29/11/10

Chloe


Un encuentro "casual" que determinará el futuro de los personajes.

Atracción fatal

A la vista del firmante, nada menos que el Atom Egoyan de Exótica, El dulce porvenir o El viaje de Felicia, uno espera bastante más de lo que ofrece una película como Chloe, remake de un film francés de hace siete u ocho años que se titula Nathalie. En España Nathalie X, sin duda para atraer a algún espectador extra que creyera que iba a encontrar material adicional cuando ya lo de “X” hacía tiempo que había pasado a mejor vida. Pese a que Chloe no es una película a despreciar, sí es verdad que acaba decepcionando a quien acuda a verla pensando que va a encontrarse con una obra de autor. O de su autor.

Sugerente fotograma que revela la íntima personalidad de Chloe.

Para empezar, a un servidor, que tiene a Atom Egoyan por un creador en toda regla, no le casa que se haya avenido a reescribir una película ajena, a no ser que con los resultados demostraran que merecía la pena hacerlo y que el material era susceptible de moldearse, adaptarlo a su universo y mejorarlo. No he visto Nathalie (o Nathalie X), pero dudo mucho que allí haya materia prima para llamar la atención de un cineasta de prestigio, de un autor, como sí lo es Atom Egoyan.

Atracción fatal.

Chloe empieza de forma prometedora y todo indica que vamos a asistir a un complejo estudio de personajes, principalmente el que interpreta Julianne Moore, una mujer en plena crisis de identidad, incapaz de asumir el tránsito de la juventud y de la primera madurez, a la etapa en que hay que empezar a aceptar el paso del tiempo y el cambio inevitable en la forma en que nos perciben los demás, a responsabilizarse de las convenientes y necesarias nuevas maneras de actuar ante lo que nos impone la vida cuando creemos que hemos dejado de tener influencia en las personas que queremos. Catherine (Julianne Moore) pierde el control de sí misma cuando cree que ha perdido el control de sus afectos y querencias, en especial el control en las relaciones con su esposo y con su hijo.

Catherine es una prestigiosa ginecóloga que sospecha que su marido (Liam Neeson), profesor de música, la engaña con una de sus alumnas. Consumida por los celos (posibles paranoias de alguien que va perdiendo a pasos agigantados la seguridad en sí misma), contrata a una joven, prostituta de lujo (Amanda Seyfried), para que provoque y seduzca a su marido, y así corroborar sus sospechas de que no le es fiel. Las sorpresas que le aguardan en su temeraria aventura quizás no vayan por el camino que ella esperaba.

El cartel de Chloe ya evidencia los sustanciales cambios en el enfoque de la historia original.

Chloe tiene un buen arranque y hasta más o menos la mitad la cosa no se deteriora. La intriga, el interés de la historia radica en el estudio de los personajes, en las motivaciones de sus comportamientos, de sus frustraciones, de sus paranoias obsesivas. Hasta aquí todo funciona, pues se nota la mano de una autor con clase que sabe contar, quizás una historia convencional, pero dignificada por el estilo de un cineasta con talento, además de contar con la actuación de unos buenos actores. Incluso Amanda Seyfield, en su primer papel “importante”, cumple con nota, y aporta a su interpretación algo más que su irresistible atractivo físico.

Cartel de la primera versión.

El problema surge cuando la historia deriva por senderos que ya venimos intuyendo desde casi el principio, y lo hace perdiendo los papeles y la contención. Cuando el thriller con psicópata de por medio acaba desvelándose, Atom Egoyan se olvida por completo de autorías y se deja llevar por las convenciones del género y lo acaba asumiendo sin tapujos. Toda la media hora final de Chloe la hubiera podido firmar sin ningún problema el Adrian Lyne de Atracción fatal, sin ir más lejos, echando por tierra el resultado global de una película que, hasta entonces, había transcurrido bordeando hábilmente las convenciones del género en el que finalmente se precipita.

Cartel español, con la X que la diferencia de la película original francesa.

El último plano de la película, en el que se insinúan, a modo de final con meollo, ciertas características del personaje de Julianne Moore, sugeridas sin ninguna base como no sea la de acabar la película con el convencional golpe de efecto, es la guinda que adorna el pastel y coloca a Chloe como una definitiva contribución al vulgar thriller de sobremesa, de esos que vemos en cualquier cadena de televisión, cualquier domingo por la tarde, después del telediario.

