La naturaleza del caos
Lo imposible no solo
cumple con las expectativas y es un taquillazo impresionante sino que
bate todos los récords y a la hora de escribir ésto ya se ha
convertido en la película que más ha recaudado en su día de
estreno en España. Una excelente noticia en unos momentos tan
difíciles para las salas de exhibición del país tras la reciente
subida de las entradas. El mérito es incuestionable pues no se trata
solo de que sea la película española más vista, sino que supera
con creces a cualquier producción internacional.
Queda claro así que en España se
puede hacer un cine comercial que compita en el mundo, pese a que las
películas que lo demuestren sean realmente escasas. Hasta ahora,
solo de Alejandro Amenábar se podía decir que su cine se codeaba en
las taquillas internacionales con los buenos directores más
comerciales. Juan Antonio Bayona se consolida con Lo imposible
como el otro cineasta capaz de arrasar en el ámbito
internacional lo que sin duda volverá a hacer con esta película
tras el gran éxito que fue su opera prima El orfanato.
Lo imposible es una película que debería ser
enjuiciada desde una perspectiva netamente objetiva, teniendo muy en
cuenta los códigos del cine de género en que se encuadra y no
buscarle virtudes a las que seguramente no aspira. Estamos ante un
cine comercial digno convencido de cuales son sus metas y, desde
luego, las consigue con nota alta.
Juan Antonio Bayona tiene como referente en Lo imposible
a cineastas muy concretos. Ya le pasaba lo mismo en El
orfanato, una película demasiado transparente como para
dejar dudas de sus modelos que no eran otros que el ya mencionado
Amenábar de Los otros y el Jack Clayton deThe
innocents sin que consiguiera arañarles a ninguno más
autoría que la del remix argumental y la parte más superficial de
esas dos grandes obras: su virtuosismo visual y de puesta en escena.
Pero El orfanato no llegaba a la complejidad de Los
otros ni, desde luego, a la hondura alusiva de esa obra
maestra que es The innocents.
En cuanto a Lo imposible es, digámoslo ya, una película que bebe
del cine del Steven Spielberg más sensiblero y lacrimógeno, dicho
sea sin ánimo peyorativo, en la que sí que se consigue, no solo
estar a la altura del modelo sino que, en mi opinión, sortea con
bastante fortuna los machacones latiguillos spielbergianos sobre los
buenos sentimientos y las encrucijadas ético-sentimentales que, aquí
también, desencadenan en lo personajes unos hechos que les
sobrepasan poniéndolos a prueba obligándolos a madurar.
Así, durante toda la proyección de Lo imposible quien
esto escribe tuvo muy presente que Bayona había visto sin ninguna
duda la película de Spielberg El imperio del sol y que
esta le había servido de modelo paras desarrollar las peripecias de
sus personajes.
El protagonista aquí es Lucas (Tom Holland,
excelente) que, al igual que el James (Christian Bale) de El
Imperio del sol es forzado a crecer prematuramente tras el
tsunami físico y emocional al que se ven arrastrados.
En Lo
imposible un tsunami real y en El imperio del
sol el provocado por una guerra que le arrastra fuera de su
contexto y de su familia, recorriendo una naturaleza arrasada física
y humanamente desolada.
Quiero eludir en mi comentario temas como el de los efectos
especiales, dónde han sido rodados, de su realismo visual , de todo
esas cuestiones que podemos leer en tantas y tantas reseñas sobre
Lo imposible, una película comercial con una dignidad
formal formidable que cuenta una historia en principio maniquea y
que, sorprendentemente, Juan Antonio Bayona reviste de un fuerte
contenido emocional impregnado de autenticidad que evita el subrayado
lacrímógeno.
Una contención a la hora de desatar emociones que le confiere una verdad a las imágenes y a los
personajes que es potenciada por esa estupenda pareja de actores (
Ewan MacGregor y Naomi Watts) elegidos como protagonistas para
vender la película en todos los mercados, lo que entra dentro de esa
detallada estrategia de vocación comercial internacional con que ha
sido producida esta película que ha venido como agua de Mayo al
paupérrimo panorama del cine español actual.
Calificación: ***