"Yo no me meto en política..." (por una vez y sin que sirva de precedente)
Reflexiones de un espectador
desactivado
El admirado-odiado, Julio Anguita, gurú
con aires de predicador de la montaña, de líder de fanáticos e
intransigentes, tan lúcido como estrambótico, según esté
afortunado (o no) en sus habituales frases lapidarias, lleva unos
meses diciendo verdades como puños. Apartado de la política y de
la opinión pública durante años, emerge con fuerzas renovadas.
Artífice de una de las traiciones a la causa de la izquierda más
sangrantes, se alió al Partido Popular de Aznar en el acoso y
derribo del PSOE consiguiendo satisfacer oscuras venganzas contra su
líder, Felipe González. Pero su victoria debió de saberle muy
amarga: las izquierdas fueron barridas por una gran ola neo-liberal
contando con su connivencia y participación activa. Insólito, pero
fue así. Nunca se lo perdoné.
Como seguramente nunca se lo
perdonamos tantos y tantos progresistas que lo admirábamos y, lo
votáramos o no, lo consideramos un gran hombre de estado. Su
ausencia durante todos estos años hacía prever que había acabado
su tiempo, pero a la vista de sus últimas intervenciones, tenemos
que estar muy atentos a lo que dice. Poco a poco, mi estima hacia
este animal político, al que creía definitivamente acabado, se va
rehabilitando. Todos tenemos una segunda oportunidad y la Anguita
está siendo muy fructífera a la hora de recuperar la consideración
de las izquierdas. El PSOE debería estar atento y el melifluo
Rubalcaba ponerse las pilas o, mejor, dar paso a gente más combativa
y menos acomplejada. Rubalcaba está quemado y lo sabe. Tiene miedo
de pasarse, de quedarse corto y acaba no siendo ni chicha ni limoná:
el PP se frota las manos ante una oposición tan inane. El PSOE
debería saber que tiene en sus filas savia joven con fuerza y
talento (e-imágen-mediática) como, por ejemplo, Eduardo Madina.
Que no lo deje escapar o, incluso con la que está cayendo y caerá,
seguirá en la oposición durante muchísimos años.
Pero, como me estoy desviando de la
cuestión y lo que quiero decir es que Julio Anguita ha resucitado
con fuerza, recomendar a Izquierda Unida, a sus dirigentes, que
recuperen a este animal de la política, a este lúcido totem de la
izquierda, izquierda (lo de izquierda radical que lo digan desde la
caverna) y tengan muy en cuenta sus sentencias. Pueden parecer las de
un predicador barato, pero eso mismo se ha dicho siempre de los que
cantaban verdades como puños en montañas del sermón o ríos de
pescadores; en lujosas calles neoyorquinas o pobres viales de
cualquier mísera ciudad de la India. España necesita que la
izquierda despierte o la clase trabajadora, el pueblo llano, será
pisoteado de nuevo y sometido al nivel de siervos de los poderosos.
Volverán las oscuras golondrinas del siglo XIX del balcón de la
dictadura franquista sus nidos a colgar. Pero aquellas que el vuelo
refrenaron y en los últimos treinta años avanzaron conquistando derechos sociales, esas no volverán...
en décadas.