Estamos en una lejana galaxia donde existe un paradisíaco planeta, primo hermano de la Tierra, que tiene una naturaleza parecida pero elevada al cubo en espectacularidad, que está en fase de colonización por los humanos. Hemos llegado a ese planeta, cómo no, avasallando y destruyendo todo aquello que se oponga a nuestros intereses, que no parece que sean otros que el de esquilmar un extraño mineral que nos resulta preciadísimo sin que sepamos por qué y para qué.

Como espectadores, en el argumento de la película no intuimos ni por asomo que nuestro planeta esté pasando dificultades debido a nuestro mal uso de sus recursos y necesitemos un sitio nuevo para vivir, como ocurre en tantas otras películas del género. En realidad aquí pasamos de todas aquellas maravillas naturales que el planeta ofrece (será que el nuestro sigue fresco como una rosa) y nos importa un pimiento toda su magnificencia. Ni nos molestamos en mirarla: que la disfruten sus extraños habitantes mientras nos dejen rapiñarlo. Nuestros intereses allí son mucho más pragmáticos que admirar sus bellezas y sólo queremos unas extrañas piedrecitas. El ansia depredadora de los invasores es escasamente contestada por los habitantes de tan idílico lugar, impotentes con sus arcos y sus flechas ante la fuerza avasalladora de las gigantescas máquinas alienígenas que los invaden.

El planteamiento, nudo y desenlace de Avatar es una historia mil veces contada ya en el cine. Pueblo ancestral que vive en paz y armonía y que es brutalmente perturbado por la llegada de la “civilización”. No todos somos tan malvados y algunos de nosotros tomaremos conciencia de nuestro egoísmo, nos pondremos en la piel de los humillados y nos pasaremos a su bando. Naturalmente será el amor inter-racial (inter especie, sería más exacto aquí) el detonante de que las cosas empiecen a cambiar para los habitantes del lejano planeta, bautizado por los invasores con el significativo nombre de Pandora.La película tiene un decidido y voluntarioso enfoque ecologista y los paralelismos con situaciones y hechos en el planeta Tierra son explícitos: desde el descubrimiento de América y el trato que recibieron los indígenas, a la destrucción ciega y salvaje de la naturaleza en beneficio de intereses económicos.
Pero todo ese discurso queda minimizado por una apabullante utilización de la técnica, con un director que se olvida del mismo para poner todo su esfuerzo al servicio del espectáculo. Si el espectáculo nos basta, Avatar no solo no nos defraudará sino que incluso nos hará salir del cine flipando. En mis prioridades, la balanza se decanta más hacia el lado la historia y su mensaje. Y como es lo que más se descuida, considero que Avatar es una película edulcorada y sensiblera que minimiza el tema de fondo para centrarse en ofrecer el no va más de efectos visuales.Durante la visión de Avatar, echaba de menos un verdadero compromiso con la causa ecologista y de defensa de la naturaleza. Compromiso que si había en películas con las que Avatar tiene fortísimos puntos de contacto. Citaré algunas que se me venían a la mente durante su visionado, tales como Apocalypto (Mel Gibson, La Misión (Roland Joffe), Bailando con lobos, Kevin Kostner), Yuma (Samuel Fuller)… pero sobre todo con una muy olvidada e injustamente infravalorada película de John Boorman, la magnífica La selva esmeralda, película que, estoy seguro, James Cameron ha tenido en mente mientras rodaba Avatar. Ah, no he visto la película con las dichosas gafas 3D.
Calificación: ***

17/12/09

Jayne Mansfield

La musa de las Wild Parties
Jayne Mansfield pasó a ser mito tras sufrir un trágico accidente de tráfico en el que acabó decapitada. Corrían los años 60 y su popularidad estaba en la cumbre tras haber interpretado algunas películas en las que lo que se explotaba básicamente era su físico, un remedo superlativo de la “auténtica” rubia sexy y supuestamente escasa de intelecto que representaba Marilyn Monroe. Su carrera, no fue demasiado extensa pues no pudo desarrollarla hasta donde era previsible por razones obvias.
Se basó en un físico espectacular y en el empeño de superar el estereotipo creado por la Monroe en una especie de “y yo más” en cuanto a curvas, cabello oxigenado, provocación sexual disfrazada de inocencia y demás “razones”. Su evidente tendencia al sobrepeso no fue un hándicap pues tuvo la suerte de que en su momento corrieran las dos décadas en que las curvas y la exuberancia fueran el no va más de la belleza femenina. Aun así en sus últimos años se la veía fondona y de no haber truncado su carrera, ésta seguramente hubiera acabado pronto al estar basada exclusivamente en su físico. Es lo que le ocurrió después a otra sosías de Marilyn que, junto con la Mansfield, intentaron hacerle sombra, la británica Diana Dors, de la que ya hemos hablado.
Con Mike antes de casarse: "Algun día todo ésto será mío..."

