25/10/10

Déjame entrar

Cine de terror con paisaje al fondo

Déjame entrar, en su versión anglo-americana, respeta tan escrupulosamente al modelo que la inspira que, en un principio, se podría decir que estamos ante una mera copia del guión original de la película sueca. En los créditos, al menos que yo viera, no se cita la película de Tomas Alfredson (Déjame entrar, 2007) para nada. Sí se lee que se basa en la novela de John Ajvide Lindqvist, pero es evidente que la película de Alfredson está detrás de cada fotograma. Viéndola no he podido dejar de pensar en Funny Games, de Michael Haneke, pero, claro, no estamos ante el mismo caso. Haneke se copiaba a sí mismo (con muy buenos resultados, por cierto) y Matt Reves (Monstruoso) hace las suficientes aportaciones como para considerar su Déjame entrar como una película decididamente personal.

Déjame entrar, de Matt Reves, hace ciertas aportaciones a la historia original que me parecen interesantísimas. Estamos ante una película que recupera el tema de la paranoia norteamericana ante el miedo a amenazas (reales o infundadas) que vienen del exterior para acabar envenenando y pudriendo las esencias de su más honda idiosincrasia. Ante el miedo al otro, a lo diferente. En los últimos años de la década de los cuarenta, y casi toda la década de los cincuenta, el cine americano fue muy prolífico en este tipo de cine y no hace falta que enumere hechos históricos o títulos de películas que están en la mente de todos.

Déjame entrar está ambientada en los años de la “era Reagan” no por casualidad. Se trata de dar a esta historia de vampiros modernos una proyección que trascienda de la mera anécdota argumental y propicie segundas lecturas y sugerentes interrogantes. Al principio de la película, dentro de una escena fundamental que nos va a servir para meternos de lleno en la historia antes de los preceptivos preliminares, una televisión, al margen de la acción que estamos viendo, retransmite un discurso del presidente Reagan en el que habla precisamente de los males que amenazan el país y de que hay que combatirlos sin tregua para asegurar el futuro de la Nación. Es el mensaje de aquel Gobierno neoliberal que estuvo a punto de reeditar la paranoia del caso MacCarthy, y que está detrás de la historia que vamos a ver a continuación.

Dicho esto, Déjame entrar tiene la virtud de funcionar también como una simple historia de terror en la que dos seres “especiales”, cada uno a su manera, se conocen y se alían en esa batalla por ser aceptados en su “anormalidad”, y en la que la hostilidad del entorno que acabará haciendo estallar las partes más oscuras de cada uno. Teniendo en cuenta que uno de los personajes arrastra una maldición eterna, de la que no puede sustraerse, la dimensión fantástica es fundamental y es lo que acaba por imponerse a todas las demás capas de lectura de una película que me ha sorprendido muy gratamente.

Déjame entrar es una película poética y triste que transcurre en escenarios deprimentes (hielo, frío, noche, oscuridad) casi idénticos a los de la película de Alfredson. Como ya he dicho, el seguimiento a su versión original es significativo y la gélida Suecia se traslada a escenarios de Nuevo México, casi idénticos. La fotografía, los encuadres, el “tempo” la poética del fatalismo… siguen aquí aquéllos pasos, pero aprieta las tuercas en las escenas de violencia, que son extremadamente realistas, impactantes, pero nunca gratuitas. Abby, el personaje de la ¿niña? vampira (atención a las sutiles y elegantes sugerencias de todo tipo) es aquí mucho más potente en todas sus características: humanas, sobrenaturales, violentas, sensibles, fatales...

Estamos ante una de las mejores películas de terror del cine actual y una de las películas más tristes y poéticas, donde el aliento fatalista impregna todos y cada uno de sus fotogramas. Estamos ante uno de los remakes que más me han gustado en bastante tiempo. Me vuelvo a acordar de la extraordinaria versión americana de la ya extraordinaria película alemana de Michael Haneke Funny Games, con la que tiene ciertas concomitancias... Una película muy recomendable.

Calificación: ****

23/10/10

Pedazo de Cartel


Pedazo de Cartel
Nueva sección (con el permiso y la aprobación de todos ustedes) en El Blog de Scotty.Hola, amigos. Se me ocurre proponeros un juego. Se trata de adivinar qué película se esconde detrás del trozo de un cartel, que siempre será el de uno de los editados para su pase en los cines de España (nuestros amigos del otro lado del Océano lo tienen facilito también). Me explico: publico una parte del mismo, un trozo, y por él tenemos que deducir el todo del cartel y decir a qué película representa. El juego se llamará Pedazo de Cartel.

