El convento de las monjitas traviesas
"El haber revisado Entre tinieblas en una copia VHS procedente de una grabación televisiva más que pésima, puede influir en mi apreciación de que la película está bastante afectada por el paso de los años y que el Almodóvar que entonces provocaba estupor y carcajadas hoy aparece como un provocador un tanto superficial e inofensivo. Entre tinieblas es un producto típico de los primeros años ochenta, dónde la explosión de libertad y tolerancia tras la dictadura estaba en su grado máximo y donde en el Madrid de la llamada "movida madrileña" el director manchego era su máximo agitador. Almodóvar todavía no se había puesto trascendente y denso y sus provocaciones eran simples petardos con los que no iba, desde luego, a dinamitar convenciones ni a derribar tabúes, fueran éstos religiosos o sociales. Seguro que, de haberse rodado ahora, ésta película hubiera tenido algún roucovarela, algún juezdelolmo y algún que otro losantos para anatemizarla con la intransigencia que caracteriza hoy a los religiosos y a los conservadores. Entre tinieblas me ahora parece tan kitsch y tan ingenua como las provocaciones de un chiquillo al que se le dice que sea bueno y responde: "caca, pedo, culo, pis". Y los mayores lo miran con indulgencia y le ríen sus gracietas de niño mimado. La congregación de religiosas de esta película, tan desorbitada y tan esperpéntica, está exenta de cualquier causticidad y, en el fondo, no hace ni cosquillas a ningún estamento de los que caricaturiza, religiosos y burgueses, ni de antes ni de ahora. Meras excusas para Almodóvar que desplegaba habitual metralla de ocurrencias petardas y mariquitas. Entre tinieblas es una cascada, un torrente, de sarasadas, muy graciosas, sí, pero absolutamente inocuas. A ver: quiero que no se me mal interprete y que no se me lea en clave despectiva a alguna postura. Sólo es constatar mi forma de haber percibido hoy esta película gracioseta. con diálogos ingeniosos (dentro del estilo que Almodóvar solía desplegar en aquella su primera etapa) en la que la provocación y el amaneramiento eran sus constantes. Diálogos y situaciones cuadran perfectamente con toda la iconografía gay que en 83 estaba de rabiosa actualidad.Por otro lado, Entre tinieblas es quizás la película que mejor se ajusta al calificativo que se acabó dando a las actrices que repetían con el manchego: "chicas Almodóvar". Todas aquí son genuinamente almodovarianas, aunque creo que el término cuajó definitivamente con la sofisticada y bastante más graciosa Mujeres al borde de un ataque de nervios. Desde la madre superiora a la última de las novicias de esta peculiar congregación hablan y actúan con el marchamo de las genuinas chicas Almodóvar. Aunque encuentro algún que otro error de casting, como por ejemplo el de Cristina Sánchez, absolutamente insignificante. Visto lo que Marisa Paredes hizo después para el mismo director, es ésta actriz la que hubiera estado perfecta para el papel de la descarriada cantante. Lo hubiera hecho con mucha más solvencia y con el hechizo, necesario para convencernos de su capacidad para cautivar a tan particular congregación. Y resulta muy curioso comprobar que en esta película coral ya estaban casi todas -o todas- las actrices que después le darían grandes interpretaciones en papeles realmente importantes. Y es aquí, me parece, donde Almodóvar inicia ese regusto suyo por subrayar con grandes boleros el tono fatalista y sufridor que infiere a sus personajes, potenciando su dramatismo también por la vía auditiva. Se repite como leit motiv el Encadenados, de Lucho Gatica, ideal complemento para la "encadenada" madre superiora. Y una curiosidad: un año después Mary Carrillo haría una marquesa de caracterización muy similar, aunque nada graciosa y bastante más estremecedora, en la estupenda Los santos inocentes". Calificación: ** |
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