La tendencia de la Mansfield al jolgorio y al “fiesterío”, en lo que siempre fue secundada por su esposo, el ex míster universo Mike Hargitay, -que fue uno de los innumerables tarzanes de los años cincuenta y que la acompañaba en el coche el día trágico accidente-, acabó pesando decisivamente en su destino. Cuando regresaban, presumiblemente borrachos de una de sus “wild parties” de los que eran asiduos compulsivos, se dieron de bruces contra un inoportuno árbol al borde de una carretera de Los Ángeles con las macabras consecuencias que ya hemos dicho. Dejó descendencia y una de sus hijas probó suerte en el cine sin demasiado éxito. A Mariska Hargitay, la pudimos ver hace algunos años en un pequeño cometido en la estupenda película de Mike Figgis Leaving Las Vegas. Después cogió cierta fama trabajando en televisión.
Con Sophia Loren: "Ésta tiene razones más poderosas que las mías..."

Pero Jayne Mansfield tuvo el tiempo suficiente como para que su trabajo y su físico sean todavía hoy recordados, principalmente lo segundo. Y tambien para que se la considere uno de los mitos incuestionables del Hollywood de la era dorada de los cincuenta y sesenta.

Con Robert Wargner: "A Natalie Wood la cambiaba yo por ésta..."

14/12/09

Algo pasa en Hollywood

Algo pasa con el Cine

De nuevo me encuentro ante la disyuntiva de plegarme a la opinión mayoritaria para no parecer un presuntuoso contestatario y hablar con cierta positividad de esta película, o ser sincero hasta las últimas consecuencias con mi propia valoración y decir, ya de entrada, que Algo pasa en Hollywood es de una mediocridad irritante y que me deja perplejo algunas opiniones positivas, y hasta entusiastas que he tenido que escuchar o leer. Mira que procuro cerrar ojos y oídos cuando la película en cuestión está en mi agenda para su visionado, pero a veces no se puede evitar que te llegue cierta información.
A pesar de ello, no me sorprende para nada encontrarme con una película pedante que pretende ser una cáustica mirada al mundo del cine y sus entresijos y que acaba siendo una superficial sucesión de manoseados tópicos sobre el tema. Y no me sorprende porque Barry Levinson, un director sobrevaloradísimo, ha dado sobradas muestras a lo largo de su filmografía de su afectada pretenciosidad y de su incapacidad para dar a sus propuestas la necesaria complejidad y hacerse tomar en serio como un mordaz observador de las grandezas y miserias de la sociedad norteamericana. Aquí pone el punto de mira en el mundillo del cine con la pretensión de sacar el relieve de las debilidades de quienes mueven los hilos de la industria del cine. Megalómanos, neuróticos, egocétricos, hipócritas, ambiciosos… los hombres y mujeres que hacen películas, al menos en Hollywood, están todos afectados de taras y carencias y por mucho que sean capaces de montar y hacer funcionar el complicado engranaje de hacer películas, no son más que unos chiquilicuatres dignos de lástima a los que magnificamos cuando vemos sus películas o los admiramos ante los micrófonos de un escenario de cualquier festival de cine soltando boutades que nos parecen el no va más de la genialidad.
Qué bien si todo esto, que puede que sea verdad, nos fuera contado con solvencia y credibilidad y no como una sucesión de anécdotas vacías de significado adornadas con ínfulas de sentencias solemnes (el pretendido humor corrosivo que las envuelve es absolutamente plano e inocuo), totalmente inofensivas. Levinson no es Robert Altman y su juego de Hollywood está a años luz del de el director de M.A.S.H, al que parece querer seguir los pasos de su El juego de Hollywood, con resultados bastante deplorables. Quizas no sea procedente recordar obras maestras sobre el tema tales como El crepúsculos de los dioses (Billy Wilder), Cautivos del mal o Dos semanas en otra ciudad (las dos de Vicente Minnelli) y alguna más que ahora se me pueda escapar. Puede que no sean comparables a Algo pasa en Hollywood por pertenecer a otra época y a otros conceptos de lo que se entiende por Cine, pero la hondura, la sagacidad, la verdad , la credibilidad, la elegancia, la maestría de aquéllos directores y de aquéllas películas dejan en evidencia la absolutamente pedante, intrascendente e inútil peliculita de Barry Levinson… que sí se puede comparar con la ya mencionada El Juego de Hollywood de Robert Altman, su modelo, para dejarla en evidencia ante la obra de un auténtico maestro de su misma generación, abordando similar argumento.
Y qué más me da que éste o aquél actor o actriz esté estupendo, o que la fotografía sea una pasada, o que tal o que cual…. Algo pasa en Hollywood es un pestiño de mucho cuidado que sorprendentemente está siendo capaz de embaucar a más de un supuesto entendedor de cine, profesional de la crítica o no, que la valoran como no se merece. Y se me escapan los motivos por los que Bruce Willis haya decidido producir esta tontería en la que se reserva el papel de hacer su propio papel. Desde luego que si Bruce Willis es tal como es en ésta película, mejor que se hubiera quedado calladito antes de aparecer haciendo de sí mismo, siendo un megalómano insoportable y un auténtico gilipollas. Sean Penn también hace de Sean Penn, para quien todavía no haya visto la película o no lo haya leído por ahí. Y hablar de resto de los actores, todos tan conocidos, ya lo harán en otros comentarios por otros sitios. Yo detesto repetir lo que suelen ser citas comunes por todas partes. Pero ¿alguien ha dicho que Algo pasa en Hollywood es un tostonazo? Si nadie lo ha dicho, se dice aquí.
Calificción: *