Habrán dos días para descubrirlo y dará igual en qué orden de participantes se acierte. Todo el que lo encuentre a lo largo de esos dos días tendrá un punto. El cartel se publicará entero después de pasados esos dos días. Se irán sumando a cada participante, cada acierto de cada semana y al final de año se dará como ganador al que más títulos descubra.

Se proclamará al ganador por años naturales y el premio será el figurar como el cinéfilo más sagaz de entre todos los participantes. Lo pondremos en un lugar de honor y le haremos las alabanzas oportunas que nos parezcan que cada uno se merece.

Este año, se dará a conocer el ganador una vez acabado Diciembre. En la columna lateral izquierda se irán incorporando los acertantes de cada semana y se indicarán los aciertos que vaya consiguiendo.

Espero que os guste el juego y que nos divirtamos intentando resolverlo. Como prueba, voy a poner un ejemplo, que será muy fácil, con la finalidad de que nos enteremos de cómo va a funcionar. Este no puntúa por razones obvias: lo adivinará hasta mi gato, espero. Pero, para empezar, ya podéis dejar la solución. El juego empezará cada viernes, se puntuará a partir del que viene, y se publicará la solución el domingo por la noche, a todo cartel.

No puedo dejar de citar a nuestro amigo Crowley, del que espero comprensión y que no se sienta molesto pensando que le hago la competencia. En todo caso, ampliamos las oportunidades de demostrar nuestra memoria y sagacidad cinéfila, Y es un juego diferente que ya venía ideando hace tiempo. Creo que los que me leen saben de mi debilidad por los carteles de cine. Ahora vamos a comprobar quiénes más, además de un servidor, se fijan en ellos. Gracias a todos por jugar.El primer cartel es de la película…

La semana que viene empieza la puntuación y, por lo tanto, lo pondreomos un poco más dificilillo. No mucho más ¿eh?, hasta ir viendo cuanto hay que apretar las tuercas. Gracias a todos.

21/10/10

El pequeño príncipe


Cine Nostalgia: Bob Fosse y Michael Jackson

Después de Noches en la ciudad vamos a seguir hablando de Bob Fosse. Lo hacemos por su trabajo como actor/bailarín/coreógrafo en una encantadora película de Stanley Donen que en su momento pasó bastante desapercibida. De hecho, es quizás la película menos taquillera del director de Cantando bajo la lluvia.

Basada en el clásico de la literatura juvenil, El principito (Le petit prince), de Antoine de Saint-Exùpery, El pequeño príncipe (¿por qué no le dejarían en El principito, que es como se la conoce?) contiene la actuación más insólita del director de Cabaret, interpretando a “la serpiente” del famoso relato.


Fosse aún no era la gran estrella en que lo convirtió su trabajo de director, pero era muy conocido y respetado en los escenarios de Broadway como director de escena, bailarín y coreógrafo.


Su particular e inconfundible estilo queda patente en el número que podemos ver a continuación y, atención, nos revela que su influencia llegó nada menos que hasta la gran estrella Michael Jackson. El estilo Bob Fosse fue inspiración del “rey del pop”, como vamos a comprobar, si nos molestamos en ver los dos vídeos que acompañan este comentario.
Pongo El pequeño príncipe en Cine Nostalgia para que comprobemos la importancia del gran Bob Fosse, no sólo por sus trabajos como director de cine, bailarín o coreógrafo. Fue el germen y el modelo en el que se inspiró Michael Jackson, la más grande estrella de la música pop, para conformar su especialísima forma de bailar sus canciones.




Con todos nosotros Bob Fosse y Michael Jackson.


