Creo que tengo el honor de ser de los primeros que tienen oportunidad de comentar desde un medio escrito español la última película de Gerardo Herrero antes de su estreno en nuestro país, aunque El corredor nocturno ya se proyecta desde hace unos meses en Argentina, donde transcurre la acción. Gerardo Herrero es un apasionante cineasta que desde posiciones polivalentes como productor de maravillosas películas de grandes directores hispanos y como director también de algunas de las más interesantes películas del cine español de los últimos años, está dando momentos de gloria al cine hispano argentino. Basta recordar que es el productor de la película que en estos momentos está teniendo la más calurosa acogida, tanto desde la crítica como desde el público, de entre todas las nominadas al premio Oscar a la mejor película de habla no inglesa. Me refiero, claro está, a El secreto de sus ojos la que (con permiso del señor Michael Haneke y La cinta blanca) presiento que se va a alzar con el preciado galardón.
El corredor nocturno fue presentada anoche a los medios de comunicación en las instalaciones cinematográficas alicantinas con la presencia de gran parte del equipo técnico de la película y la asistencia de autoridades locales y responsables de los ya mundialmente famosos estudios de cine. Tras la proyección hubo un interesante y esclarecedor debate entre público y director, donde se analizaron las claves de la película y se habló del cine hispano parlante, de su situación en el panorama internacional y de la carrera de este inquieto y activo cineasta del que se debiera de hablar mucho más desde los medios especializados y así contribuir a que su trabajo sea conocido y reconocido popularmente y, de paso, estimularlo con nuestro interés para que su entusiasmo no decaiga y siga aportando a nuestro cine obras del peso y de la importancia de todo lo que produce o dirige. Nuestra enhorabuena al señor Gerardo Herrero por su dedicación tan entusiasta al cine. Desde aquí nos declaramos rendidos admiradores de su trabajo..
Realizada en gran parte en los estudios Ciudad de la Luz de Alicante, El corredor nocturno es un thriller que maneja elementos del cine de suspense con implicaciones policíacas, sociales, psicológicas e incluso fantásticas en el que un atribulado empleado de una multinacional de seguros con sede en Buenos Aires se topa un mal día con un misterioso personaje que va a ponerle patas arriba la convencional vida laboral, social y familiar en la que se mueve. Es evidente que todo lo que el personaje posee como bagaje vivencial lo tiene anclado en un frustrante y permanente estado de insatisfacción. Todo va a cambiar desde el momento en que conoce a tan enigmático personaje y su entorno vital se va a ver convulsionado por la actitud del mismo, cuya misión parece perseguir hacerle dudar de sí mismo y dinamitar su integridad, poniendo de paso en cuestión su propia capacidad para mantener el equilibrio en su vida familiar y en su trabajo. Un personaje kafkiano que se apodera de su vida y del que no sabe cómo deshacerse. O quizás no le interese hacerlo…
Narrada con un gran dominio de los resortes del género, la película nos arrastra junto a su personaje principal, servido por un inmejorable Leonardo Sbaraglia que controla siempre sus recursos interpretativos. Vamos a vivir con él una aventura de pesadilla. Lo que le ocurre al personaje lo vivimos, nosotros los espectadores, entre la incomprensión de su extraña actitud frente a lo que le está ocurriendo, y la intriga de cuáles pueden ser los motivos de su ambiguo comportamiento. Somos testigos de unos hechos en los que él y su familia son acosados hasta lo insostenible. Incomprensiblemente el personaje actúa de forma errática y desconcertante, haciéndonos sospechar que detrás de su indefinición hay algo que nos oculta. La afición compulsiva del personaje por correr y correr no es sino una metáfora de un persistente intento de huída de sí mismo que quizás no logre nunca consumar con éxito
En la otra parte, el personaje de Miguel Ángel Solá (eficacísimo, como siempre) actúa como contrapunto del de Sbaraglia, en una especie de tentador Mefistófeles, amenazante y siniestro, que aparece en la vida del protagonista sin que se nos den las claves para entender cuales son los motivos de su extraño interés en dinamitar la existencia aparentemente ordenada de su “víctima”. El proceso que sigue la narración hasta que podamos entender más o menos lo que está pasando es un apasionante ejercicio de estilo en el que Gerardo Herrero, ayudado por un guión milimétricamente trazado, nos introduce por los meandros y las diversas ramificaciones de la vida y de la psicología del personaje, sugiriendo que, detrás de su aparente orden existencial, hay más de un rincón oscuro que quizás no le interesa iluminar. El final nos deparará alguna que otra sorpresa, que seguramente no lo será tanto si se ha seguido atentamente la proyección y hemos prestado atención a las intermitentes pistas que sobre el personaje y lo que le está pasando se nos ha ido dejando caer.
