24/5/10

NO RETORNO (Criminal), rodaje en Alicante




Presentación del rodaje a los medios. En la foto del centro, Cohan da instrucciones a Bárbara Goenaga, de espaldas Leonardo Sbaraglia, los tres, bajo los flashes de los fotógrafos. Arriba y abajo, rueda de prensa, con la asistencia de la directora del complejo cinematográfico, Elsa Martínez.

Las fotos de arriba han sido cedidas para el blog por el gran periodista gráfico Juan Carlos Soler

Los estudios de cine alicantinos Ciudad de la Luz han iniciado el rodaje de una nueva película producida por Gerardo Herrero, tras las estimables El corredor nocturno (dirigida por él mismo) y Las viudas de los jueves, ambas rodadas parcialmente en Alicante y provincia y ya comentadas en este blog. Su título, No retorno (Criminal), no es todavía el definitivo. Al hilo de ello tengo que decir que no me gusta, que me parecer anticomercial y que sería conveniente que se buscara otro más atractivo para captar la atención del futuro espectador. Propongo "Sin retorno".

Bárbara Goenaga

En la presentación a la prensa especializada , que ha tenido lugar hoy día 24 de mayo, en uno de los platós que acogen el rodaje, estuvieron presentes gran parte del equipo, acompañados de la directora del complejo cinematográfico, Elsa Martínez. Director y productor dieron a los medios que acudimos a la cita, cuenta detallada de los pormenores de la filmación y del argumento de la película.

Leonardo Sbaraglia

Basada en un guión original de los hermanos Ana y Miguel Cohan, está siendo dirigida por éste en lo que es su debut en la dirección, tras trabajar como ayudante de Marcelo Piñeyro en Cenizas del Paraíso, Plata quemada, Kamchatka y El método.

Gerardo Herrero

La película es un thriller con implicaciones sociales y éticas en el que un joven muere atropellado por un conductor, y en el que (extraído de la sinopsis), "…el culpable huye sin dejar rastro. Ninguna prueba lo incrimina. Pero el padre del joven, acompañado por los medios de comunicación, exige encontrar al responsable y llevarlo a la cárcel”.

Federico Luppi

Una sinopsis que nos recuerda el comienzo de grades películas como Accidente sin huella, de Claude Chabrol, Muerte de un ciclista, de Juan Antonio Bardem o la muy reciente, también de nacionalidad argentina, La mujer rubia/La mujer sin cabeza, de Lucrecia Martel, ya comentada en este blog. Tanto Gerardo Herrero, productor, como Miguel Cohan, director, quieren dejar claro que ninguna de estas películas tiene nada que ver con No retorno (Criminal), más allá de ese parecido en su punto de partida.

Ana Celentano

Miguel Cohan se muestra entusiasmado con su equipo, lo mismo que el productor Gerardo Herrero. Los dos hablan maravillas de sus actores. Leonardo Sbaraglia repite otra vez con Herrero tras las recientísimas El corredor nocturno y Las viudas de los jueves.


Miguel Cohan

Por la parte femenina, la protagonista es la donostiarra Bárbara Goenaga, según el productor la gran promesa del cine español, algo con lo que desde luego estamos de acuerdo a la vista de sus excelentes interpretaciones en películas como Oviedo Expréss, de Gonzalo Suárez, o en Los cronocrímenes, de Nacho Vigalondo.

Martín Slipak

La película, que transcurre enteramente en Argentina, cuenta también en su reparto con Martín Slipak, Federico Luppi, Luis Machín y Ana Celentano.

Luis Machín

Tratándose de una producción de Gerardo Herrero, no cabe duda de que estamos ante uno de los acontecimientos cinematográficos de la próxima temporada.

Las dos fotos son de Juan Carlos Soler.

21/5/10

Habitación en Roma

Me siento extraña

La nueva película de Julio Medem era esperada con expectación por el aficionado y la crítica. Su anterior película, Caótica Ana supuso un importante revés en el prestigio del cineasta pese a que su relativo fracaso de crítica y público fuese muy contestado desde sectores incondicionales del director vasco, que defendieron la película con el mismo apasionamiento que la mayoría del público y de la crítica la vilipendiaba. Personalmente, Caótica Ana me pareció un compendio de los excesos y de los tics más irritantes de un director que ha sabido dar momentos antológicos de gran cine y de buen narrar. Vacas, La ardilla roja, Lucía y el sexo, pero, sobre todo, Los amantes del Círculo Polar son suficientes ya para considerar a Julio Meden como uno de los cineastas más importantes de España y de Europa, y cada nueva película suya es un acontecimiento.