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18/10/10

Pan negro

Inocencia interrumpida

Pan negro es otra película más sobre la guerra civil. O sobre la postguerra. De nuevo, los malos son los vencedores y los buenos los vencidos. El cine español ya cansa con tanto cine político sesgado y partidista. Aburre con tanto maniqueísmo ideológico...”. De Pan negro se pueden decir todas las frases hechas que se quieran sobre tan controvertido tema.Y se diría todo eso, y más, si fuera una película que llamara la atención del público y de la crítica generalista. Pero Pan negro va a pasar sin pena ni gloria por las pantallas españolas y ni siquiera va a provocar esa polémica, tan recurrente y cegata que surge de inmediato ante una película sobre “la Guerra Civil”, alimentada por generadores de opinión interesados en denigrar el cine español y, en especial, el cine español cuyo mensaje parece molestarles como si se sintieran aludidos. Pues creo que al cine español le quedan muchas cosas que decir sobre tan negra etapa de nuestra Historia, por la que deberíamos sentirnos infinitamente interesados, y que necesitamos todavía bastantes más películas sobre el tema.

Como pueblo, como personas, somos, no lo olvidemos, la consecuencia de aquella terrible etapa de nuestra reciente biografía colectiva. Deberíamos querer saber de dónde venimos y en qué circunstancias hemos conformado nuestra forma de ser y de pensar en las nuevas generaciones. Las películas sobre la “Guerra Civil” y sus consecuencias, no sobran. Todo lo contrario: faltan un buen puñado de ellas que nos sacudan y nos hagan interesarnos sobre lo que pasó. Con respeto pero con mirada analítica y conciliadora sin que tomemos partido ni nos posicionemos necesariamente. Nosotros no somos responsables de los errores de nuestros predecesores. Todos, ahora, somos y estamos libres de culpa. Puede que toda esta perorata previa a mi comentario sea innecesaria y esté fuera de contexto, pero ahí queda.

Basada en una novela de Emili Teixidor, Pan negro es, más que una película sobre la inmediata postguerra civil española, un thriller en el que hay un crimen y un asesino al que descubrir y unos hechos terribles que se esconden detrás. El contexto es, desde luego, el que nos va a dar las claves del por qué de unos sucesos directamente relacionados con la contienda, pero el fondo del discurso de Pan negro habla de las naturaleza humana y de la capacidad de degradación, o de regeneración de la misma cuando las circunstancias ponen al hombre entre las cuerdas. Pan negro es “una película de Agustí Villaronga”. Quiero decir que en ella son reconocibles las constantes y el estilo de uno de los autores más personales e insólitos del cine español y que su sello autoral sigue intacto.

Estamos en la mitad de los años cuarenta, en un entorno rural de la Cataluña profunda, donde los rencores y las venganzas, la desolación moral y física consecuencias de la reciente contienda, hace estragos en los habitantes de una aldea en la que un chiquillo tiene que enfrentarse a hechos terribles y a acabar asumiendo verdades que van a dinamitar su inocencia y sus fuertes y sólidas convicciones éticas, todavía en una frágil etapa de consolidación y crecimiento.

El entorno moral del grupo humano que Pan negro retrata, como es recurrente en el cine de Agustí Villaronga, está soterradamente contaminado por lo peor del hombre y transitado por los rincones más oscuros de la naturaleza humana, que acaban saliendo a flote. Los personajes son tan turbios y ambiguos en su integridad moral y ética como lo son en toda la filmografía del director de Tras el cristal, y no se salvan ni el grupo más proclive a la inocencia, la infancia: apaleada, vejada y utilizada hasta su degradación (tema recurrente en el cine de Villaronga), pero no primigeniamente tan inocente, y proclive a la degradación ya desde su propia naturaleza. En este sentido, el personaje protagonista, interpretado con soltura por el niño Francesc Colomer, es quizás en su concepción el más puro e incontaminado del grupo humano en que se mueve, aunque acabará, como no era menos de esperar, claudicando y entrando en el juego de mentiras y egoísmos al que le abocan las circunstancias y el desencanto al descubrir la verdadera cara de los mayores.

Pan negro tiene como principal flaqueza el dibujo de una un grupo de niños, de una infancia, que habla y actúa como si fueran mayores y con un lenguaje afectado y poco creíble para sus edades. Se podrá decir que en semejante entorno en que crecen, la maduración prematura es una necesidad acuciante para la supervivencia, y que las mezquindades reinantes alrededor de ese mundo adulto, bastante degradado, son muy fáciles de aprender y asumir a esas edades, pero la película se ve afectada por el dibujo de unos chiquillos que no actúan como tales.