Chloe: ¿ese oscuro objeto de deseo?

Un final que parece un guiño al moño de… Assumpta Serna en Matador, de Pedro Almodóvar, o al de Kim Novak en Vértigo, de Alfred Hitchcock?: al de los dos, quizás. Aunque Atom Egoyan también copia de Hitchcock el recurso, más que dudoso, de desorientar al espectador con imágenes mentirosas, aquí bastante evidentes para cualquiera medianamente observador. Un engaño que Hitch utilizó tan sólo en una ocasión y del que tanto se arrepintió luego el autor de Pánico en la escena.

Calificación: **

26/11/10

El pájaro de las plumas de cristal (Pedazo de Cartel V)

Fin de semana para pensar y acertar

¿Al cartel de qué película pertenece este "pedazo de cartel"?

El pájaro de las plumas de cristal (1970)

Enhorabuena a: David, Licantropunk, Ohoru, Ricardo Pérez y Webmaster.

Sobre las pistas:

“Ella fue la primera”: esta película fue la primera que dirigía Darío Argento.

“Detrás de ella vinieron infinidad de variantes sobre un mismo tema”: Un asesino misterioso que acosa a bellas e indefensas mujeres y que resulta ser quien menos te esperas.

“La película que buscamos es fundacional, pues creó escuela”: Comienza un género, el “giallo”, que después siguieron muchos directores italianos.

“Hay una percepción equivocada de lo que un personaje ve, y de lo que vemos con él los espectadores. Nada es lo que parece”. Aquí no puedo dar más explicaciones en consideración a quienes no hayan visto todavía la película.

25/11/10

Golfus de Roma

Cine Nostalgia: Golfos de Roma a la carrera.
Con este post vamos a incluir a partir de ahora un nuevo elemento de interés. Hasta los años setenta más o menos existió una forma de publicidad para promocionar las películas, que consistía en insertar en la prensa escrita (periódicos y revistas) intermitentes anuncios dibujados por excelentes artistas especializados. Eran los llamados clichés de prensa.

Se trataba de pequeñas obras artísticas, a veces geniales, que incitaban al lector a acudir a ver esas películas que se anunciaban, casi siempre magnificadas por los dibujantes y las frases rimbombantes y sumamente persuasivas de los publicistas.

Hoy se hace algo similar, pero con fotos de la película y frases sacadas de contexto de las opiniones críticas de los comentaristas de cine más conocidos. En esos años las opiniones de los críticos eran prácticamente ignoradas y las propias distribuidoras se inventaban sus frases más atractivas para atraer a la gente al cine.

Empezamos con una delirante película de Richard Lester, Golfus de Roma (1966), una versión al cine del musical que se había representado en Broadway unos años antes con gran éxito.

Se trata de una versión muy libre de la comedia Pséudolo, de Plauto, cuyo papel protagonista interpretó, tanto en el teatro como en el cine, Zero Mostel. En un principio, el papel le había sido ofrecido a Phil Silvers, que lo rechazó.

Cuando el musical fue llevado a la pantalla, aceptó un papel secundario reconociendo su error inicial y colaborando así en el éxito de su amigo Zero Mostel. De todos modos, el papel de Phil Silvers fue ampliado y su nombre apareció en el mismo tamaño y junto al del protagonista. La película tiene un poderoso aliciente extra y es la presencia del genial Buster Keaton, en uno de sus últimos papeles.

Pongo un vídeo en el que los tres grandes actores se explayan desplegando sus grandes cualidades histriónicas para la comedia y la farsa. El vídeo me parece impagable. Y la película, una obra maestra del slapstick, en la que tres grandes cultivadores del género (que en la época del cine mudo Buster Keaton fue la gran estrella), lo elevan a cotas sublimes en plena era dorada del cine hablado.

Parar el MidPox para ver los vídeos.

Con todos ustedes, los golfos de Roma en plena acción.


23/11/10

El Capitán Trueno y el Santo Grial

El Capitán Trueno y el Santo Grial ha dado hoy por finalizado su rodaje.

Sergi Peris-Mencheta es Trueno. Natasha Yarovenko es Sigrid.

