Aquí hay gato encerrado
El gato desaparece es una
nueva muestra de la calidad del cine argentino actual que tiene como
mayor virtud el aprovechar las evidentes carencias presupuestarias,
incidiendo en argumentos e historias inmersos siempre en un contexto
social autónomo y reconocible del propio país.
Son “historias mínimas” (como reza
el titulo de una de las películas del director, Carlos Sorín) de
las que se saca un enorme partido gracias al meticuloso desarrollo de
las descripciones psicológicas de los personajes que, bien en clave
dramática o de comedia, acaban interesando siempre. Títulos
recientes como El hombre de al lado, Un cuento chino, Sin
retorno, El corredor nocturno, las viudas de los jueves, etc.
así lo corroboran.
El gato desaparece es un
ejercicio de estilo minimalista en el que se juega prácticamente con
dos únicos personajes (el resto son realmente secundarios) a los
que se integran en una intriga psicológica con formato de thriller
polanskiano (Repulsión, La semilla del diablo, El
quimérico inquilino) en el que la claustrofobia y la
paranoia se apoderan del relato que, a su vez, atrapa al espectador
en una suerte de sutiles trampas de gestos y miradas, insinuaciones
que pueden significar una cosa o la contraria, para mantenerlo en
vilo intentando vislumbrar dónde se encuentra el significado
verdadero de lo que se sugiere.
Un juego que requiere necesariamente del concurso de los actores que aquí están perfectos, intrigándonos
sobre quiénes son realmente sus personajes haciéndonos dudar de lo
que esconden sin dejarnos nunca la certeza de nada de lo que dejan
ver los mismos.
El gato desaparece remite
también al cine de Claude Chabrol tanto en el fondo como en las
formas. Un matrimonio netamente burgués atrapado en un juego de
apariencias sobre el que planea la amenaza de la locura y la tragedia
propiciados por una vida presente letárgica, fruto de años y años
de convivencia alienante.
La desaparición aparentemente anormal
del gato de la casa en unas circunstancias especialmente inquietantes
(un hombre acaba de salir de un psiquiátrico en el que fue internado
por un supuesto ataque de paranoia en el que agredió a un amigo)
desata en la mujer un comportamiento similar.
El gato desaparece
utiliza como macguffin el hecho al que se refiere el título;
el propio título forma parte del macguffin para llevarnos a
un final inesperado en el que quizás gato y su desaparición no
signifique nada...
Realizada con un gran dominio y
contención narrativa prestando toda la atención a la sugerencia de
las miradas de las palabras, de los acentos, El gato desaparece
es una película que se ve con gran interés. Puede que Chabrol y
Polanski sean comparaciones que les vienen grandes, pero corroboran
la calidad del director El perro o La ventana,
que se estrena aquí utilizando los mecanismos de la ficción pura y
dura al prescindir de historias reales y actores no profesionales.
Calificación: ***
Me interesa el cine argentino,pero creo que todavía no la han estrenado en mi localidad,hoy por hoy no la veo en cartelera,no me la pienso perder.
ResponderEliminarSaludos
Anelva, esta película se está proyectando en muy pocas ciudades españolas. Y en muy pocas salas. A lo mejor en una sola. Es posible que en tu ciudad sí. Un abrazo.
ResponderEliminarEn una sola por ciudad, quiero decir. Y en pocas ciudades.
ResponderEliminarPues a mí también me parece una muy buena película. Ya me gustó mucho "Historia mínimas" y creo que Sorín mantuvo cierta decencia en sus dos posteriores películas "Bombón el perro" y "El camino de San Diego" aunque inevitablemente se repitió. Sin dejar la fidelidad de su estilo, creo que dio un salto hacia adelante con "La ventana" y lo hace de nuevo con "El gato desparece" (qué gran título, ¿no crees?). Una película muy recomendable y como dices, con un tramo final que juega muy a su favor. Un abrazo.
ResponderEliminarDavid, qué pocos habremos visto la película. Efectivamente, el título es muy bueno: intriga. Y como en la película, el gatito sirve para captar la atención y centarla en él. Luego, ya veremos... Un abrazo.
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