Gerardo Herrero vuelve brillantemente con El corredor nocturno, al thriller psicológico con que inició su carrea teniendo más de un punto de contacto con su segunda película, Desvío al paraíso, la que, por cierto, se basaba en un guión del recientemente multipremiado y exitoso director de Celda 211, Daniel Monzón. Recomiendo la visión de El corredor nocturno, una interesantísima película que debería ver cualquier aficionado al thriller psicológico y al cine en general. Atención a los que hayan visto la cinta de Michael Haneke, Caché, pues puede que encuentre más de un (feliz) paralelismo entre ambas... y, ojo, por muy cogido por los pelos que pueda parecer, el tema de fondo de El corredor nocturno es bastante similar (aunque con registros absolutamente diferentes, por supuesto) al de la exitosa película de Ivan Reitman que se está perfilando como una de la favoritas para el Oscar de éste año: me refiero a Up in the air.
El Corredor nocturno se estrena en toda España el próximo día 5 de marzo.Calificación: ***
PD: Todas las fotografías de rodaje que ilustran este escrito están cedidas en exclusiva para el mismo por el fotógrafo de prensa Juan Carlos Soler, cuyos extraordinarios trabajos gráficos podemos admirar en su blog "Fotografías Juan Carlos Soler", enlace que podemos encontrar en el apartado de esta página "Mi lista de blogs". Gracias, amigo Juan Carlos, por tu generosidad.



Shutter Island es una película de la que podía haberse esperado bastante más dado que la firma nada menos que Martin Scorsese y se basa en una novela de Dennis Leane, del que Clint Eastwood tan buen provecho supo sacar de otra novela suya en la magistral Mystic River. De no firmarla Scorsese, Shutter Island podría haberla valorado con más condescendencia, pero estamos ante uno de los puntales del cine moderno y su filmografía fue siempre creciendo pese a algunos altibajos hasta alcanzar con Infiltrados, su anterior película, los codiciados Oscar a la mejor película y al mejor director. No fue un regalo. Infiltrados es, en mi opinión, una de las mejores películas de los últimos años. Confieso que he acudido al cine expectante y me he llevado una desilusión. Espero que sólo estemos ante un pequeño bajón del autor de Taxi Driver.
Shutter Island es un thriller que intenta combinar con mediocres resultados la intriga psicológica con toques de terror y el relato policíaco con implicaciones conspirativas de alta política en una trama en la que se mezcla realidad y ensoñación al estilo de obras tan potentes como Recuerda, Vértigo o Laura sin que logre estar a la altura de las circunstancias. Algo falla en Shutter Island y en mi opinión es un guión bastante maniqueo que Scorsese no sabe dotar
Estamos en los años cincuenta, donde una pareja de agentes de la CIA (unos estupendos Leonardo Di Caprio y Mark Ruffalo) llegan a una inaccesible y fantasmagórica isla constantemente azotada por los elementos donde se ubica un sanatorio mental de alta seguridad en el que se confinan a los criminales más trastornados y agresivos. Su misión es encontrar a una violenta y peligrosa interna que ha desaparecido de las instalaciones y que anda por la geografía de la escarpada isla sin que los encargados del lugar hayan sido capaces de encontrarla. Les espera una aventura que va a llevar a uno de ellos al borde de la locura. La isla esconde tantos secretos como la mente del agente que interpreta Di Caprio o quizás sólo los esconda una de las partes. El final dejará la resolución en el plano de lo ambiguo como está mandado en este tipo de relatos: ¿qué es realidad? ¿qué es imaginación? ¿qué es cordura? ¿qué es locura?
