22/3/13

Madame Bovary y Anna Karenina: Un mismo destino


La mujer en el siglo XIX

El reciente estreno de Anna Karenina  y su visionado me ha hecho caer en la cuenta de los grandes paralelismos y las inmensas semejanzas  que existen en el personaje de Leon Tolstoi  con las de otro gran icono femenino  de la literatura universal, la  francesa n Madame Bovary, de Flaubert, llevada tantas o más veces a la pantalla.

Vivien Leigh, la Anna Karenina de Clarence Brown (1935)

He caído en la cuenta también que en El Blog de Scotty ya  se escribió sobre el personaje y creo muy, muy interesante volver a leer aquella entrada, por lo que la traigo a primera página una vez más. 

01/09/09


Madame Bovary


Abismos de pasión

Acabo de ver Madame Bovary, la versión que Claude Chabrol hizo de la novela de Flaubert, tras haber visionado no hace mucho la que a finales de los 40 realizó Vicente Minnelli, y de haber leído recientemente la novela. Antes de nada decir la profunda impresión que me ha producido la obra del escritor galo, uno de los retratos femeninos más descarnados e inmisericordes de toda la literatura universal. Flaubert hace un estudio implacable, diseccionado desde la gélida distancia del narrador y desde una posición meramente descriptiva, de una Madame Bovary que puede parecer cualquier cosa según los ojos de quien la mire: una mujer egoísta y manipuladora, una mala madre y una peor esposa, una mujer sin principios morales, una libertina... una puta.
Yo creo que Flaubert quiere que veamos en ella a una pobre víctima que no sabe protegerse en un entorno en el que la mujer está condenada a la sumisión, a la estulticia, a la astucia...Pero Emma no aprende a sobrevivir sabiendo nadar y guardar la ropa.
La señora Bovary no consigue ese equilibrio obligado en su entorno, pese a que lo intenta, y acaba arrastrada por su verdadero temperamento pasional. Al decidir que el mundo no está entre las cuatro paredes de una casa de un pueblecito provinciano, la suerte está echada y el final no puede ser otro que su perdición. Tras la tragedia, sus verdugos siguen medrando y ascendiendo en la sociedad y las personas inocentes y puras (su apocado esposo, su hija...) son arrastrados como ella/por ella al abismo.
El regusto que este relato nos deja es tanto o más amargo que el sabor del arsénico que Emma roba en la rebotica.
Creo que trasladar a imágenes una obra tan compleja y tan descriptiva del interior de los personajes nos es tarea fácil y ni la versión de Minnelli, que me pareció demasiado acartonada y en exceso sometida a los códigos del melodrama hollywoodiense, ni ésta de Chabrol, pueden considerarse de forma satisfactoria dados sus resultados.
De hecho, las dos recurren a la inevitable voz en off para decir con palabras lo que es muy complicado de decir con imágines. Con todo, me quedo con la película del director de El carnicero, bastante más adecuado que Minnelli para éste relato, habida cuenta de que Chabrol "algo sabe" de lo que se suele cocer en lo más profundo de la sociedad provinciana francesa. Y ahondar en sus secretos y miserias es especialidad de la casa.
La esencia de las cosas no transmutan y ciento cincuenta años, quizás, no hayan conseguido hacer cambiar lo más hondo de la idiosincrasia de su país.