Habitación en Roma juega con casi todas las constantes del “universo Meden”. El azar, el amor arrebatado, el sexo, el destino, las falsas apariencias, el lirismo conceptual… todo compendiado en una historia intimista, minimalista, en la que entran en juego sólo tres personajes (pese a que el secundario elemento masculino tenga una función netamente catalizadora), donde dos mujeres, una española y la otra rusa, que coinciden en la noche romana justo unas horas antes de que ambas abandonen la ciudad, acaban en la habitación del hotel de una de ellas, que es lesbiana. Este encuentro será determinante para ambas, en lo que un principio pretende ser una noche más de sexo para una, y de experiencia iniciática para la otra.

A lo largo de cinco escasas horas en la vida de los personajes, asistiremos a un ritual en el que, a través del sexo, las dos mujeres irán desnudando su interior en justa equivalencia a la desnudez de sus cuerpos. Es un proceso en el que se van e explorar hasta los últimos rincones del cuerpo y del alma, y que va a poner en su sitio las dudas identitarias de una, y las certezas vitales precariamente asumidas de las dos. El encuentro sexual irá derribando las diferentes capas de autoprotección en las que se escudan, al menos uno de los personajes, al mismo tiempo que se van despojando de ropajes y de inhibiciones exteriores...

Estamos ante una película en la que es muy difícil la contención en escenas sumamente delicadas y es muy fácil caer en reiteraciones. La película soslaya con gran sensibilidad todos esas trampas del guión y consigue casi siempre no caer en el exceso, lo que, si hablamos de Julio Medem, es doblemente de agradecer. Hay sin embargo una secuencia que casi echa por tierra todos los logros que contiene en este sentido y es la de la bañera inundada de rojo con ese Cupido pintado en el techo del baño lanzando su flecha. Creo que esta secuencia produce rubor ajeno por su obviedad y su simpleza y es la única, o casi la única, que muestra esos excesos del señor Medem en los que se prodigó tan generosamente y sin medida en su anterior película, la ya mencionada Caótica Ana. Aun con sus defectos, Habitación en Roma es la recuperación de un cineasta al que ya echábamos de menos.

Me ha gustado mucho el trabajo de las actrices. Elena Anaya ya no es una sorpresa pues siempre está estupenda pero sí que me sorprende el trabajo de una bellísima Natasha Yarovenko a la que no conozco. Y hay una selección musical realmente preciosa a cargo de la británica Jocelyn Pook y de española Russian Red, ambas, artistas indies que navegan por estilos y cadencias que mezclan muy diversos géneros. La belleza de las imágenes están muy bien potenciadas por estas dos grandes artistas, casi desconocidas para el gran público, que, seguro, a partir de Habitación en Roma se las va a considerar de otra manera. Habitación en Roma se inspira en una película chilena que se titula En la cama, de la que no puedo opinar pues no la he visto todavía.

Calificación: ***

17/5/10

Madre amadísima



Mariquitas en el franquismo

Madre amadísima es una rareza en el panorama cinematográfico español (no digamos ya en el internacional) que está hecha desde la sinceridad, la modestia y la convicción de que no va a arrastrar hasta el cine a ese público que generalmente suele acudir a las salas los fines de semana cargado de palomitas y chuches. Un público que seguramente va a abominar al ver la publicidad (que debe ser muy escasa) que ponen en las marquesinas de las entradas de los pocos cines en los que logre proyectarse, y que algunos dirán de la película que es otra españolada más “pagada con nuestros impuestos”.

Llama la atención que Madre amadísima asuma sin complejos su condición de película diferente y marginal, en una ¿casual? equivalencia con lo que ocurre con su personaje principal, otro diferente que asume también con amor propio su marginalidad y su pertenencia a una minoría ignorada, cuando no directamente despreciada durante los años en que le tocó vivir. Madre amadísima está hecha con cuatro cuartos y con la certeza de que va a tener un público muy concreto y escaso. Y no me refiero al público que pertenece al segmento social y humano en el que se ubican sus personajes.