13/12/09

Stephen Boyd

El amigo de Ben Hur

Hablamos ahora de un actor, Stephen Boyd, que entró de lleno en la mitología de todos con la espectacular y mítica película Ben Hur, de William Wyler. Recordemos que Fred Niblo ya había hecho una primera versión muda en los años 20 del libro de Lewis Wallace, con una de las máximas estrellas del momento, el mexicano Ramón Novarro, como protagonista. En la versión de Wyler él (Boyd) no hacía de Ben Hur, sino de Mesala (una obviedad, ya lo sé), lo que no fue óbice para que su presencia en la película y el magnetismo que desprendió estuviera a la altura del trabajo de Charlton Heston, el protagonista indiscutible.La "amistad", por encima de todo. Brindando por ella...

Fue en Ben Hur donde el público descubrió el poderoso atractivo sexual del actor y su gran presencia en pantalla, a pesar de que ya hacía mucho tiempo que se esforzaba por llegar al estrellato. Incomprensiblemente, tras lograrlo por fin, ¡y de qué forma!, sus futuras películas nunca estuvieron a la altura de lo que se esperaba de él tras éste espectacular trabajo.
Stephen Boyd comenzó desde muy pequeño en el arte de la actuación. Había nacido en Irlanda, en Belfast, y allí hacía teatro colegial y amateur desde los cinco o seis años. En la adolescencia se pasó a la radio, donde tampoco consiguió destacar especialmente. Pero era una persona constante que, lo que quería, lo perseguía. Así que se trasladó a Hollywood en busca de fama y fortuna y allí intervino en pequeños papeles sin la menor repercusión en sus intentos de triunfar. Así que se volvió a Europa y en el Reino Unido lo intentó una vez más.

Aquí "parece" que esté vestido de flamenco...

Hizo pequeños papeles en películas olvidables (en una, The aligator named Daisy, compartió pantalla con la ya comentada en éste blog, Diana Dors), y como no pasaba nada de nada, se volvió de nuevo a Hollywood, donde lo intentó una vez más. Papeles en películas como La mujer obsesionada (junto a Susan Hayward), Viaje Alucinante (junto a Raquel Welch), Isla al sol (con Dorothy Dandrige), El vengador sin piedad (con Joan Collins y Gregory Peck) no lograron lanzarle al estrellato.