Y, claro, Chabrol va a la esencia, como siempre, utilizando la elipse y el montaje para pasar rápidamente por los pasajes meramente descriptivos y de transición (la concisión del comienzo en el que Emma conoce al doctor Bovary, lo manipula y lo convierte en su marido, es ejemplar en este sentido) y se detiene más en los momentos en que hay que explicar el alma y los sentimientos de sus personajes. De su personaje.
La secuencia más larga de la Madame Bovary chabroliana es la del baile en la que Emma se embriaga de todo lo lo que le rodea, que no es otra cosa que lo que siempre ha estado deseando vivir: mira, escucha, toca y olfatea el entorno como reconociendo por fin su territorio, la fauna a la que pertenece. O a la quiere pertenecer ya para siempre.
Esta experiencia es el último empujón que la señora Bovary necesita para desatar todos sus anhelos reprimidos. Es la mejor secuencia de la película, muy diferente del trato que le confiere Minnelli en su versión, donde vemos un baile menos introspectivo y bastante más mundano, al estilo de, por ejemplo, los que vemos en Jezabel o Lo que el viento se llevó. En el capítulo de los actores, Isabelle Huppert está bastante más adecuada al personaje de lo que me esperaba, si bien no dejo de opinar que Madame Bovary necesitaba una actriz más pasional y menos cerebral. Huppert hace un buen trabajo, pero está dominado por un método y por un estilo.
Pienso que Jennifer Jones en la versión de Minnelli está más convincente pues sus características como actriz eran más adecuadas. Recordemos a su pasional Perla en la extraordinaria Duelo al sol, con la que la señora Bovary tiene algún punto de contacto. Jean Yanne compone un boticario perfectamente desagradable y odioso, en contraste con el enternecedor y humano asesino de El carnicero, una de las películas más turbadoras, poéticas e inolvidables de Claude Chabrol.

Calificación: ***

19/3/13

Anna Karenina

El teatro de la vida
Decepcionante adaptación de uno de las novelas más importantes y conocidas de la literatura universal. Una mezcla de representación teatral y cine que no sabe a qué carta quedarse y que en muy contadas ocasiones alcanza la altura suficiente como para considerarla una buena película. 


No obstante se ve sin demasiado disgusto principalmente por la buena interpretación y lo colorista y abigarrado de la escenografía, en muchas secuencias abrumadora hasta el punto de entorpecer lo esencial, la historia y los personajes.


En mi opinión, Joe Wright da unas pasos atrás después de las prometedoras "Orgullo y prejuicio" y "Expiación".



Oscar 2013 al mejor vestuario.


Calificación: **

21/1/13

En tierra hostil... Kathryn Bigelow


Kathryn Bigelow en tierra hostil, el día más luminoso.

A propósito de La noche más oscura y debido a mi falta de tiempo para elaborar una crítica documentada y reflexionada a conciencia sobre la película, he caído en la cuenta de que lo que se publicó en El Blog de Scotty en el momento del estreno de En tierra hostil viene al pelo para entender y aplicar  a su siguiente película, esta  extraordinaria reconstrucción de cómo se llevó a cabo la caza y captura del terrorista más odiado y buscado de toda la historia. La Bigelow se mueve como nadie en tierras hostiles rompiendo todos los esquemas. Si estas películas no estuvieran firmadas, nos imaginaríamos detrás de su realización a un curtido, viril y contundente varón y no a una atractiva dama de aspecto delicado y elegante de aires conservadores.

Ellas acabarán dominando el mundo.