Shutter Island es una película que en la parte técnica está impecablemente realizada y cuenta con un elenco actoral extraordinario. Di Caprio, Mark Ruffalo, Ben Kingsley y Max Von Sydow están insuperables. Qué falla entonces en Shutter Island. En mi opinión falla el guión, que tiene demasiadas incongruencias y bordea el tópico constantemente. Hay escenas muy mal resueltas que son indignas de un director como Scorsese. Hay situaciones que no te las crees de ninguna manera y hay demasiado lugar común.
Nada de eso puede arreglarlo ni unos buenos actores ni un acabado formal de lujo en el que la fotografía de unos exteriores espectaculares tiene un gran protagonismo. Scorsese no es Hitchtcock ni es Otto Preminger, pero tiene demostrado que por sí mismo puede sacar adelante cualquier género. Pero, ahora que lo pienso… Iba a citar como excepción El cabo del miedo, una de sus películas menores, y caigo en la cuenta que tiene muchísimos puntos de contacto con Shutter Island. Será que hay temas para los que no esté tan capacitado ya que el thriller de terror psicológico con naturaleza desatada de por medio son bazas determinantes tanto en Shutter Island como en El cabo del miedo. Ah, tambien caigo en la cuenta de que algo me rondaba por la cabeza mientras veía esta película y es quen en algunos aspectos, y salvando todas las distancias, hay detalles la emparentan con la película española Hierro.
Interesante y muy digno debut como cineasta del diseñador de moda Tom Ford . Sorprende la capacidad de este artista, que trabajó para la firma Gucci antes de crear su propia marca y convertirse en un icono del mundo de las pasarelas, para salir tan airoso del reto de dirigir una película. Es cierto que Un hombre soltero, la novela de Christopher Isherwood, tenía todos los ingredientes para que una personalidad como la suya estuviera capacitada para insuflar vida y verdad a unos personajes que, dado la conocida biografía del novel director, no le son nada ajenos. Ford realiza con Un hombre soltero una película plena de sensibilidad y elegancia, contada con un exquisito tacto y con un estilo personalísimo. Se muestra muy seguro dominando los resortes narrativos y es capaz de llevar a buen puerto una película que en otras manos podría haber estado plagada de obviedades y de lugares comunes, dado que la historia que cuenta podía prestarse a subrayados obvios y al trazo grueso.
Tiene la suerte de contar con un par de actores protagonistas que le facilitan enormemente las cosas y tanto Colin Firth como Julianne Moore están espléndidos. Ya sabemos que Firth está nominado al Oscar y que con este papel se ganó la Copa Volpi al mejor actor en el festival de Venecia. Que llegue a conseguir el Oscar es harto improbable dado que hay pesos pesados en liza de la talla de George Clooney, en su mejor papel en cine hasta la fecha y, sobre todo, de Morgan Freeman que en Invictus hace un trabajo memorable, con un personaje que ya de por sí despierta todas las simpatías y abre a todas las predisposiciones. De todos modos, no sería un regalo que le hicieran si llegara a conseguirlo.


Mariah Carey prescinde del glamour y aparece así de normalita.
Cuentan que cuando a Federico Fellini le propusieron montar un musical para la escena basado en su película Ocho y medio éste dijo que no se opondría a nada con la única condición de que no se hiciera ninguna referencia ni a su película ni a su nombre. El resultado fue Nine, de Arthur Kopit, que se empezó a representar con gran éxito en 1982 con el malogrado Raúl Juliá en el papel de Guido. En el 2003 Antonio Banderas resucitó el libreto y lo representó con cierto éxito, pero sin llegar al que se obtuvo en el momento de su estreno. No puedo entrar a valorar si las condiciones que impuso el autor de Las noches de Cabiria (por cierto, también convertida en musical y también trasladado a la pantalla con Shirley McLaine) se respetaron en las dos versiones teatrales. Lo que sí está claro es que, para nada, la versión cinematográfica que acaba de estrenarse respeta aquellos postulados y Nine, película, es un homenaje directo, apasionado y emotivo a la gran película de Fellini e inevitablemente a él mismo.