Se habla de que Pan negro tiene ciertas conexiones con El laberinto del fauno. Como no sea en cierto parecido con el negro entorno rural de la postguerra, y en la necesaria evolución de la mirada infantil obligados a formar parte de hechos que van dinamitar su naturalidad e inocencia, en la necesidad de evadirse de un entorno insoportable a través de la imaginación y en la presencia del actor Sergi López en un personaje del mismo corte…

Pan negro es mucho más negra y mórbida y bastante menos complaciente con los recursos oníricos y poéticos. Estamos ante una película de Agustí Villaronga, un cine en las antípodas del de Guillermo del Toro, lo que no quiere decir que sea un cine ni mejor ni peor, sino diferente. Y hay que dejar claro que, pese a que las películas de Agustí Villaronga son siempre motivo de atención preferente para el aficionado, Pan negro es de lo más flojito en la filmografía del director de El mar, lo que no quiere decir que no sea una película sumamente interesante y muy recomendable.

Calificación: ***

14/10/10

Noches en la ciudad

Cine Nostalgia: Sweet Charity (1969). Cabiria en Nueva York

Sweet Charity es una revisitación del guión de Las noches de Cabiria, de Federico Fellini, esta vez en clave de musical. El adaptador es nada menos que el gran Bob Fosse, admirador del director italiano, al que volvería más tarde, con bastante más fortuna, en la emblemática y oscarizada Empieza el espectáculo

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Empieza el espectáculo se basaba en Ocho y medio, nuevamente revisitada hace muy poco en Nine, de Rob Marshall. Evidentemente las películas de Fellini se prestaban a ser coreografiadas, si nos atenemos a la atención que despertaron en autores teatrales y directores cinematográficos apegados al musical.



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Swett Charity no fue un gran éxito, ni de público ni de crítica, pero dejó para la posteridad algunos números musicales, auténticas joyas, como estos que pongo. Arriba, "The rich man frug" y abajo, "The big spender"

Noches en la ciudad estuvo nominada a tres Oscar: mejor adaptación musical, mejor dirección artística y mejor vestuario, aunque al final no consiguió ninguno.

No será una obra maestra, pero bastan las coreografías de Bob Fosse, para que nos detengamos en ella. Creo que merece la pena ver estos sugerente y sofisticados números. Sugerente y sofisticado son dos calificativos que le vienen al dedo a todo lo que hizo Fosse. Su polivalencia en el género tiene pocos precedentes. Sólo se me viene a la memoria el gran Gene Kelly, aunque sean estilos absolutamente diferentes.

Volveremos sobre Bob Fosse, pero ahora nos quedamos con estos fascinantes números y algunos carteles de la película.

11/10/10

Amador


La vendedora de rosas

Amador aborda el problema de la inmigración, un tema por el que el cine español está muy poco interesado. A botepronto sólo me viene a la cabeza un par de películas ya lejanas: Bwana, de Imanol Uribe, y El traje, ésta algo más reciente, de Alberto Rodríguez, las dos sobre inmigrantes africanos, aunque seguro que pensando un poco, recordaría alguna más.

La mirada del director no se proyecta nunca desde la "superioridad"

Concretamente Amador habla de los inmigrantes sudamericanos, al menos de un grupo de ellos que, me parece, se integrarían en el colectivo peruano, aunque no estoy seguro ya que en determinado momento la protagonista dice que en su país no hay mar. O puede que dijera en su tierra. Sea como sea, en Amador vemos los avatares y penurias de un grupo latinoamericano que sobrevive de la venta callejera de flores. Concretamente se dedican a vender rosas. Las rosas tienen un papel determinante en la película pues su simbolismo acaba siendo abrumador.

Ya en el comienzo, un grupo de inmigrantes asaltan el contenedor de un vivero donde se amontonan flores, procedentes del triage de la recolección, las desechadas y destinadas a la basura. La cámara se sitúa a ras de suelo y enfoca una flor que crece solitaria en la ladera, por la que patean los “ladrones” de rosas, sin que en ningún momento esta flor sea pisada, estropeada, como sí que lo están las que intentan robar. El recuerdo de esta secuencia será inevitable a lo largo de la película, una vez aparezca en escena Marcela, la protagonista, con la que vamos a vivir una historia de evolución, aceptación, superación y supervivencia en la que, paradójicamente, la muerte es un elemento determinante.