Tras haber recorrido gran parte de la geografía de toda España recreando infinidad de paisajes y localizaciones de la Edad Media, El Capitán Trueno y el Santo Grial ha acabado por fin su rodaje. Las últimas escenas, rodadas en interiores, han sido recreadas en los estudios alicantinos de Ciudad de la Luz y tras la “última vuelta de manivela” el equipo de actores principales y el director Antonio Hernández, acompañados por el guionista y co-productor Pau Vergara, el productor Antonio Mansilla y la directora de los estudios Elsa Martínez, se han sometido a las preguntas y los flashes de los medios de comunicación.

Adrian Lamana es Crispín.

Según Antonio Hernández la película va a ser toda una sorpresa y va a estar a la altura de las grandes producciones americanas. Su intención es que el publico quede tan atrapado en su historia que llegue a pensar que antes del cómic ya existió la película, a la que ha dotado de un empaque visual acorde con las nuevas tendencias del cine, utilizando las más avanzadas tecnologías para recrear todo tipo de efectos visuales, que la dotarán de un gran realismo y espectacularidad.

Manolo Martínez es Goliat.

No ha perdido de vista el cine de género que, de la mano de las productoras Metro Goldwin Mayer o Twenty Century Fox, principalmente, recrearon en los cincuenta películas ambientadas en escenarios similares a los de El Capitán Trueno y el Santo Grial, un cine en el que sin duda se inspiró el propio Víctor Mora cuando en 1956 publicó el primer cuadernillo de El Capitán Trueno.

Elsa Martínez, le pregunta a Manolo Martínez.

Los actores se mostraron entusiasmados con la película y con los personajes que les han tocado interpretar.

Pau vergara, Natasha Yarovenko, Manolo Martínez, Antonio Hernández, Elsa Martínez, Sergi Peris-Mencherta, Adrián Lamana y Antonio Mansilla. (Fotos: Scotty)

Tendremos que esperar al otoño de 2011 para ver los resultados en las pantallas de los cines.

21/11/10

Desde Rusia con amor (Pedazo de Cartel IV) bis

Martine Beswick y Aliza Gur



Para ver el vídeo parar el MixPod

Arriba podemos ver a Martine Beswick y Aliza Gur en plena pelea.

Daniela Bianchi



Para ver el vídeo parar el MixPod

Enhorabuena a Anele, Cinexim, David, Licantropunk, Luis Cifer, Ohoru y Pepe Cahiers.

Evidentemente las pistas iban dirigidas al MixPod en el que veíamos y oíamos los creditos de la pelicula Desde Rusia con amor.

19/11/10

Desde Rusia con amor (Pedazo de Cartel IV)


Fin de semana para pensar y acertar

¿Al cartel de qué película pertenece este "Pedazo de Cartel"?

17/11/10

Scaramouche


En nuestra sección Cine Nostalgia nos fijamos esta vez en un clásico del cine "de capa y espada” o “de espadachines”, como eran conocidas estas películas, que tuvieron su apogeo en los años cincuenta, la mayoría de ellas salidas de la productora Metro Goldwyn Mayer.

Fueron muchas las películas “de época”, otro calificativo con las que se les conocía, que aprovecharon el rutilante Technicolor y el recién estrenado formato Cinemascope para recrear los lujosos ambientes y los vistosos escenarios de la Europa de los siglos XVIII y XIX, principalmente.

Uno de los novelistas que más juego dio al género fue Rafael Sabatini (Emilio Salgari, Julio Verne o Walter Scott no se quedaron atrás) y en el año 1954 se llevó a la pantalla Scaramouche, un relato ambientado en la Francia de la Revolución.

Dirigida por George Sídney, especialista en musicales, Scaramouche es sobre todo una película “musical” en la forma de concebir y ejecutar su puesta en escena. Intrigas, venganzas, traiciones, amor y lujo, pelucas y miriñaques, generosos escotes, leotardos ajustados y colorido, mucho colorido. Todo integrado en una acción y ritmo vertiginosos.

Espectaculares lances y peleas a capa y espada atrapan sin tregua al espectador en una acción plagada de sorpresas. Tenemos a dos bellísimas damas en pleno apogeo físico, generosamente mostradas, Janet Leigh y Eleanor Parker, que se disputan los favores de un misterioso enmascarado apodado Scaramouche.

Scaramouche contiene la escena más famosa de toda la historia del cine de espadachines, a cargo de Stewart Granger y Mel Ferrer. Más de ocho minutos de enfrentamiento sin tregua en los vistosos escenarios de un teatro abarrotado de público, que se convierte en el suntuoso paisaje de fondo de la más espectacular secuencia de enfrentamiento a capa y espada jamás filmada. Ocho minutos de cine que han quedado en la retina de todos los espectadores que han disfrutado de esta película inolvidable.

