Marisa Mell

Sensualidad y erotismo para la serie B

Vamos a recordar en este post a una bellísima actriz que durante toda su trayectoria artística se movió siempre dentro del cine de serie B europeo.

No llegó nunca a ser una gran estrella ni, por descontado, una gran intérprete, pero su presencia y su magnetismo no pasaban desapercibido para el espectador de aquellos años.

Durante casi toda su carrera Marisa Mell exhibió uno de los físicos más impresionantes que podían verse en las pantallas de los cines de entonces.

Marisa Mell fue una actriz recurrente en  programas dobles de cines de barrio,  los que tanto proliferaron en todas las ciudades del Continente durante la década de los años sesenta y setenta.

Nacida en Graz (Austria) en 1939  la Mell (así se la nombraba en bastantes medios) debutó cuando había recién cumplido los veinte años, en una película alemana titulada El bravo soldado Schwejk.

 Allí pasó muy desapercibida, pero al año siguiente sí que atrae la atención de los espectadores en un melodrama titulado El amor se paga con la muerte.

Consigue que se interesen por ella desde otros países  y en 1961 ya está instalada en Reino Unido, donde su primer trabajo lo realiza junto a Christopher Lee y Klaus Kinski el policial de Helmut Hasley titulado en España Gánsters en  Londres.

En Inglaterra se hace una estrella de segunda importancia (eso sí) pero eso no la privó de salir en películas de cierto fuste ni de ser dirigida por directores que desspués acabaron instalados en la categoría de autores.

Así, en 1962, en el debut en la dirección del siempre histriónico y sobrevalorado Ken Russell (Elgar), interpretó a una sosías del personaje Brigitte Bardot, con la que, a mi juicio, se la comparó con  demasiada precipitación. No llegó a dar la talla.

Su misteriosa belleza y las connotaciones de perversidad de su sugerente erotismo la encasillaron en películas de misterio, thrillers, de terror, aventuras… siempre como complemento erótico del antagonista.

 Fue un sex simbol más bien doméstico que no logró traspasar la línea de las películas de género con escasas o nulas ambiciones.

 A partir del éxito de las primeras películas de James Bond se pudo ver en muchas de las imitaciones que se rodaron como relleno con destino a los anteriormente referidos programas dobles.

Trampa bajo el sol (1964) Agentes dobles y Nueva York llama a Superdrago ( las dos de 1965) Diabolik (1967) quizás donde más bella se la pudo ver, etc. entraron dentro de este género.

El spaguetti western también la reclamó (Todos hermanos en el Oeste (1971) Les llamaban dos sinvergüenzas (1972)…

En los setenta se hizo habitual de las películas de intriga criminal a la española. En nuestro país rodó algunos de sus interpretaciones más interesantes tales como en Una historia perversa (1969) coproducida con Italia y dirigida por Lucio Fulci.

 Marta (1971) y Historia de una traición ambas dirigidas por el minusvalorado y hoy muy olvidado José Antonio Nieves-Conde, la pusieron de nuevo en el candelero.

Las dos  junto a un crepuscular Stephen Boyd, al que se comió sin ninguna dificultad, debido a la evidente enfermedad que ya minaba al inolvidable Mesala de Ben-Hur.

 Tampoco despreció el erotismo chabacano que arrasaba en la década de los setenta (Taxista de señoras) o el cine de terror de consumo surgido al calor de Psicosis, El Exorcista o La semilla del diablo, como en Parapsycho, (1975) o Poseída (1977).

Tras perderse definitivamente en el cine erótico de serie Z, su carrera se dio por terminada en 1991. La  película de más prestigio en su filmografía puede que sea Casanova 70 (1965) dirigida por Mario Monicelli donde actuó junto al gran  Marcello Mastroianni.

Falleció en 1992 a causa de un cáncer. Tenía 53 años.