Y, como ya hemos dicho, tuvo que llegar el Mesala de Ben Hur para que se le abrieran todas las puertas. Pero todo fue un espejismo y, tras intentar después mantener el status de estrella en películas como Venus Imperial (junto a Gina Lollobrígida), y algunas más, le llegó otra oportunidad de oro al ser elegido para hacer el Marco Antonio de la gran superproducción, Cleopatra. Diversos problemas con el comienzo del rodaje de la película más cara del cine hasta aquel momento, hicieron que, al final, el papel se lo llevara Richard Burton, el por entonces marido de la protagonista, Liz Taylor.

Con la almibarada Doris Day en Dumbo

Rendido ante la evidencia de que ya no lo lograría y, a falta de ofertas en la meca del cine, aceptó papeles en Europa en películas de muy escaso relieve. Sólo cabe destacar la superproducción de Samuel Broston, La caída del imperio romano, rodada en España, donde trabajó también para vulgares directores en películas nimias, como Mil millones para una rubia, quedando así relegado para acompañar a estrellas españolas de andar por casa como Analía Gadé, la protagonista del film, que dirigió Pedro Lazaga. Otra de sus películas españolas fue Marta, de J. A. Nieves Conde, donde daba la réplica a una exuberante Marisa Mell.


Su pose más característica, con cigarrillo en mano

También intervino en el cine italiano, igualmente en películas de tercera, donde ya lucía un físico en franca decadencia. En el año 1.977, cuando contaba 45 años de edad, sufrió un infarto que le costó la vida. Era todavía muy joven y, dada la constancia desplegada a lo largo de toda su carrera, seguramente lo hubiera seguido intentado. Y seguramente hubiera acabado consiguiéndolo. De todos modos, quedará en el imaginario de todos los espectadores de todas las épocas a partir de Ben Hur, por su interpretación de Mesala, personaje con el que llegó a turbar las apetencias eróticas del mismísimo Charlton Heston, eso sí, a través de su personaje cinematográfico.

Con Charlton Heston, de "vacaciones en Roma", durante el rodaje de Ben Hur

Como anécdota, se cuenta que durante el rodaje, y dada la conocida tendencia ultraderechista del señor Charlton Heston, el director William Wyler le tuvo que ocultar las verdaderos motivos de la enemistad de los personajes de Ben Hur y Mesala, que no eran otros que el rechazo de Judá a la atracción homosexual que le inspiraba su amigo Mesala. Stephen Boyd sí que lo sabía y también tuvo que ocultar ese dato a su compañero de reparto, el cual montó en cólera cuando se lo dijeron una vez terminada la película.

Stephen Boyd será para siempre, como máximo logro del estrellato que siempre ansió, el Mesala que nadie hubiera podido haber hecho más atractivo y creíble.

10/12/09

Paranormal activity

Fantasmas en la casa

Fotograma del tráiler promocional. No es una escena de la película

El caso de Paranormal activity es comprable al de El proceso de la bruja de Blair ya que estamos ante una película de confección amateur, hecha con una cámara y tres o cuatro actores, con un planteamiento similar a aquélla, con una utilización de los códigos narrativos prácticamente idénticos aunque con unos resultados algo menos aparentes. Y otra vez se nos quiere colar lo que estamos viendo en pantalla como algo que ha ocurrido en la realidad. Parece que eso de “basada en hechos reales” vende mucho más… pero sólo los más incautos pueden creer que lo que se ve en pantalla está basado en hechos reales. No pasa nada si la narración se enfoca desde un punto de vista de (ficticio) documental. Es algo legítimo pero no hay que llevarse a engaño: de hechos reales, nada. Pasaba igual en la película que le sirve de inspiración, la ya mencionada El proceso de la bruja de Blair.
Una pareja aficionada a los temas paranormales juguetea con una recién comprada cámara de vídeo intentando grabar, medio en broma medio en serio, lo que pudiera pasar en el dormitorio mientras ellos duermen. Dejar la cámara grabando en la habitación durante sus horas de descanso nocturno va a destapar la caja de los truenos y se van a llevar más de una sorpresa. La idea es muy interesante sobre el papel. Pero los resultados de Paranormal activity no lo son tanto. Podemos decir que la pobreza de medios es la culpable de que no se le saque demasiado partido a la propuesta… o que a pesar de esa pobreza de medios, la película funciona aceptablemente. Me voy a quedar con lo último, pues para desarrollar la idea argumental con más complejidad de lo que se hace, habrían hecho falta muchos más medios materiales para escenificar ciertas cosas que, a lo mejor, es bueno que hayan quedado en off.