23/02/10

En tierra hostil

Tropa de élite
En tierra hostil es una película de ficción pero su realismo y los modos con que afronta la narración la emparentan con el documental. Se habla de documental-ficción cuando a un documental se le da formas narrativas de ficción (acordémonos de En construcción, de José Luis Guerín, o de Grizzly Man, de Herzog), pero aquí podemos hablar de ficción-documental. Es evidente que ese es el efecto que persigue Cathryn Bigelow en En tierra hostil por la forma en cómo la cuenta. La fotografía “cámara al hombro” es otro recurso que busca ese logro, pero la más rotunda intención de conseguir ese realismo documental está en el empeño con que Kathryn Bigelow procura que su película huya del sermoneo y no condene, ni deje de condenar, “las injusticias de la guerra” o solemnidades d ese tipo y se limite a filmar unos hechos sin involucrarse lo más mínimo y desde la más aséptica mirada posible, despojándola de cualquier intención crítica o discursiva. La distancia desde la que proyecta su mirada al fondo del conflicto nos deja libres como espectadores para que seamos nosotros mismos los que hagamos nuestros propios juicios de valor.
En este caso, la tentación de caer en el cine discursivo era difícil de evitar, ya que estamos hablando de la guerra de Irak y todos sabemos de qué forma y en qué circunstancias se originó. Dado la opinión generalizada de que dicha guerra es una “guerra provocada injustamente y por interese bastardos” y demás obviedades por el estilo, el que En tierra hostil evite esas coletillas acusadoras es muy de agradecer. Su mirada sobre la realidad que muestra es neutra y no toma partido emocional, algo muy difícil de soslayar en una película como En tierra hostil. A Bigelow le interesa el devenir de un determinado grupo de combate en una guerra que podría ser cualquier guerra del siglo veintiuno. Lo que vemos ocurre en Irak como podría ocurrir en Afganistán, por ejemplo. No hay la menor intención de juzgar decisiones de Estado ni de señalar con el dedo a países o a políticos. No juzga a nada ni a nadie. Pero lo que no hace es dejar de lado a los personajes y se detiene lo suficiente en ellos como para definirlos en su humanidad y hacérnoslo cercanos hasta hacernos sentir que formamos parte de dicho comando viviendo con ellos sus emociones y peligros. En En tierra hostil seguimos el día a día de un grupo de tres soldados especialistas en explosivos, cuya misión en Irak es desactivar minas y con ello evitar más tragedia y salvar vidas civiles inocentes. Recorremos con ellos las calles de Bagdad y sus alrededores en misiones de altísimo riesgo que no siempre se resuelven con éxito. La adrenalina inunda la narración y los especialistas del Comando Bravo (así se llama el grupo) nos arrastran y nos involucran en sus arriesgadas operaciones. El realismo de las escenas, la autenticidad de la ambientación y la verdad con que están dibujados los personajes (por momentos no creemos que sean actores sino gente real) hacen que En Tierra hostil nos arrastre a una aventura mucho más que excitante hasta el mismísimo corazón del conflicto, en donde llegamos a mascar y compartir el peligro con una intensidad casi paroxística que te altera los nervios. Repleta de una gran tensión que llega a hacerse insoportable, la película está narrada con un desparpajo, un nervio y un dominio de los tiempos y de los resortes del suspense que podríamos calificarlos de netamente masculinos por la carga de testosterona que despliegan, tanto la acción como los personajes en sus peligrosísimas inmersiones al corazón mismo del riesgo. Efectivamente no puede dejar de pensarse que esté dirigida por una mujer y sorprenderse de que ésta haya sabido reflejar tan bien unas situaciones y unas actitudes que asociamos como patrimonio del sexo fuerte. Mi comentario al respecto no de ser interpretado como machista y sí como admirativo de la capacidad de Cathryn Bigelow de meterse en la piel de estos hombres y de entender tan bien el entorno en que se tienen que desenvolver, aún siendo mujer y, supuestamente, no haber tenido el contacto necesario con los ambientes que describe de una forma tan documentad y auténtica. Dura y sin concesiones a la hora de mostrar unos hechos de extremísima violencia, Bigelow deja su sensibilidad femenina al margen de la acción y la guarda para usarla en describir a sus personajes aportando pinceladas de emoción y humanidad no sólo en el dibujo de sus protagonistas sino también en determinados secundarios, como ese entrañable niño iraquí que vende DVDs pirateados para sobrevivir entre tanto desastre y tanto riesgo. La tragedia colectiva da cabida a la tragedia íntima y cercana en eficacísima simbiosis.
Y hay una magistral descripción del personaje principal interpretado con tal convención, verdad y falta de afectación por Jeremy Renner (al que ya habíamos visto en 28 días después y en El asesinato de Jesse James... sin que llamara demasiado la atención), que este actor no es sólo digno de la nominación al Oscar que ha conseguido. En mi opinión creo que se merece ganarlo, como me parecería muy justo que los Oscar de mejor película y mejor dirección fueran a parar a En tierra hostil y a Kathryn Bigelow. Es sin duda la película que más me gusta de las que están nominadas al Oscar como finalistas y que yo haya visto hasta ahora. Le deseo mucha suerte, pero hay que tener en cuenta que este año se ha ampliado la cantidad de nominadas hasta diez y hacer quinielas sobre las ganadoras se ha convertido en un juego harto difícil.
Calificación: ****

19/1/13

2012 : a propósito del cine.



Scotty sigue viendo  cine

Muy frustrado por la falta de tiempo para dedicar al blog, llevo meses sin apenas atenderlo con el detenimiento que me gustaría. Los que lo seguís merecéis que mis opiniones sean suficientemente periódicas, pensadas y argumentadas más allá de que coincidan con las vuestras o no. La discrepancia ha dado vidilla a los debates que aquí han sido y un servidor ha procurado ser siempre sincero, lo que a veces ha hecho que mis opiniones fueran demasiado a contracorriente.


