27/10/09

Milenium II

La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina

La segunda entrega de la saga Milenium está tan dignamente realizada como la primera, Los hombres que no amaban a las mujeres, y las nuevas vicisitudes de sus protagonistas, Lisbeth Salander y Mikael Blomkvist, vuelven a atrapar al espectador en una increíble maraña de acontecimientos y resoluciones argumentales absolutamente desbordantes. Ocurren tantas cosas y de tanto calibre en las aventuras de ésta muchacha tan hostigada por la vida y tan resuelta a sobrevivir a base de tesón y coraje, que sin una habilísima dosificación de los tiempos narrativos y de los resortes emocionales que conmuevan al espectador, la truculencia y la impostura se hubieran instalado en ambas películas, destrozándolas.

No ha ocurrido en ninguna de las dos partes ya vistas y La chica que soñaba con una cerilla y un visón de gasolina nada tiene que desmerecer de la primera entrega, a pesar de que es otro director el que se encarga de transcribir a imágenes el segundo libro de éste gran best-seller literario. Queda por pasar la tercera entrega en los cines, que llegará a España en Noviembre, de título tan atractivo, original y sugerente como las dos primeras partes: La reina del palacio de las corrientes de aire.

La tradición de hacer la película de todo gran éxito literario, no da siempre buenos resultados, pero no es el caso que nos ocupa. Centrándonos en La chica que soñaba con una cerilla… estamos ante una película, también, realizada en Suecia pero, como en la anterior, con un estilo y una concepción del cine plenamente asumida de las adaptaciones literarias americanas. Bien por el cine sueco, que en nada tiene que envidiar, e incluso supera con éstas dos, a la mayoría de de las películas de éste tipo hechas por el cine americano. Pienso en El código Da Vinci y Ángeles y Demonios por ejemplo, muy inferiores a las dos primeras entregas de Milenium.

No he leído ningún libro de la trilogía Milenium, pero las dos películas están realizadas con tal pericia, que sus dos horas largas de duración se pasan sin pensar y revelan que detrás tiene que haber una buena base literaria. Sin duda que la hay, dado el éxito de la trilogía escrita, algo que no me voy a parar a comentar pues es algo archisabido por cualquiera, como no voy a caer en la obviedad de relatar de qué va la película, y menos cuando es mejor verla si las influencias de lo que alguien pueda decir del argumento. Es verdad que no se han parado en escatimar presupuesto y eso se nota muchísimo, pero no podía arriesgarse la traslación a imágenes de tan importante éxito literario, y se consiguen las dos mejores películas de género que se han hecho en Europa en años. Como no es cuestión de desgranar de qué va el tema (algo que, por otra parte, cualquiera ya sabe), hacer elogio de todo el equipo y hacer una especial mención a la actriz protagonista, que literalmente, es Lisbeth, al encarnarla con tanta pasión y convicción. Una desconocida, hasta ahora, Noomi Rapace, que entra con éste personaje, de lleno, en la mitología de los personajes inolvidables del cine.

Los elogios que, a mi entender, merecen éstas películas, están al margen de que, como género, thriller literario, habitualmente se las despache alabando sus cualidades técnicas y su eficacia comercial obviando las cuitas sensacionalistas y superficiales de sus contenidos argumentales. Aquí estamos ante algo más, pues el personaje de Lisbeth Salander y todo su itinerario vital, tan excedido en acontecimientos de naturaleza truculenta, siempre resultan creíbles y ella absolutamente viva y real. Es un milagro que, por una vez, los excesos argumentales y su puesta en imágenes no acaben en el impacto más gratuito, como sería de esperar. La chica que soñaba…, tanto como Los hombres que no amaban..., es una muy digna película que se ve sin pestañear. Espero con interés el estreno de la tercera entrega.
Calificación: ***

20/10/09

La huérfana

¿Qué fue de Baby Esther?

