Torrente 4 (Lethal crisis)

Segura en el país de las “marravillas”

¿Por qué escribo sobre Torrente en detrimento de otros estrenos que he tenido oportunidad de ver estos días? Quizás porque me duele comprobar qué tipo de cine español es el que demanda el espectador medio de este país. La nueva entrega de Torrente está arrasando las taquillas una vez más, lo que quiere decir que el público está encantado. Deprimente. ¿Es este es el tipo de cine que nos gusta? ¿Son películas así las que nos divierten? ¿Es con este humor con el que nos identificamos? Lamentablemente sólo hay que pensar un poco y caer en la cuenta de qué tipo de programas de televisión arrasan en España, de qué revistas se nutren las salas de espera de los despachos y oficinas, de qué periódicos se amontonan en los mostradores de los kioskos de prensa. Sí: estas son las películas que queremos. En nuestro país arrasa la caspa, el chismorreo de vecindona, el sensacionalismo más amarillista. Estamos cercados, invadidos, absorbidos por la ordinariez y la estulticia. Y lo que nos reímos...

Quizás Torrente podría visionarse desde la óptica de intelectual enteradillo y analizarla argumentando que es una película que dinamita exagerando y deformando una cierta manera de ser de los españoles que en esta película se lleva hasta las últimas consecuencias. Podríamos decir: Esto que se vé en la película es exagerado, pero no deja de hablar de parte de nuestra cultura y de nuestra forma de ser. De hecho, si he ido a verla es porque algo parecido he creído entender en cierta crítica de un periódico que considero bastante serio y del que me suelo fiar. No es verdad. En Italia sí que se hizo ese tipo de cine en los años cincuenta y sesenta. Hoy no sabemos si se seguirá haciendo, pues ya no vemos películas italianas ( ni europeas en general) más allá de algún éxito puntual. El cine americano nos ha devorado. Ha abducido el mercado de toda Europa, quizás con la salvedad del cine francés, que lucha como gato panza arriba por preservar su propia industria y su propio mercado.

Pero volvamos a Torrente: el señor Segura nunca será ni un Dino Risi, ni un Luigi Comencini, ni, por supuesto, un Federico Fellini y, digámoslo ya de una vez, estamos ante una vergonzante muestra de cine basura, muy lejano de lo que debe ser un cine que pretenda reflejar determinada realidad a través de la parodia y que aspire a ser un espejo deformante de una sociedad determinada. Estamos simplemente ante un desfile de ordinarieces, ante un cúmulo de malos chistes en el que la escatología campea a sus anchas, dueña y señora, sobrepasando todas las líneas de lo tolerable. Lo fecal como recurso estrella flanqueado por el machismo más rancio, el sexismo más insultante, el racismo más vergonzante y la xenofobia más intolerable. Pero nos reímos tanto...

Hay un hecho recurrente en todas las películas del señor Segura que no termino de entender y es la diligencia de famosos y famosillos para prestarse a la estrategia de este ¿cineasta? y que acuden raudos y veloces a hacerle el juego aceptando hacer impresentables cameos. Se codean con lo peor de esa fauna de frikis que alimenta los programas de caca y caspa de nuestras televisiones, las revistas del mundillo rosa, que en esta película acaban más bién de color marrón. No voy a dar nombres, pero es apabullante la cantidad de los que desfilan “apatrullando” la ciudad al lado de este personaje grasiento y grimoso, prestándose a ser blanco de sus ”bromas”. No hay ni una sola secuencia sin una cara conocida aguantando carros y carretas en medio de todo el frikerío patrio. ¡Cómo se habrán divertido recibiendo caña torrentera! Y encima sin cobrar un duro, o eso dicen. Pues no es listo el señor Segura...

La desfachatez y el mal gusto son la quintaesencia de esta mierda (literal: la vemos en casi todas las secuencias). Torrente arrasando una vez más en las taquillas españolas. Viva el cine español. Lamentable.

Calificacion: 0