Creo que el hecho de que las truculencias en que la película pudiera haber caído se dejen de lado y no se muestren dejándolas a la imaginación, enriquece la narración y por medio de la sugerencia se deja al espectador que se imagine todo lo que no se muestra y estaríamos deseando ver. La idea de apenas mover la cámara de un mismo sitio y darle a la misma todo el punto de vista de la película es, no cabe duda, el recurso más eficaz cuando no hay presupuesto y eso ya se vio en la ya mencionada El proceso de la bruja de Blair. Hace poco lo hemos visto hacer en REC - en sus dos partes- y también en Distrito 9, pero en ellas, pese a que no sean películas caras, sí que había un presupuesto coherente.

Paranormal activity es una película más bien insignificante pero no vergonzante y pese a que transcurre de forma monótona y es redundante en demasiadas situaciones, tiene varios golpes de efecto muy eficaces. Y lo que más se le agradece es que no abusa para nada de los sobresaltos comunes al género y soslaya la truculencia (pensamos que la falta de presupuesto puede haber sido una virtud) conteniendo el relato y dándole a lo insinuado su mayor capacidad para inquietar al espectador.

Como todos hemos leído u oído por ahí, Steven Spieberg está detrás de la promoción de esta pequeña película que antes de llegar a las pantallas estuvo montada en la red durante bastante tiempo y donde parece ser que cosechó bastante fama. Fue llegar a oídos (y ojos) del rey midas del cine y hacerse con los derechos de explotación de la películita y de preparar la correspondiente versión bajo parámetros presupuestarios muy diferentes a los de Oren Peli, el director de este “sleeper” que ha arrasado en las taquillas americanas, pero que, me temo (o me alegro, no lo tengo claro), que es algo que no va a pasar en las taquillas españolas. Quien no vaya a verla no se pierde nada.
Calificación: *

8/12/09

El baile de la Victoria II

Aclaración/rectificación

A vueltas en mi cabeza con el tema principal de El baile de la Victoria, algo me decía que no sólo lo había oído en El cielo protector y, escarbando escarbando en la memoria y en internet, he encontrado por fin dónde más la había oído. La música está también en la banda sonora de Herida, una gran película de Louis Malle. Pero tengo un problema para explicarme de quien es realmente la composición, si de Sakamoto, que firma la música de El cielo protector o de Z. Preisner, que firma la de Herida.
.
Teniendo en cuenta que El cielo… es de 1989 y Herida de 1992 parece claro cuál es el origen. Pero en ninguna de las informaciones de Herida que he localizado por internet, se dice que el original sea de Sakamoto. Así que, mientras no se demuestre lo contrario, primero estuvo en El cielo protector por lo habrá que adjudicársela a Sakamoto. Pongo en el Mixpod videos de El Cielo protector, de Herida y de El baile de la Victoria. Si alguien tiene información más precisa de cuál ha compuesto realmente la partitura, le agradecería que la expusiera aquí.

P.D. Con El baile de la Victoria me está pasando algo que muy raramente me ocurre. Una vez vista una película, lo normal es recordarla, para bien o para mal, con cierta distancia y objetividad. A veces, una película que ni siquiera te ha parecido perfecta en un primer visionado, se te mete en la cabeza y no puedes evitar que te martillee pensando en ella casi obsesivamente, engrandeciéndola en el recuerdo.


Es lo que me ocurre con El baile de la Victoria, una película que quizás tenga muchas más
cualidades de las que en un principio le vi. Como mínimo, la
emoción que me produjeron ciertos pasajes perdura y sique vivo, engrandeciéndose en el recuerdo. Que una película te conmocione así, merece que la consideres una gran película. Es mi caso, por lo que me deja perplejo, y hasta llega a dolerme, lo maltratada que está siendo por una parte importante del
público y de la crítica.