Un carroza homosexual y mariquita (maricón es la palabra que más se pronuncia en la película) cuya ocupación es vestir santos en una iglesia sevillana, rememora su vida mientras atavía ceremoniosamente la imagen de una Virgen. En ese proceso le toca a él desnudar su alma en una conversación con la imagen, suerte de catarsis que le irá preparando para asumir la inminente e irreversible soledad de su vejez.

La narración nos lleva en una serie de flashbacks a la infancia de personaje en los que vamos a contemplar el desarrollo y la evolución de Alfredito, un niño afeminado y sensible que tuvo la mala suerte de nacer en la España franquista de los cincuenta. En esa evolución a través de todos estos años, vamos a observar también jugosos apuntes de la sociedad de entonces, de los cambios en nuestro país y, sobre todo, vamos a enterarnos de cómo fueron esos años para los homosexuales. En realidad para los mariquitas, pues los homosexuales carentes de pluma disponían de más resortes para autoprotegerse y disimular su naturaleza. Los mariquitas, al no poder esconder su condición, en la dictadura lo tenían realmente difícil, cuando no directamente trágico, ya que eran blanco fácil de mofas, escarnios y humillaciones.

El machismo, los malos tratos, la intransigencia, la represión, la falsa moral, la hipocresía de la Iglesia y su connivencia con la dictadura... cuestiones todas ellas en su apogeo durante los cincuenta y sesenta, años de juventud del personaje, que acaba asumiendo su dignidad como persona y su inevitable marginalidad, como tantos y tantos mariquitas de aquéllos años, a base de relativizar su propio drama y de acabar haciendo bandera de su "defecto". La llegada de la democracia les supuso un relativa liberalización y el incio de una lucha por sus derechos que ya parece que tengan ganada.


Madre amadísima es una película sincera que aborda todo lo ya expuesto con relativa propiedad, pero que resulta a todas luces insuficiente a la hora de rematar su discurso. Apunta cuestiones realmente dramáticas sobre la homosexualidad (sobre los afeminados, mejor) en la España de Franco, pero sin llegar a profundizar lo suficiente. Un quiero y no puedo que no obstante nunca se hace antipático. Pero debemos tener en cuenta que se trata de una película realizada con escasos medios, sin apenas apoyo y que dispara de por libre con muy escasas municiones.

Basada en una obra teatral del sevillano Santiago Escalante que se ha representado con éxito durante un tiempo en la capital andaluza, Madre amadísima ha sido adaptada al cine por el propio autor, que además tiene un papel en la película, y ha sido dirigida por Pilar Távora diez años después de su primer trabajo en el largo, Yerma, que no he visto pero recuerdo que fue muy bien acogida por la crítica.

En definitiva, Madre amadísima es una película menor pero sincera y honesta que no está de más ver y que cuenta con unos actores que hacen muy creíbles sus personajes. Ramón Rivero, Alfredito de mayor, ya había representado al personaje en el montaje teatral y el debutante José Burgos hace un Alfredito joven, frágil, simpático y entrañable, muy natural y gracioso soltando la pluma hasta el punto de que llegas a pensar (con todos los respetos…) si no será mariquita el propio actor. Mis mayores simpatías por esta singular y sincera peliculita.

Calificación: **

15/5/10

El mundo sin Suzie Wong

El mundo de Amina Assem
(El nombre puede ser ficticio)

¡Hola!... Ya se acabaron esas merecidas vacaciones de las que hablaba en el post de más abajo. Snif, snif…



Aunque El Blog de Scotty vaya de comentarios y reflexiones más o menos cinéfilas, no me resisto a la tentación de poner excepcionalmente este abanico de fotos de mi viaje a Fez, pese a que puedan parecer inapropiadas y fueras de contexto. Pero…


Y como todos los buenos cineadictos vivimos y vemos la vida desde la perspectiva del objetivo de una cámara, mi paso por la ciudad marroquí ha sido como vivir una película ambientada en un exótico escenario digno de Las mil y una noches, en el siglo veintiuno.


