Gracita Morales

La graciosa oficial del cine español de los sesenta.

¿Qué tal si dedicamos un respetuoso recordatorio a una de las actrices más populares del cine español del franquismo? Gracita Morales, más allá de las películas en las que intervino (pensadas para el consumo popular de un país escasamente formado en lo intelectual y nada exigente como espectadores), consiguió ganarse a la audiencia por la cercanía de los personajes que compuso, tan cercanos y reconocibles, hasta el punto de que el público la acabó viendo como a una más de la familia.

Gracita Morales fue para todos como una hermana, una vecina, una amiga dicharachera, esa asistenta que algunos podían permitirse y en la que confiaban plenamente hasta considerarla de la casa. Gracita fue alguien cercano y entrañable que todos reconocíamos y queríamos, aceptándola como algo nuestro y considerándola alguien “como nosotros”.

Puede que para algunos resulte chocante dedicarle tiempo y espacio en un blog (El Blog de Scotty) en el que se ha procurado siempre mantener un tono más o menos cinéfilo. Pero la cinefilia engloba a todas las tendencias y a todos los géneros y artistas. Gracita Morales es, sin ninguna duda, digna de la atención de todo el que ame el cine en su más amplio espectro.

Esta madrileña nacida en el año 1928 debutó con la película Elena (1954) de un tal Jesús Pascual, sin que llamara para nada la atención. Hasta 1958 no consiguió un nuevo papelito en la gran película de Fernando Fernán Gómez La vida por delante.

Pero su debut propiamente dicho, por la repercusión popular que le reportó su papel, llegó en 1960 cuando interpretó a una de las amigas prostitutas de Maribel en la traslación al cine de la obra de Miguel Mihura Maribel y la extraña familia, dirigida por José María Forqué. Hizo un papel que ya había representado con acierto en el teatro.

Fue el comienzo de una pausada carrera hacia la popularidad, que la convirtió durante la siguiente década en una de las actrices más famosas y queridas del cine español. Su voz inconfundible, aflautada y chillona y su aspecto candoroso y desvalido caló en el público hasta el punto de que no había película en que ella saliera que no fuera un éxito de taquilla, gracias en parte a su presencia.

No hacía falta que fuera la protagonista, bastaba que “trabajara” Gracita Morales para que el público fuera a verla de forma incondicional hiciera el papel que hiciera. No obstante a lo largo de su carrera hizo más protagonistas de lo que pudiera creerse, si bien fue en algunas composiciones secundarias donde dio lo mejor de sí misma.

Títulos relativamente prestigiosos la incluyeron e sus repartos. La ya nombrada Maribel y la extraña familia, Mi calle (1960) de Edgar Neville, Diferente (1962) de Alfredo Alaria, Atraco a las tres (1962) de José María Forqué, El sol en el espejo (1962) de Antonio Román…

Pero su carrera derivó al cine abiertamente populachero donde llegó a ser la reina de la taquilla. Su máximo apogeo popular coincidió con una serie de astracanadas rodadas a las órdenes de Mariano Ozores en las que hizo pareja con José Luis López Vázquez.

Juntos salieron como protagonistas en Un vampiro para dos y Cómo casarse en siete días (un Fernando Fernán Gómez en horas muy bajas) en Operación secretaria, Despedida de casada, Operación cabaretera, Operación Mata-Hari… películas que marcaron el zénit de su popularidad.

Sus particulares características físicas bastantes autolimitativas y los problemas personales que empezaron a acuciarla la fueron alejando de esa privilegiada primera línea que había conseguido y su carrera fue decayendo conforme su desparpajo y gracejo iban perdiendo frescura, hasta acabar aceptando películas con papeles sin ningún peso específico.

Su última intervención en el cine fue en Canción triste de… (1989) dirigida por Mariano Ozores y José Truchado. No fue precisamente la mejor despedida para una actriz que había sido tan querida por el público español. Este ya le había dado la espalda y la película, mala con ganas, fue a pesar de ella un absoluto fracaso en las taquillas.

Muy tocada por la edad, las enfermedades y los problemas personales, se retiró (o la retiraron) definitivamente. Murió en el año 1995, se dice que sola y olvidada de casi todos sus compañeros de trabajo de entre los que durante un par de décadas antes había sobresalido en popularidad, propiciando con su éxito taquillero el trabajo de muchos que luego le dieron la espalda...

Valga este post como homenaje personal a una actriz que fue capaz de hacernos sonreír o reír a carcajadas en unos años en que tan necesitados estábamos de evadirnos de una realidad muy poco reconfortante. Unos años en que las pantallas de los cines se convirtieron en el único espejo que podíamos traspasar para vivir otras vidas y escaparnos de un entorno decididamente gris que nos agobiaba.