Gracias a las ya no tan recientes tecnologías que nos permiten tener el cine en casa, podemos disfrutarla una y otra vez a nuestro antojo.

En 1923 la novela tuvo una primera versión dirigida por Rex Ingram, protagonizada por la máxima estrella del momento, el mexicano Ramón Novarro.

Aquí pongo esa legendaria secuencia del enfrentamiento a “capa y espada” entre Scaramouche y su enemigo y rival en lances amorosos.

Parar el MixPod para ver el vídeo

15/11/10

Anthony Perkins

De la Sra. Bates a Joseph K.

Anthony Perkins estará siempre invariablemente asociado al personaje de Norman Bates. La “señora Bates”, de Psicosis, fue el gran papel de su vida y el que, paradójicamente, pasado los años, acabó pesando sobre su carrera como la losa de una tumba. O como la puerta del sótano en el que Norman tenía encerrada a su momificado alter ego, a su otra mitad. En la última etapa de su carrera sucumbió a lo que siempre había querido evitar, que el personaje lo abdujera y no pudiera escapara a él.

Después de regalarnos su actuación en Psicosis, esa inolvidable pesadilla hichcockiana, Perkins se instaló en lo más profundo de nuestro subconsciente, creándonos una imprecisa e incuestionable aversión hacia su imagen de joven encantador y desvalido. Anthony Perkins ya nunca pudo ser visto por las jovencitas con los mismos ojos.

En la primera parte de su carrera (Perkins tuvo un antes y un después de Psicosis), había conseguido nada menos que una nominación al Oscar. Llegó tan alto muy pronto, en su segunda película, un melodrama generacional ambientado en el Oeste de finales del IXX.

La gran prueba (1956) fue realizada con la suntuosidad característica de un William Wyler en el apogeo de su prestigio y de su creatividad. En esta película Perkins intervenía nada menos que junto a un Gary Cooper inmenso, pero ya abocado al ocaso de su carrera y de su vida.

La primera película de Anthony Perkins fue La actriz (1953), junto a Jean Simmons y Spencer Tracy, dirigida por George Cukor. Se trataba de la translación a la pantalla de la autobiografía de Ruth Gordon.

Ruth Gordon fue una gran actriz, a la que todos recordaremos sin duda como la abuelita satánica, vecina de Mía Farrow, en La semilla del diablo, papel por la que conseguiría un Oscar.

Anthony Perkins tenía sólo 15 años cuando fue descubierto por la Metro y lo eligió para darle la réplica a una jovencita y emergente Jean Simmons, recién llegada de Inglaterra, dispuesta a conquistar la Meca del Cine. No desaprovechó su oportunidad, desde luego, pero Perkins tampoco, en su papel de comparsa.

Elia Kazan se fijó en él y lo reclamó para las pruebas que estaba realizando a diferentes jóvenes promesas. La meta era conseguir el papel de Cal, en la traslación a la pantalla de la obra de John Steimbeck, Al Este del Edén.

El papel lo consiguió James Dean. Sin embargo, Kazan eligió a Perkins para el papel protagonista de Té y simpatía, que él mismo dirigía en los escenarios de Broadway. En Té y simpatía compartió tablas con Joan Fontaine. Perkins sustituía a John Kerr, que había dejado la obra para hacer el mismo papel en el cine junto a Deborah Kerr, bajo la dirección de Vicente Minnelli.

Pero era el cine el que le aguardaba para hacerlo una estrella. Después de su nominación al Oscar los papeles se sucedieron sin tregua y, así, intervino en películas que, sin que fueran grandes éxitos, les sirvieron para afianzarle como galancito y actor a tener en cuenta.

El precio del éxito, Un hombre solitario, Cazador de forajidos… El dique del Pacífico, lo emparejó con actrices de la talla de Silvana Mangano, Alida Valli e Ivonne Sanson, en una superproducción que transcurría en Italia.

La película, dirigida por el entonces prestigioso René Clèment, estaba escrita nada menos que por Marguerite Duras. En ella tuvo como madre a Jo Van Fleet, curiosamente la madre que estuvo a punto de tener cuando fue considerado para interpretar Al Este del Edén.