El segundo largo del catalán Jaume Collet-Serra, incide de nuevo en el mismo género de su debut, la desmadrada La casa de la cera. Allí, un irrelevante remake de la estupenda cinta de André De Toth Los crímenes del museo de cera (1953). No olvidemos que veinte años antes, ya hubo una primera versión dirigida nada menos que por Michael Curtiz, que se tituló Los crímenes del museo. Ante tan ilustres precedentes, la película de Collet-Serra, que no era gran cosa, quedaba a la altura del betún.
Con La huérfana, estamos otra vez en los terrenos del terror de consumo para adolescentes ávidos de sustos. Pero Collet-Serra, ésta vez, se molesta en aportar algo más y se esfuerza en que su segunda película contenga cierta dosis de inteligencia y cree que lo mejor es remitir a incuestionables clásicos del cine de miedo para darle a su trabajo algo de categoría. En mi opinión, son muy pocos sus logros y, al final, La huérfana no deja de ser un producto de usar y tirar, pero durante su visión uno no se siente completamente estafado.


Hay referencias más o menos explícitas a El buen hijo, La profecía, El exorcista, La semilla del diablo, ... pero, ojo, no confundirse al leer los títulos que cito y pensar que estamos otra vez ante fuerzas malignas del Más Allá. Es en las partes más "terrenales" de éstas películas en donde se mira Collet-Serra para elaborar su pastiche grand guignolesco ( nueva cita: ésta vez al gran Robert Aldrich) con el que dar carne a un guión que tiene, cómo no, en su sorpresa final, la parte mas jugosa. Ah, no quiero que se me olvide citar a la muy reciente (y ya comentada en este blog) Expedirte 39, con la que tiene sospechosísimas coincidencias, no siendo precisamente la más flagrante el que la niña protagonista de La huérfana, Isabelle Fhurman, estuviera a punto de ser la compañera de Renée Zegweger en dicha película.


La huérfana adolece de las mismas debilidades que Expediente 39 y comienza con una historia que va avanzando con razonable credibilidad y cierta moderación , hasta que entran en juego los inevitables golpes de efecto para los que se ha ido preparando al espectador. De eso se trataba, evidentemente, si estamos hablando de una película de terror. Pero parecer que lo difícil para los nuevos directores es no caer en el desmadre cuando se llega a ese momento inevitable, y la reiteración y los excesos, por muy adornados que estén con referencias ilustres, todo lo estropean. Es lo que vuelve a pasar por enésima vez que con esta pelicula. Pero, algo es algo, cuando creemos que el desmadre ya no puede resultar ni más desvergonzado ni más patético (la malvada niña intentando seducir a su padre con los vestuario y maqullaje a lo Bette Davis en ¿Qué fue de Baby Jane?), un golpe de efecto del guión, nos lo justifica todo. A partir de ahí miramos el trabajo de la chiquilla actriz (Isabelle Fhurman), con otros ojos y acabamos concluyendo que estamos ante una futura intérprete que puede dar mucho de sí.


En fin, todo lo anteriormente expuesto no es sino el resultado de verme obligado de alguna forma a comentar La huérfana, ya que este modesto blog tiene su razón de ser en exponer mis opiniones para quienes me dignan con su lectura. En otras circunstancias hubiera pasado de comentarla, reteniendo únicamente el nombre de la niña protagonista, Isabelle Fhurman.
Calificación: * *

18/10/09

Yo, también

Una cuestión de cromosomas

Yo, También Es una modesta película, llena de buenas intenciones, que nos Propone una historia de integración y de superación sobre un tema Prácticamente inédito. Un hombre con síndrome de Down y una mujer que navega en el borde del abismo una causa de un trauma del pasado, coinciden como compañeros de trabajo y entablan una Relación que llevara una cada uno de ellos a la autoestima, a la aceptación de sí mismo ya la superación.
Realizada con una corrección irreprochable, la falta de intensidad y la apuesta por la desdramatización de una historia que se prestaba a todo lo contrario, que hace la película résulte simpática, pero deja un sensación de indiferencia y Lejanía en El Espectador, al menos, en El que esto escribe, que al acabar de ver la película se siente la sensación de acabar de Cumplir un expediente, demasiados reproches sin verla, y. .. a otra cosa.
Película española de SEE que tanto denostan los críticos del cine español, en la que lo que se cuenta, un Pesar De resultar interesante, está resuelto con tan poco atractivo, que el medio público acaba por desconectar y concluir que está viendo un Truño. Imágenes reales como la vida misma, cotidianas y reconocibles, en una historia en la que la novedad es la presencia en el guión de las Dificultades de un señor, con síndrome de recibido a una inteligencia superior y un medio de la, que tiene que lucha contra los prejuicios sociales e imponerse como persona "normal" en una sociedad que ya lo tiene clasificado de antemano. En el camino, un enamoramiento que, pese A que le OFRECE la oportunidad de avenirse uno un mundo nuevo, no se Llega a buen puerto, pero le recarga las pilas de la autoestima. Real como la vida misma.
Los intérpretes, Lola Dueñas y Pablo Pineda (que hace Prácticamente su propio papel) fueron galardonados en el último Festival de San Sebastián, con los premios a la mejor actriz y al mejor actor. Concesión que la ONU, una mi entender, es un acto de cortesía A UNA actuación que está fuera de la norma y una prueba de Paternalismo bienintencionado por parte del jurado.
Película que se ve si grandes emociones ni un favor ni en contra, y que Después de unos días Seguramente ya habré olvidado.
Calificación: **