Por alguna parte le he leído a Fernando León de Aranoa que la idea de filmar Amador le vino cuando vio a una muchacha sudamericana sentada en un autobús, cargada con una gran brazada de rosas rojas, y pensó que detrás de esa imagen había una historia que contar. Amador vuelve al tema preferido de Fernando León de Aranoa, el de la marginación de las clases más desfavorecidas de la sociedad, y en la dificultad de mantener la dignidad y la autoestima en un entorno decididamente excluyente. Amador se suma así al discurso de Barrio, Los lunes al sol, Invisibles (documental firmado en colectividad) y, en cierto modo, Princesas.

Pero Amador es quizás la película más poética del director de Familia y su mirada a los marginados deja en segundo término la denuncia política o social y se centra en los sentimientos de sus personajes. Marcela es una mujer abrumada por la vida difícil que le ha tocado vivir. Al límite de la indigencia en un país que no es el suyo, embarazada y con un novio al que no está segura de querer. Acuciada por la necesidad de ganarse un dinero que necesita de inmediato (150 euros) acepta cuidar de Amador, un señor incapacitado y enfermo (un excelente Celso Bugallo) que, no obstante, rebosa vitalidad y ganas de vivir. En esa convivencia, Marcela va a encontrar las claves para desenmarañar el lío de sentimientos y temores que la abruman.

Amador habla de la vida, de la capacidad de sobrevivir a las adversidades, capacidad a la que ni siquiera la muerte hace la más mínima mella en su imparable proceso regenerativo. La vida no se detiene ni ante la muerte. Hemos hablado de simbolismos en los que no solo las rosas juegan su papel. Amador se enfrenta a los últimos momentos de su existencia, cuando aparece en escena Marcela y el ciclo de la naturaleza acaba imponiéndose a la desesperanza. La vida acaba triunfando en su batalla con los daños colaterales del desencanto y la desesperación.

Amador está narrada de forma pausada, contemplativa, desde la mirada serena y triste de Marcela, la absoluta protagonista de esta historia hermosa y conmovedora. Su trato con éste hombre incapacitado pero lleno de vida y lucidez, es el detonante para que por fin Marcela acabe tomando decisiones a las temía enfrentarse. Amador acapara el título de la película precisamente por la influencia determinante que ejerce sobre Marcela, una Magaly Solier (Madeinusa, La teta asustada) fascinante que llena todo el metraje de miradas, pausas y silencios que explican todo un mundo de sentimientos en el que sobran las palabras. Amador es una película en la que tiene una gran importancia la mirada de la cámara, colocada siempre en el encuadre que más sugerencias va a proporcionarnos y más preguntas nos va a provocar, casi siempre, por debajo de la mirada de los personajes. La música de Lucio Godoy se adecua perfectamente a las intenciones de la película, a la que se le podría poner una única objeción a la hora de justificar ciertas decisiones, poco sensatas o lógicas, de la protagonista. Marcela, que en todo momento ha dado muestras de una gran capacidad y lucidez en sus decisiones y actitudes, en este caso concreto (spoiler), la actitud que adopta ante determinado problema puede chirriar y resultar más que discutible.

Amador transita en determinados pasajes por un humor que resulta chocante y rompe el tono narrativo inicialmente adoptado, recurriendo a un personaje que parece salido de una película de Almodóvar. La prostituta que interpreta Fanny de Castro, que en su comportamiento y lenguaje, parece como un cruce entre Chus Lampreave, María Barranco y la Cándida de Guillermo Fesser. Es lo que menos me gusta de la película, lo que no quiere decir que no me haya parecido una de las más interesantes del cine español de esta temporada. Una película que merece la pena ver.

Inciso: Amador es el título de otra película español del año 1964, interpretada por el francés Maurice Ronet y dirigida por el hoy muy olvidado Francisco Regueiro, un cineasta a reivindicar, al que le iba a tomar prestado el título de otra película suya para ilustrar mi comentario: Duerme, duerme, mi amor (1974), aunque al final me he decidido por otro, el de una película colmbiana, dirigida por Víctor Gaviria.

Calificación: ***

8/10/10

CROMA (Revista oficial de Ciudad de la Luz)


Daniel Narváez (director académico), Elsa Martínez (directora de Ciudad de la Luz) y Luis Cruz (director del Centro de Estudios) Foto: Scotty

Esta mañana ha tenido lugar en el Centro de Estudios Ciudad de la Luz la presentación oficial de la revista Croma, una revista que nace con vocación de continuidad, cuyo cometido será mantener informados al público en general, pero sin perder der vista al propio alumnado de las distintas disciplinas cinematográficas que componen el total de la Escuela de Cine.

