16/10/13

La herida

Caótica Ana

Una película de tan difícil digestión como La herida tiene a priori muy pocas posibilidades de atraer al público, y abordar su realización refleja la determinación de sus responsables de no dejarse llevar por los resultados de la taquilla para centrarse en lo que realmente quieren contar.

Marian Álvarez y Fernando Franco

Sorprendentemente, esta árida historia de contradicciones y soledad está interesando bastante al espectador. Los comentarios del público son muy favorables y el boca a boca siempre funciona. Que La herida haya sido premiada en el Festival de San Sebastián con el premio a la mejor actriz (Marian Álvarez) también tiene que ver con el interés que despierta.


La herida es la opera prima como director del experimentado montador Fernando Franco, curtido en el corta y pega en un buen ramillete de películas de las que vamos a destacar las muy recientes Blancanieves o Alacrán enamorado.


Realizada sin la más mínima concesión, La herida bucea en la personalidad bipolar de una joven autodestructiva que lucha por salvarse de sí misma sin demasiado éxito. Trabaja como sanitaria atendiendo el traslado en ambulancia de personas dependientes y es en este cometido donde encuentra cierto respiro para seguir soportando la carga que le supone recomponerse de sus explosiones de desesperanza.


No le ayudan las relaciones familiares, frías y protocolarias, con una madre que parece más atenta a sí misma que a las angustiosas llamadas de atención de su desquiciada hija -prefiriendo hacer como que no ve nada- ni la ausencia de un padre igualmente distante que vive su vida ofreciéndole una impostada y escasa atención.

Ana, la protagonista, tiene una personalidad dependiente pero su desquiciada bipolaridad aleja de ella tanto a las probables parejas sentimentales como a los amigos. Tan solo en las relaciones que no le suponen una implicación o entrega personal es capaz de comportarse con normalidad (las personas incapacitadas que atiende, su compañero de trabajo) y en la intimidad se castiga a sí misma con literales actitudes masoquistas.


La sombra del Michael Haneke de La pianista sobrevuela esta película difícil y compleja que sale muy airosa del reto de contar esta historia de desequilibrio y perturbación emocional de una mujer decantada hacia la autodestrucción sin que aparentemente concurran otras motivaciones que justifiquen su actitud que el entorno hostil de una forma de relaciones, familiares y  sociales, imperantes en los años que vivimos, en las que prima el egoísmo y la impostura.


El recurso de refugiarnos en las nuevas tecnologías y descargar nuestros sentimientos o nuestras frustraciones buscando consuelo y comunicación en las redes sociales solo consiguen agravar la creciente paranoia en la que ahora mismo muchos de nosotros nos vamos abocando poco a poco, imperceptiblemente. Por suerte, y para seguir adelante, siempre queda la esperanza de que todo va a cambiar de un momento a otro, aunque al final todo siga igual. ¿También para Ana?

Calificación: ***