Por las fotos que vemos, el escenario y su exotismo apenas han cambiado de cómo lo imaginamos y de cómo creemos que pudieron ser en la época de aquellos relatos. Que NO estuvieron ambientados en Marruecos, lo sé, pero que sí reflejan un entorno, una fauna y una mentalidad necesariamente coincidentes.

Advierto, aunque quizás no haga falta, que haciendo fotos me he centrado en la Fez antigua, la que permanece anclada en siglos y siglos de tradición; la que apenas ha evolucionado y se mantiene casi intacta en ese entorno cerrado por los kilómetros de murallas que separan la Medina, el impresionante distrito que se resiste a ser invadido por el progreso, del resto del mundo.


Es así, aunque paradójicamente sus habitantes acojan con ansiedad a los que llegamos hasta ellos, para ofrecernos en una especie de hospitalidad interesada su voluptuosa forma de vida y sus mil y un productos y recibir de nosotros respeto y admiración y, quizás, lo que más les conviene: nuestras divisas. Pese a los cientos de turistas que puedan visitar a diario esta impresionante urbe, la Medina aparece prácticamente incontaminada de costumbres foráneas.

Naturalmente existe otro Fez, moderno y occidentalizado, pero no es el que me interesa para mostrar en fotos a mis amigos del blog, a los que pido disculpas si consideran que todo esto no viene a cuento. O sí…

En mi anterior entrada hablaba de cuanto me gustaría que mi visita a Fez tuviera algún paralelismo con la de William Holden a Hong Kong en El mundo de Suzie Wong.


Pues… como si una historia de cine se tratase, sí que ha habido paralelismos. Increíblemente, El mundo de Suzie Wong va a ser a partir der ahora una de las película de mi vida, casi por delante de mi fascinadora Vértigo.

Acabo ya advirtiendo que probablemente todo lo que digo o sugiero sea producto de mi fantasía o que, directamente, sea una película que me he montado a conciencia para alimentar mi autoestima y además fardar aquí de que he conocido a mi particular Nancy Kwan.

Y de que puedo ser tan seductor como Willian Holden. El cine, ya se sabe, es todo ficción aunque nosotros los cienadictos lo vivamos y lo percibamos como más real que la realidad misma. Y si pasamos unos días sin cine… directamente nos lo inventamos.








Ah, encantado de volver al blog y de poderme comunicar otra vez con todos ustedes..

5/5/10

Scotty de vacaciones

Queridos amigos, el blog va a descansar una semana, el tiempo justo en que yo también me voy a tomar unas mini vacaciones. Bueno: me voy a Fez unos días...

Me he encontrado este vídeo en el youtube. Es de una película que me encanta, El mundo de Suzie Wong, rodada por un Richard Quine en su mejor momento. Corría el año 60. La música no es la original de la película, pero ilustra a las imágenes maravillosamente... y me hace soñar con algún paralelismo entre mi viaje a Fez y el de William Holden a Hong Kong. Espero que les guste y lo disfruten mientras yo disfruto también de unos merecidos días de descanso.

Ah!, canta Rose Laurens, a la que no tenía el placer de conocer.

Abrazos y.... ¡hasta pronto!