Croma se une así a la lista de publicaciones especializadas dependientes y representativas de entidades y/u organismos del mundo del cine, tales como la Seminci de Valladolid, el Festival de San Sebastián, el Festival ce Cine Iberoamericano de Huelva o el Festival de Málaga, si bien es verdad que Croma se diferencia de las publicaciones de los organismos citados en que es la única en el ámbito nacional que nace en/y/desde unos estudios de Cine y de su Escuela de las Artes Cinematográficas.Croma inicia su andadura con una tirada de dos mil quinientos ejemplares que, en lo sucesivo, y con una periodicidad cuatrimestral, podrá ser adquirida al precio de cuatro euros. Editada con una cuidadísima y vanguardista impresión/maquetación/formato, Croma aborda en su primer número un heterogéneo ramillete de artículos y temas, dejando espacio para las entrevistas y los monográficos. Sus responsables hacen hincapié en la preferencia puesta en el soporte impreso de la publicación, si bien en sucesivos números también estará presente en la Red como alternativa digital.

Foto: Scotty

Tal como apuntaba durante la presentación la directora de Ciudad de la luz, Elsa Martínez, la publicación impresa pervive imbatible frente a los nuevos medios de comunicación y el lector demanda y, en muchos casos, exige, poder tocar el papel impreso, guardar la publicación y volver sobre ella, oler y acariciar sus páginas. En este sentido, Croma es sin duda una de esas publicaciones cuya concepción y diseño atrapan al lector, al margen de sus contenidos que, por supuesto, en este su primer número, no pueden ser más completos a atrayentes.


John Ford

En el número uno de Croma podemos encontrar un análisis sobre la obra de John Ford y su relación con la prensa titulado “Libros y flores de cactus”, firmado por Juan Gorostidi Munguía; “Cuando el futuro nos alcance”, sobre la relación de Hollywood y la industria del videojuego, firmado por Mario-Paul Martínez; “Filmes recuperados” que disecciona la película alemana de 1973 See (Tres caminos en el mar), a cargo de Francisco López Martín; “Directores”, dedicado a Samuel Fuller, “Letras y Cine”, en torno a A High Wind in Jamaica (Viento en las velas), de Alexander Mackendrick, firmado por Elpidio del Campo Cañizares; “Escritor, Novelista, Cine”, diseccionando a Philip Marlowe, como gran personaje de ficción del siglo XX, a cargo de Mariano Sánchez Soler; “Descartes: el castillo se desmorona”, sobre la banda sonora de una película hoy reivindicadísima de un director poco valorado, John Guilermin, titulada House of cards (Castillo de naipes), firmado por Idelfonso Larrañaga; “Sosías de los setenta”, con un especial mirada a Invasion of the body snatcheiors” de Phil Kauffman, por Luis M Álvarez; “El mal de Hollywood según Mamet”, reflexiones en torno al director de Casa de Juegos, por Mariano Sánchez Soler. El número se completa con una entrevista a Gerardo Camps, vicepresidente segundo y Conseller de Economía, Hacienda y Empleo de la Generalitat Valenciana.

Daniel Narváez, Elsa Martínez, Luis Cruz y Juan Gorostidi, presentando la nueva revista a los medios de comunicación. (Foto: Scotty)

En definitiva, nos congratulamos del nacimiento de esta nueva revista que viene a completar la oferta formativa, cultural y de ocio que Ciudad de la Luz ofrece a través de su ya prestigioso y considerado como referente europeo Centro de Estudios Cinematográficos. Enhorabuena.

4/10/10

Buried / Enterrado

La caja de las sorpresas

Rodrigo Cortés parece llamado a ingresar en la lista de directores españoles con proyección internacional a los que el cine americano apadrina y los ingresa en nómina. A Jaume Collet-Serra, Gonzalo López Gallego o Juan Carlos Fresnadillo puede añadirse a partir de ahora al director de Concursante, su arriesgada y rompedora opera prima con la que ya llamó la atención de la industria hollywoodense y a la que tuvo el valor de decir que no a más de una propuesta para trabajar en la Meca del Cine.