Con otra italiana, una Sofía Loren dando sus primeros pasos en el cine americano, interpreto un dramón inspirado en Fedra que se tituló Deseo bajo los olmos.

En 1959, un año antes de Psicosis, rodó un melodrama colonialista que lo emparejó con Audrey Hepburn. Se llamó Mansiones verdes y, haciendo honor a tan rimbombante título, los verdaderos protagonistas de la historia fueron las grandes mansiones coloniales del IXX.

Los estridentes colores de la naturaleza salvaje de unos selváticos e inconcretos escenarios de Sudamérica, no se quedaban atrás llamando la atención. Mansiones verdes estaba dirigida por el entonces marido de Audrey Hepburm, Mel Ferrer.

Pero Psicosis llegaría después de interpretar La hora final, un pretencioso alegato antinuclear del ampuloso y solemne productor/director Stanley Kramer. En ella compartía cartel con Gregory Peck, Ava Gardner y Fred Astaire, los tres en imparable decadencia física.

Como ya hemos hablado de ella lo suficiente, pasamos de largo sobre Psicosis. La siguiente fue una amable comedia universitaria, Me casaré contigo, en la que daba la réplica a una debutante Jane Fonda haciendo de majorette. Los dirigió el posterior director de obras tales como Matar un ruiseñor, un también primerizo Robert Mulligan.

En Europa rodó una adaptación de la novela de Françoise Sagan, ¿Le gusta Brahms?, junto a Ingrid Bergman, que en España se llamó No me digas adiós.

Evidentemente, se trataba de un amor inter generacional si nos atenemos a las edades de los protagonistas. Al final, quien se llevó al huerto a la madura dama, fue otro maduro, el seductor cantante/actor francés Ives Montand.

Y, ahora sí, el 1962 interviene en una adaptación, esta vez nada velada, de Fedra. La dirigió Jules Dassin a la mayor gloria de su paisana Melina Mercouri. El titulo fue, cómo no, Fedra.

Toda señora casada en segundas nupcias envidió no tener un hijastro con el que flirtear. Si alguna vez Anthony Perkins se hizo perdonar por las damas que dos años antes hubiera sido Norman Bates, fue precisamente en esta película.

Ese año rueda también Un abismo entre los dos, de nuevo junto a Sofía Loren. Se ve que Anthony era irresistible para las señoras mayores que él.

Aquí ya no es su madrastra, sini una gran dama a la que sus marido intenta hacerle luz de gas. Pero allí estaba Perkins para impedirlo y, de paso, consolarla.

Su confirmación como actor en papeles “importantes” se la ofreció Orson Welles que en ese mismo año da el papel de Joseph K en la adaptación de La metamorfosis, de Kafka, que en cine se tituló El proceso.

Su carrera se prolongó con regularidad durante los años sesenta y setenta en infinidad de títulos que, por exhaustivos, vamos a obviar. Si acaso, hacer hincapié, en su fijación por perturbar a las madrastras que le tocó compartir como personajes y, en 1972, volvió a tener “lío” con la esposa de papá en La década prodigiosa, de Claude Chabrol.

En 1983, Norman Bates vuelve a cruzarse en su carrera y le echa una manita para recuperar el protagonismo que ya había casi perdido. Así, rodó Psicosis II y tres años después, Psicosis III.

Los rumores sobre su homosexualidad, que habían circulado a lo largo de todos los años de su carrera, se acallaron cuando en 1985 se casó con Berry Berenson, hermana de Marisa Berenson, con la que tuvo un hijo.

Lamentablemente, a finales de los noventa se dio a conocer que Anthony Perkins padecía de sida. En 1992 la enfermedad era todavía una segura sentencia de muerte y ese fue el año en que Anthony Perkins acabó sucumbiendo a ella.

Pero, heterosexual, bisexual u homosexual, Anthony Perkins será siempre para los aficionados al cine un buen actor antes que cualquier otra cosa.

Y para todo el mundo mundial cinéfilo, aficionado al cine o simplemente espectador desinteresado por el medio, será siempre el inolvidable y contradictorio dueño del Motel Bates, el dulce y encantador muchacho llamado Norman, y la terrible y sanguinaria Sra. Bates, aunque su extensa y variada filmografía demuestre que, como actor y como estrella, su trabajo fue mucho más allá de la gran película de Alfred Hitchcock.