3/5/10

Que se mueran los feos

La parada de los monstruos

No vi Fuera de carta, la primera película de Nacho G. Velilla estrenada hace una o dos temporadas pero, considerando que tuvo cierto éxito de público y de crítica, me ha picado la curiosidad y tras una aburrida tarde de compras en unos grandes almacenes, he cedido a las presiones de mi acompañante que me ha arrastrado a ver Que se mueran los feos, un título que remite a la música y a los ambientes más horteras de los sesenta ya que fue (es) el título de una canción de un conjunto musical, Los Sirex, grupo muy popular entre los chicos ye yé de la época. En Que se mueran los feos la canción que le da título es canturreada, tarareada y chinchinpuneada hasta el agobio por casi todos los personajes de la película sin que comprenda muy bien el por qué se elige esta forma de grueso subrayado para que entendamos que los protagonistas son muy conscientes de sus escasos atractivos y exorcizan sus complejos haciendo bandera de sus defectos. Por otro lado, los personajes de Que se mueran los feos están anclados en la misma mentalidad de la España periférica o rural de hace cuarenta años, la época dorada de sus canciones de cabecera, por mucho que vivan en el 2010 y demuestren, al margen, inquietudes musicales mucho más refinadas. El personaje principal, Javier Cámara, toca la trompeta con gran sensibilidad y acaba consiguiendo ser admitido en el Conservatorio. Las canciones de sus vidas, con las que se divierten y se identifican los protagonistas, son rancios éxitos de los sesenta/setenta y tienen especial preferencia por los temas más famosos de la Eurovisión de aquellos años.
Que se mueran los feos cuenta las peripecias de un grupo de personas que viven en un pequeño pueblo de la España rural, grupo en el que, curiosamente, varios de sus componentes arrastran algún tipo de minusvalía, ya sea física o mental, o ambas. Estamos ante un extravagante ramillete de personajes que aparecen como carne de cañón para ser munición y blanco de risas, mofas y demás escarnios que practicar desde la butaca en que los contemplamos, pero que se nos acaban revelando entrañables y cercanos a nosotros mismos. En Que se mueran los feos (y curiosamente también en la muy reciente Nacidas para sufrir), nos adentramos en ambientes rurales que nos parecen de otra galaxia, pese a que sus gentes asumen con bastante desparpajo las nuevas costumbres y las nuevas formas sociales de nuestra “avanzada” democracia, las practican y las rentabilizan. Son catetos que aprovechan con desparpajo las libertades de los nuevos tiempos y saben gestionar muy bien sus problemas con mentalidad de vanguardia, pero sin desprenderse ni de las costumbres ni de unos comportamientos formales, apenas o nada evolucionados desde la época de esplendor en qque triunfaban sus canciones favoritas. En definitiva, según se muestra en Que se mueran los feos, como ya vimos en Nacidas para sufrir, la España profunda sigue existiendo, tan cazurra, tosca y ordinaria como la que nos retrataban las películas de Alfredo Landa, de López Vázquez o de Lina Morgan, por ejemplo, pero con personajes puestos al día y acordes con las nuevas costumbres.

Que se mueran los feos y Nacidas para sufrir son dos películas asombrosamente coincidentes en el reflejo de la España rural más rancia de ahora mismo y juntas podrían conformar una suerte de inicio de un nuevo género cinematográfico español, equivalente al agro –cazurro-pop- sesentero/setentero, pero convenientemente actualizado a tenor de las nuevas circunstancias sociales del país en el nuevo milenio. Los catetos de pueblo de la España de 2010 tienen mucho más recursos para la autodefensa y saben hacerse respetar, pero, en esencia, son tan patéticos y sublimemente esperpénticos como los de las películas de Luis M. Delgado, Pedro Lazaga, José Luis Merino, Antonio del Amo, Saenz de Heredia, Rafael Gil y tantos y tantos cultivadores del cine de los sesenta y setenta con catetos a babor, a estribor, en Villaconejos de Arriba o en Villaconejos de Abajo, películas que fueron la columna vertebral del cine español de los años de esplendor del franquismo.Tanto Que se mueran los feos como Nacidas para sufrir subliman ese tipo de cine falsario, de pueblerinos de los que reírse, y lo reciclan dignificándolo, dándole la suficiente complejidad a los personajes y a las historias como para que nos riamos con ellos en vez de de ellos. Mi recurrente comparación entre las dos películas la creo necesaria pues me llama mucho la atención que el cine español vuelva su mirada hacia ese género tan denostado y lo haga por fin con cariño, con respeto y con inteligencia.

Que se mueran los feos me ha parecido una agradable y divertida comedia repleta de situaciones hilarantes, en apariencia fácil y vulgar pero que contiene una alta carga de sutileza y una gran capacidad de observación. Frases hechas o recurrentes, mil veces oídas, están aquí llenas de reconocible costumbrismo. Los pobres diablos de Que se mueran los feos nos resultas cercanos y sus esperpénticos retratos, por muy irreales que los reflejen, nos recuerdan que existen. Que esa España que nos muestra está detrás de ese espejo en que las dos películas mencionadas nos la enseñan, deformada, exagerada, pero todavía muy viva. Ya no cabe reírse de ella pero sí nos podemos reír con ella.

Mención especial al conjunto de actores, todos divertidísimos, sin cuyos excelentes trabajos seguramente yo no me hubiera reído tan a gusto.

Calificación: **