16/10/09

Mystic River

Justicia Americana

Nota: La comprensión de los comentarios siguientes pueden resultar confusos si no se ha visto Mystic River o si se su visión no ha sido reciente.
Revisada a éstas alturas desde su realización, Mystic River (2,003) permanece inalterable en la esencia de su discurso. Pienso que estamos ante una de las mejores películas de Eastwood, lo que ya es decir, y una de las películas más complejas y más "americanas" sobre la esencia de ese gran país. De todas las que he visto, quizás, Mystic River es la más compleja y la más hondamente incontestable al hablar de los Estados Unidos de América. Es dificil encontrar en la actualidad, y aun retrocediendo bastantes años, un cineasta con un estilo narrativo tan sólido y con tanto respeto a los postulados clásicos del relato en imágenes. Códigos narrativos que conformaron el gran prestigio del cine americano ya desde sus comienzos. Eastwood nos habla en Mystic River, más que de los tres personajes de su película y de los tortuosos caminos que transitaron cada uno hasta ese reencuentro final, de la esencia y de la idiosincrasia de su país.
En la primera mitad de Mystic River hemos asistido a algunos acontecimientos sobrecogedores que conmocionarán tan dramáticamente al grupo protagonista. Las conclusiones, al final, serán aun más sobrecogedoras. Se habla en Mystic River del alma de los Estados Unidos y de lo que, a la postre, lo que lo fue conformado hasta llegar a ser el gran país de "las Libertades y de la Justicia" de lo que tanto presumen. Acabada la película, Mystic River nos deja tras su visión una incógnita que tenemos que resolver nosotros mismos. ¿Hace Eastwood apología de las decisiones tomadas por sus protagonistas, de lo que se nos ha contado en la película, o bien se "rechaza" por estar abiertamente en contradicción con esos principios más o menos universales sobre lo que debe ser la Justicia? Tras la visión de la película, queremos saber si lo que ha motivado a los personajes a comportarse como lo hacen en la parte final, es bendecido por el director del filme. Pero ¿qué nos quiere decir Eastwood? ¿De qué lado está su postura? Incógnita. Eastwood nos deja desasistidos para que nuestra postura moral sobre lo acontecido, tengamos que tomarla nosotros mismos. La Familia, la máxima Institución, la más sagrada para los americanos, la base y la razón de ser del País de las Libertades ¿Se defiende a toda costa de cualquier modo y por cualquier medio? ¿Nosotros haríamos lo mismo que acaba haciendo Jimmy? . Sobrecoge el discurso que, sobre estas disertaciones, dirige a su esposo, Jimmy (Sean Penn) Annabeth (Laura Linley), cuando él intenta mitigar sus propios remordimientos por lo que ha acabado haciendo. Acaba convenciéndolo de que él es un rey que reina en su hogar y que, como tal, administra su justicia en lo que es su propio reino. Así se lo hace entender ella, también, a las dos hijas que le quedan, sus princesas. Va más allá y le dice a Jimmy que él podría reinar en toda la ciudad, Boston, cuyo clamor festejando el 4 de julio se oye exultante más allá de las ventanas de su casa (su reino). Su país es lo que es gracias a hombres como él. El Reino Mayor, el Gran Reino, clama fuera de su reino particular, a éste lado de las ventanas.
Cuando Jimmy y Annabeth salen a la calle ¿convencidos? de que el orden y la justicia han triunfado ¿Se sienten verdaderamente justicieros en su propio reino? ¿El fin justifica los medios? Por las aceras, Celeste (Marcia Gay Harden), pasea aturdida como una muerta viviente su dolor y su silencio cómplice por el terrible secreto que arrastra. Más allá, Sean (Kevin Bacon), mira fijamente un Jimmy al otro lado de la calle y, con sonrisa aprobatoria, le lanza un disparo con su dedo índice. Todo parece indicar que América seguirá su camino triunfante (como ese desfile de majorettes, arrasador, que avanza sobre el asfalto), Mientras sus valores fundamentales sean preservemos entre todos, a toda costa, y por cualquier medio, todo vale. ¿Qué peso va a suponer sobre las conciencias del grupo sobreviviente todo lo que ha acontecido? ¿El "sacrificio" de Dave (Tim Robbins) justifica el "orden" reinante que resulta?