Buried/Enterrado pasa por una película norteamericana pero es una producción netamente española, pese a que el guión lo firme un norteamericano. Ha sido rodada enteramente en Barcelona y estrenada a lo grande en los Estados Unidos, donde como película española solo ha sido superada en salas a su disposición y en despliegue publicitario por Los otros y Planet 51. Buried/Enterrado está siendo un éxito descomunal en los Estados Unidos, a lo que no debe de ser ajeno el argumento y el tratamiento dado a la historia, contada utilizando todos los resortes, tics y recursos éticos y estéticos del cine norteamericano. En definitiva, Buried/Enterrado es una película pensada y realizada para gustar el público americano y de paso gustar a todo el mundo.

(No lo considero spoiler) Un norteamericano que trabaja en Irak en labores civiles y de intendencia es secuestrado por un grupo terrorista y enterrado vivo dentro de un ataúd. No es sino un modus operandi con el que los bandidos extorsionan tanto al gobierno del ejército invasor como a los familiares de los propios secuestrados. Quieren dinero: las motivaciones políticas son argumentos que los secuestradores exhiben sin demasiada convicción. El protagonista, del que se podría decir que su odisea ha sido elegida al azar, como caso representativo de esa peculiar forma de terrorismo islamita, se despierta dentro de su tumba con un mechero y un móvil como toda herramienta para intentar salir vivo de semejante situación. Irá descubriendo que dentro del ataúd le han colocado algún que otro objeto más y que, desde luego, no han sido puestos allí al azar.

Que la trama argumental la vayamos sabiendo desde lo que acontece dentro del ataúd (nunca desde el exterior), en el que el espectador está tan “enterrado” en todo momento junto con el personaje, sin que ni uno ni otro vean más allá de las cuatro paredes de la caja (y eso solamente cuando el mechero o el móvil aportan alguna iluminación), es realmente un decisión narrativamente suicida. ¿Cómo hacer aguantar al público y despertar su interés con una situación tan minimalista durante toda la película? Desde luego es una proeza atreverse a rodar una película de casi dos horas de duración con solamente un hombre dentro de un ataúd, con un mechero y un móvil a su disposición, y hacerlo desde un punto de vista objetivo, con la cámara dentro, sin sacarla del ataúd durante todo el metraje. Un atrevimiento experimental que se salda con resultados más que favorables.

El secreto es ir dosificando la información que el personaje (y nosotros) va obteniendo del exterior desde su móvil, con el que entablará contacto desde su propia familia, hasta el Gobierno de su país o la banda terrorista que lo ha llevado a tan terrorífica situación, en un in crescendo dramático y narrativo controlado milimétricamente. Rodrigo Cortés demuestra un prodigioso dominio del montaje y del tempo escénico, amén de contar con un intérprete que sabe utilizar los recursos gestuales para ir convenciéndonos de sus diferentes estados de ánimo según va obteniendo información de la situación en que se encuentra y de las posibilidades de acabar su pesadilla felizmente, o el abatimiento ante la desesperante evidencia de que todo está perdido y jamás saldrá de su tumba.

Que Buried/Enterrado, por sus especiales características, acabe siendo en ocasiones redundante y reiterativa, que pase por algunos baches en los que el interés decae, que si nos ponemos puntillosos, encontremos realmente improbable lo que ocurra en ese ataúd enterrado, que lleguemos a decirnos que un simple mechero de gasolina no da para tanto encendido y apagado, que pensemos que el oxígeno de un habitáculo tal reducido en el que hay tanto ajetreo (llamas incluidas)no puede durar tanto tiempo, que caigamos en la cuenta de que un teléfono móvil enterrado un metro bajo tierra no tenga el más mínimo fallo de conectividad, que… etc., no le resta a esta insólita película ni un ápice de convicción gracias a que todos, como espectadores, entramos de inmediato en las leyes no escritas de la verdad que transmite una película bien diseñada, fantásticamente dirigida, y estupendamente interpretada.

Creo que Buried/Enterrado va a ser una película de la que se dirá que encuentra, a esta alturas, una nueva e inédita forma de narrar cinematográficamente, pese a que lo más seguro sea que todo se quede en un experimento que no tenga continuación, pero sí que se va a recordar y a citar en el futuro. Algo parecido a lo ocurrido con La soga o Náufragos pero, incluso, con más osadía. Esperamos de Rodrigo Cortés que este sólo sea el comienzo de una brillantísima carrera en la que nos regale películas realmente memorables. Concursante y Buried/Enterrado son dos magníficas cartas de presentación que incitan a pensar que puede lograrlo.

Calificación: ***