Últimamente voy menos al cine, pero voy. Muy mal tendrían que ir las cosas para que “Scotty” no visitara al menos una vez por semana una sala de cine, lo que me mantiene más o menos al día de lo “lo que se cuece” (o se filma) por esos mundos de cámaras digitales (iba a decir por esos mundos de celuloide, pero me ha dado un escalofrío al percatarme de lo mayor que me estoy haciendo) y lo que veo, en general, sigue siendo muy estimulante.

El cine sigue vivito y coleando y es en estas fechas cuando más se evidencia. Premios y reconocimientos anuales de Asociaciones, Academias, Festivales, Críticos... nos ponen ante nuestros ávidos ojos cinéfilos qué es lo que mejor a salido de la hornada del año anterior, aunque en el camino de ese reconocimiento queden obras que, personalmente por nuestros propios gustos, u objetivamente por la importancia de determinados autores y obras, consideremos que dejarlos en la cuneta ha sido una injusticia.


Los premios Goya están a la puerta de la esquina y sobre los nominados ya hay en El Blog de Scotty un post que, no por superficial, deja de ser sincero y respetuoso con el tema y con los lectores a los que pueda interesar. La gala de los Oscar se aproxima inexorablemente y todavía no he visto algunas de las que,estando nominadas,considero debería no perderme. Algunas han desparecido de cartel y otras se están reponiendo. Procuraré aprovechar esa circunstancia.


Este año mis preferencias no desentonarían demasiado con la de los miembros de las Academia y no voy a opinar ahora sobre mis discrepancias, que las hay, pero sí voy a dar mi opinión favorable, muy favorable, sobre dos obras que me han entusiasmado,que están entre las nominadas y con posibilidades de conseguir premios importantes.

Amour, de mi admiradísimo Michael Haneke,es una película cumbre de un autor cuyas películas escalan cotas de calidad y fascinación según las va filmando. Amour incluso traiciona al propio Haneke y y el lado perverso del ser humano que estremece en todas sus películas aquí se recicla para hacerse hermoso. Bergman (Igmar) habría filmado este guión y nos habría estremecido igual, pero por otros mecanismos de revulsión.

En ese sentido, Haneke sigue siendo fiel a una de sus premisas, la distancia, y se limita a mostrar lo que cuenta como ha hecho siempre: mirando desde un objetivo (¿una cerradura?) y filmando desde él par después poner los vídeos (ahora serían los DVDs) a nuestro alcance (al alcance del espectador) y que nos veamos a nosotros mismos desde fuera. En definitiva, esa es la esencia del cine, del Arte en general.


La otra película con la que me quedo es La noche más oscura, sin duda la confirmación de que estamos ante una directora que por fin encuentra un universo fílmico en el que sabe nadar como pez en el agua, constatando que sus aciertos en En tierra hostil no fueron casuales. De hecho, acabo de ir a mi entrada para esa película y me sorprendo de que lo que allí digo vale exactamente para La noche más oscura cambiando mínimamente las referencias argumentales... las que, por otra parte, tanto tienen que ver entre sí.


El tiempo me devora y tengo que terminar. Creo que sería interesante que trajera a primera plana dos entradas anteriores en el blog sobre estos cineastas. Haneke indiscutiblemente grande y Bigelow apunto de convencer por fin a los espectadores más reticentes. Sabed que el cine sigue siendo uno de los motores que me mueven por la vida y que gracias a él el mundo me parece mucho más maravilloso. 


Me permito aconsejaros que acudáis al cine cuando algo empiece a haceros flaquear. Y cuando esteis en la cresta de ola. Siempre el CINE. Para ver la vida con la objetividad de un espectador que, milagro del cinematógrafo, se sitúa por encima de ella para juzgarla como con quien no va la cosa. Dos horas después de sentarnos en la oscuridad de una sala y de disponernos a vivir otra vida, salimos a bregar con la nuestra teniendo las ideas algo más claras.

Las entradas prometidas, en los post siguientes.