¿De verdad es así como se gestó y se administra ese Gran Reino que simboliza el discurso de Annaberh ante Jimmy? Los Estados Unidos ... son así? ¿Cuántos secretos inconfesables se ocultan bajo las capas de su Historia, como los que oculta el río Mystic a su paso por Boston, en ese barrido de cámara final sobre sus aparentemente tranquilas y transparentes aguas?

La ambigüedad del discurso de Clint Eastwood en Mystic River daría mucho que pensar sobre sus verdaderas intenciones, si antes y después de ésta extraordinaria y sobrecogedora película no hubiera dado sobradas muestras como director de sus convicciones ideológicas absolutamente contrarias a la impunidad del totalitarismo.

Calificación: ****

10/10/09

Ágora

Ciencia, Cultura, Política y Religión

Rodeada de gran expectación se estrena Ágora, el esperado nuevo trabajo de Alejandro Amenábar. O de Alejandro Amenábar y de Mateo Gil. Nombro a Mateo Gil, porque, no lo olvidemos, es fundamental en las películas del director de Tesis como parte corresponsable de todos sus guiones. Todas las películas de Amenábar han sido escritas a dúo, por lo que no se puede dejar de citar al director de Nadie conoce a nadie
Ágora confirma una característica de Amenábar que se va evidenciando película a película, y que es su iconoclastia a la hora de elegir los argumentos. Cada película suya nada tiene que ver con la anterior y con Amenábar es muy difícil hablar de un estilo o constante autoral propios. Su eclecticismo a la hora de elegir temas revela una gran confianza en sí mismo y una considerable inquietud artística, lo que le lleva a ir explorando nuevos caminos en cada nuevo proyecto. Recordemos que, además, es compositor.
Ágora, la película más cara del cine español hasta la fecha, cumple perfectamente con lo que perseguía y que es hacer una película al estilo de Hollywood que pudiera competir en los mercados internacionales codo con codo con las superproducciones. La película es, en éste sentido, incluso mejor que la media de los péplums que la gran industria del cine ha rodado en los últimos años. Es mejor que, por ejemplo, Alejandro Magno, El reino de los cielos, Troya o, incluso, Gladiator, ésta última un gran bluf cuyo éxito de crítica y de público (y de óscars) nunca comprendí.
A Amenábar le están cayendo críticas de todas partes poniendo en entredicho su última película, argumentándose cosas que en muchos casos no dejan de ser ciertas. Se habla de que la película resulta fría y que no logra atrapar al espectador en su historia, o que no lo involucra con los problemas de sus personajes. Eso es verdad relativa, que sólo ocurre de forma intermitente, pero hay pasajes poderosísimos, que neutralizan a otros pasajes de la película bastante flojos. No estamos ante la mejor película del director de Los otros, pero sí ante una película que tiene suficientes puntos de interés como para no cuestionarla.
Todos sabemos a ésta alturas de qué va Ágora y no voy a contar el argumento. Pero en ésta
historia sobre Hypatia (con “y”), una mujer de inquietudes filosóficas que llegó a influir en su época con sus teorías sobre cuestiones trascendentales tales como la astronomía, la ciencia la ética, la religión, etc., en la convulsa Alejandría del siglo IV, hay otra historia detrás. Por entonces Alejandría era el corazón de la civilización, y allí convergieron cuestiones tan decisivas para la humanidad como las culturales, las religiosas o las políticas. La catarsis que se acabó produciendo en aquél enclave de culturas y religiones, cambió, decisivamente el futuro de la humanidad.
