Entre “pájaros”
El caso de “Tippi” Hedren (las
comillas del nombre las utilizaba al principio de su carrera) es
desde luego de los más peculiares de la historia de Hollywood. Cmo
todos sabemos, fue descubierta por Alfred Hitchcock de una forma un
tanto peculiar, que pone en evidencia la personalidad del, en
aparencia, entrañable gordito que más sustos ha dado a los
espectadores de cine.
Tippi en 1950
Hitchcock preparaba llevar a las
pantallas el relato corto, apenas veinte páginas, de su novelista
preferida, Daphne du Maurier, de la que ya había adaptado dos
libros: Posada Jamaica y Rebeca.
Abandonado por su musa preferida, Grace
Kelly, que rechazaba propuesta tras propuesta desde que se
convirtiera en pincesa de Mónaco, andaba errante buscándole
sustituta. Ni Vera Miles, ni Doris Day, ni Kim Novak (a pesar de su
memorable actuación en Vértigo) le habían convencido.
Así, parece ser que cuando estaba a
punto de tirar la toalla y dejar el guión de Los pájaros en
un cajón, una noche cenando y viendo la televisión vio en un
anuncio a una sofisticada y elegante rubia de aspecto distinguido y
distante, justo todas las carecterísticas que le embelesaban de una
actriz.
Melanie no era actriz. Pero sí una
cotizada modelo de pasarela y publicidad pese a que nada menos que
catorce años antes había hecho sus pinitos en la pantalla en un
film de Henry Levin La sensación de Boradway (Petty
Girl (1950) sin que aquel debut la llevara a ninguna parte.
Cuando ya tenía olvidado lo de actuar
le sonó una noche el teléfono y casi le da un síncope cuando nada
menos que el mago del suspense le ofreció ser la protagonista de su
próxima película. Hichtcock estaba tan convencido de que era ella,
que no la sometió a ninguna prueba previa.
Hitch dirigió a Tippi de una forma
especialmente exhaustiva, indicándole en todo momento cada gesto,
cada mirada, cada entonación... haciéndose cargo además de
elegirle los vestidos, los peinados, convencido de que Tippi Hedren
por fin le haría olvidarse de la princesa monaguesca.
Según sus biografos (y testimonios
recientes de la propia Tippi) la obsesión por ella rayó en lo
enfermizo, sometiéndola a una rígida disciplina y control que fue
más allá de lo estrctamente artístico.
La vigilancia que siempre despegó
sobre sus chicas dio un paso más y las insinuaciones
sexuales a la modelo hicieron su aparción, aunque dureante el rodaje
de Los pájaros Tippi Hedren pudo mantenerlo a raya sin
demasiado conflictos aparentes.
Ella quería ser una estrella y si el
precio era “aguanrtar” las salidas de tono del genial viejo
verde, podía hacerlo manejando cierta mano mizquierda. Los
pájaros fue un sensacional éxito de público y de crítica
que la situó al instante en lo más alto. Ante Tippi Hedren se
abría un mundo con el que había soñado siempre: se una estrella
de Hollywood.
Por lo tanto, no dudó en decir que sí
a su mecenas para ser de nuevo la protagonista en su siguente
película, Marnie (Marnie la ladrona 1964),
a pesar de que Hitchcok, incansable, se la había propuesto también
a Grace Kelly.
En vista del éxito de las últimas
películas de su maestro, y del aburrimento que le producía las vida
en el palacio del Principado, la princesa Grace de Mónaco dijo que
sí, que quería hacer de Marnie, pero quien mandaba en palacio no
estaba por la labor y Rainiero frustró la vuelta de Grace Kelly al
cine.
Tippi Hedren se frotó las manos y se
las prometío muy felices pero el purgatorio a que fue sometida en el
rodaje de Los pájaros se convirtión en Marnie
en un infierno. Hitchcock se dejó de disimulos y le propuso
interpretar “otro papel”, paralelo al del rodaje, al que ella no
estaba dispuesta.
El resultado fue una guerra entre las partes
motivada por el despechado director, guerra que se proyectó en la
película donde la Hedren salía mucho peor vestida y maqullada,
deliberadamente difuminada ante su oponente, un sensual Sean Connery
en su mejor momento físico y artístico.
No obstante, Marnie, pese
a que fue un relativo fracaso de crítica y de público, es
considerada hoy una de las películas más turbias y psicoanalíticas
del director de Recuerda, Rebeca o Psicosis,
donde en todas ellas el maestro presta gran atención a su querencia
por las teorías freudianas.
Tippi Hedren, después de Hitchcock, no
logró destacar y sólo se le puede recordar como medianamente
pasable en la última película del gran Charles Chaplin La
condesa de Hong Kong (1966) y algo después en el debut en
las pantallas de su propia hija Melanie Griffith en El gran
rugido (Roar, Noel Marshal, 1981) y en De
repènte, un extraño... (John Schlesinger, 1990) tambien
junto a su retoña.
Pese a que ha intervenido a casi una
treintena de películas, apenas ocho o diez han llegado a España, lo
que dice mucho de la calidad que hayan podido tener. En la actualidad
ejerce de ejmplar abuela, madre y suegra de nuestro luminaria Antonio
Banderas.
Acaba de publicar un libro autobiográfico donde, cómo no,
el tema principal es su relación con el mago del suspense, tema del
que ha sabido sacar buen partido a falta de grandes trabajos que la
mantuvieran en el candelero.