Ocho y medio (película), o Nueve (película), tienen la misma estructura argumental y el mérito del film de Rob Marshall es que para nada degrada la esencia de la película base y todos sus personajes siguen estando intactos a pesar de ponerlos a cantar y a bailar. Hay alguno nuevo como la directora de vestuario que interpreta Judi Dench o la periodista que hace Kate Hudson. Pero eso sólo hace enriquecer el relato aportando más datos sobre el personaje de Guido y por tanto sobre el de Federico Fellini. Es conocido la naturaleza mujeriega del autor de Amarcord y la decisiva influencia que todas sus relaciones amorosas y su amor generalizado por las mujeres tuvo tanto en su obra artística como en su propia vida.
Nine desprende pasión y admiración por el personaje que retrata. Más que la propia Ocho y medio en el sentido de que Rob Marshall está hablando “siempre” de Fellini y en Ocho y medio Fellini “siempre” se eludía a sí mismo en una especie de choque emocional que le empujaba a ser autobiográfico y, al mismo tiempo, dominado por el pudor de exponerse abiertamente al mundo, hacer como que hablaba de otro. Guido (Marcelo Mastroianni antes y Daniel Day Lewis ahora) es Federico Fellini y Luisa (Anouk Aimèe en Ocho y medio y Marion Cotillard en Nine) es Guilietta Massina. El resto de mujeres pueden tener una interrelación con alguna realidad en la vida del autor de El Jeque blanco, o no. En esencia, todas representan su obsesión por las féminas aunque una de esas mujeres sí que parece que existió realmente y que marcó indeleblemente la sexualidad del director de La strada: me refiero, claro está a la Saraghina que en Ocho y medio interpretaba Eddra Gale y que en Nine da vida una sorprendente Ferguie de la que hasta ahora no sabía nada. Hay en Nine dos formas de filmar la vida y pasión de Guido Anselmi/Federico Fellini y son la parte musical y la parte narrativa.
Cuando no se canta ni se baila Nine es una muy digna versión de Ocho y medio, a la que recurre en muchos momentos calcando escenas y situaciones de la misma. El viraje al blanco y negro es esencial. Más en los mejores momentos, que no son otros que los recuerdos infantiles del personaje. La Saraghina está dibujada y filmada en escenarios y desde ángulos similares a los de las secuencias originales de Ocho y medio. Cuando las reglas del género (el musical) están exigiendo entrar en acción, Nine se convierte en una fiesta de música y movimiento contagiando al espectador de esa vorágine visual y auditiva en la que los actores (las actrices) se revelan como inmejorables intérpretes que saben estar a la altura de todas las circunstancias. El tema musical Take it all se utiliza de forma recurrente en bastantes momentos y en diferentes actuaciones de forma cohesionadora y siempre brillantemente interpretado por todos. Es desde luego mi preferido para el premio óscar pese a que no haya visto ni oído todos los temas nominados y Nine es una de las películas de la que espero más de un premio. A estas alturas ya sabemos que Penélope Cruz está nominada como mejor secundaria: no me parece ninguna arbitrariedad. Nuestra "Pe" no para de dar pasitos (pasazos) hacia la cumbre de las diosas. Yo me alegro muchísimo. También de que Nine esté siendo un gran éxito, más que nada por la dignidad con que casa musical y cine de autor en esta estupenda versión de Ocho y medio que, recordemos, no es la única.
En 1979 se rodó, procedente de los escenarios, Esto es Jazz basada tambien en Ocho y medio y dirigida nada menos que por Bob Fosse al que Rob Marshall homenajea en algunos detalles como por ejemplo en el de la bailarina negra cuyo nombre no me voy a molestar en buscar y que es un trasunto (físico y de estilo) del personaje y de la actriz Chita Rivera, a la que Fosse dirigió en otra versión felliniana, Noches en la ciudad, que recreaba las aventuras de Cabiria trasladándolas de Roma a Nueva York. Cabiria era, lo he dicho más arriba Shirley Mclaine. Inciso: en Nine quien más me gusta cantando y bailando es Kate Hudson. .jpg)

