Mayores sin reparos
Cuesta mucho trabajo hacer objeciones a una película tan bien intencionada como La vida empieza hoy, que sería una absoluta rareza en cualquier cinematografía, pero que en la española es directamente un conmovedor ejercicio suicida, una osadía destinada sin remisión al fracaso de taquilla y un más que previsible blanco donde descargar todas las iras de los que despotrican contra los titiriteros subvencionados por el de la ceja. Nuestro dinero, tirado por los apesebrados del cine español. Las frases hechas más recurrentes para cierta prensa y para cierto sector de nuestra sociedad, siempre dispuestos a encontrar argumentos para meterse con nuetro cine, van a encontrar aquí cabida.
Veamos: Un puñado de abuelitos setentones descubren, gracias a un cursillo sobre sexualidad que imparte el centro de mayores que frecuentan, que todavía pueden sentir placer y practicar sexo con la misma intensidad y pasión que cuando fueron jóvenes. Naturalmente no es lo que espera de ellos ni su entorno familiar ni su entorno social. Ellos mismos se sorprenden al comprobar que todavía están vivos para cuestiones que ya tenían descartadas de sus vidas, principalmente, y como se acaba demostrando, simple y llanamente porque así está dispuesto por la fuerza de la tradición.
El tema, por sí mismo, no es mejor ni peor para conseguir hacer un cine atractivo y que interese a cualquier tipo de público, pero la verdad es que La vida empieza hoy aborda la puesta en escena y resuelve la realización de semejante argumento con una pobreza, no ya de medios, que también, sino de imaginación y recursos narrativos o estéticos que consigan hacer atractivos a los personajes y a sus particulares historias, haciéndolas digeribles para el espectador.
Advierto para suspicaces que no me refiero a hacer atractivos al físico de los actores, los cuales ya lo son en la medida de que todos tenemos nuestros encantos con independencia de edades o particularidades físicas. En este sentido, hay que alabar el desparpajo y desinhibición con que actúan ante la cámara en escenas que pudieran parecer incómodas para según qué edades.
Pero para qué todas estas divagaciones en las que me pierdo, si lo que pretendo decir es simple y llanamente que La vida empieza hoy es una película tan bienintencionada como fallida, que transcurre entre un decepcionante tono grisáceo, un quiero y no puedo que no llega a degradar totalmente la narración pero que no despega en absoluto y acaba interesando mínimamente. Todo en La vida empieza hoy es de una corrección frustrante. Historia y personajes están pidiendo a gritos más pasión y más osadía a la hora de describirlos. Laura Mañá parece tener miedo de pasarse y lo que hace es quedarse corta. Esa medianía contagia a todo los apartados de la película y ni los actores despuntan. Rosas María Sardá, Pilar Bardem, Mercedes Barranco, etc., actores y actrices tantas veces eficaces y hasta brillantes están aquí insignificantes.
Eso es: insignificante es la palabra que mejor cuadra a La vida empieza hoy. Una lástima, para una película que tenía posibilidades y que lo único que va a conseguir es dar argumentos a los que despotrican sobre el cine español acusándolo de anticomercial y aburrido. Lo siento de veras.
Calificación: **