El origen del planeta de los simios

De monos y hombres

Después del lamentable remake que hace muy pocos años perpetró Tim Burton del clásico de la Sci-Fi de los sesenta El planeta de los simios, nos llega esta estimulante variación sobre el tema, dirigida por el debutante Rupert Wiatt, director inglés que llega al largo con un nimio bagaje experimental en el terreno del corto. Su trabajo aquí es más que correcto y sus aciertos predisponen a pasar por alto las concesiones habituales inherentes al género, inevitables (por lo visto) en el cine de hoy día donde las raciones de efectos especiales superfluos y los intermedios de acción trepidante, vengan o no a cuento, parece que son inevitables.

En todo caso, si estos defectos existen en El origen del planeta de los simios es evidente que el director se cuida muy mucho de incluir los justos y necesarios para que tanto el público más palomitero como los productores queden satisfechos sin que su dirección pierda el pulso y acabemos desentendiéndonos de unos personajes y de una historia que tiene el suficiente sustrato como para considerar con respeto lo que se nos está contando.

El origen del planeta de los simios se apoya en un guión milimétrico, documentado y razonado, con la suficiente autenticidad como para que todo lo que va aconteciendo tenga sentido y no insulte la inteligencia del espectador, algo muy de agradecer en el género en estos tiempos que corren. La película da las claves para entender todo lo que pasa en la novela de Pierre Boulle y en el film de Franklin F. Chaffner y sus guionistas, el matrimonio formado por Rick Laffa y Amanda Silver (también involucrados en la producción), tienen la elegancia de no subrayar en exceso su discurso. Incluyen también un guiño/homenaje a El planeta de los simios y a la frase más famosa de aquella, la que pronuncia Charlton Heston cuando habla por primera vez dejando estupefactos a los civilizados simios: “¡Quítame tus sucias manos de encima, mono asqueroso!”

"Ligeras" concesiones a la galería

El origen del planeta de los simios se erige así en un espectáculo nada gratuito, donde el discurso de fondo no es sino la eterna cuestión que atenaza al hombre desde que evolucionó a tal: el enfrentamiento entre opresores y oprimidos y la lucha por la libertad. Los efectos especiales y las nuevas técnicas de maquillaje hacen que la evolución de los monos, hasta convertirse en casi humanos, logre un componente de realismo ausente en las versión de los sesenta por razones que no hace falta citar.

Es verdad que, como apunto más arriba, este aspecto de veracidad visual de las composiciones de los “animales” ralentiza en algunos momentos y, junto con las inevitables concesiones a la acción, la evolución de una historia llena de credibilidad se estanque. Hay algunos de los tópicos más habituales en el género y al maniqueísmo de “buenos” (los monos) y “malos” (los humanos) no hayan logrado dotarlo de la complejidad deseable en una historia que transcurre por caminos de veracidad que, como espectadores, acabamos considerando.

En todo caso, de El origen del planeta de los simios puede decirse que es una estimable aportación al género y una acertada explicación a las preguntas que nos dejaba en el aire la famosa película de Chaffner y sus diferentes secuelas. Olvidémonos conscientemente de la versión de Tim Burton sobre la que, como las comparaciones son odiosas, mejor corre un tupido velo por respeto al genial autor de Sleepy Hollow.

Clasificación: ***