Ágora es, desde sus planteamientos ideológicos, una película controvertida ya que el punto de vista agnóstico de su protagonista, Hypatia, no es el punto de vista agnóstico de quienes la han escrito. Amenábar y Mateo Gil sí que dicen cosas por sí mismos sobre la cuestión, se mojan, pero éstas resultan un tanto maniqueas, o no las han sabido decir con la suficiente complejidad. La imparable emergencia del cristianismo, hasta entonces, víctima de las demás creencias imperantes, es presentada como la victoria de una guerra entre contrincantes y, ya se sabe, en todo enfrentamiento el que gana acaba cayendo en las mismas barbaridades que padecieron mientras eran sometidos. Los cristianos son en Ágora los malos de la película, nunca mejor dicho. Antes de alcanzar la hegemonía y el poder religioso y político, la intransigencia y el fanatismo ya llegaban instalados en el cristianismo, tal como se instala en todos los pueblos y en todas las religiones que se sientes oprimidos. La película cuenta el momento de ése cambio fundamental en la historia del mundo y de las religiones: La llegada del cristianismo a su puesto de dominadores, y la puesta en práctica de la intransigencia, el sometimiento y la barbarie de los que ellos habían sido víctimas. Hypatia es un mero vehículo para contar lo fundamental, que es esa transición histórica.
No hay que ver Ágora simplemente como la historia de un martirologio; hay detrás otra historia mucho más importante, que es la que Amenábar y Gil querían contar: la de un cambio histórico sin precedentes. Lo consigue a medias pues no queda muy claro qué le interesa más, si la historia de Hypatia, o la historia de la Historia, ya que Ágora se detiene demasiado en algunos personajes que rodearon a la protagonista para conformar una historia de amores, silenciados o no correspondidos, narrada en un tono de lirismo exacerbado (aquí, Ágora emparenta con la mucho más lograda en éste sentido Mar adentro), sin que la película acabe de quedarse con una opción u otra. Le sobra a Ágora un tonillo solemne, subrayado por una música en exceso presente y en exceso lírica, de un Darío Marinelli bastante menos inspirado que en Expiación.
Pero, con sus defectos, Ágora es una muy buen película que, de no haber sido dirigida por Alejandro Amenábar, sería bastante más elogiada de lo que lo está siendo. Y es que no se puede estar esperando siempre una obra maestra detrás de otra. Todos los grades directores tiene sus altibajos. Y la quinta película de Amenábar sigue teniendo el marchamo de los grandes, pese a sus evidentes altibajos, y sigue confirmando que es un cineasta de altura.

Calificación: ***

9/10/09

Pudor

Trapos sucios en la familia
Pudor, película que veo con un par de años de retraso con respecto a fecha de su estreno en cines, es una honesta película que indaga con sinceridad en torno a una familia resquebrajada y al borde de la desintegración. Está planteada desde presupuestos modestos, que pueden considerarse como alternativos a los parámetros dominantes en la industria. Modestia no quiere decir insignificancia y, pese a algunos altibajos en la historia, la película se acaba imponiendo como un eficaz drama de relaciones inter familiares y generacionales.

Un tono excesivamente sombrío y solemne puede que la perjudique, pero estamos ante una ópera prima (por partida doble, pues hay dos directores) y es frecuente la tendencia de los noveles a subrayar en exceso lo que quieren expresar. Pudor tiene una plantilla de intérpretes que, en lo concerniente a los veteranos, funciona impecablemente (Elvira Mínguez, Celso Bugallo, Nancho Novo), pero los actores debutantes flojean bastante. La actuación de los menos veteranos se resiente de cierto manierismo y, en el caso de los niños, su artificio resulta sangrante. Puede pasárseles por alto, pues el resultado global, el conjunto, es más que digno.

Los hermanos Ulloa (Tristán ya sabemos que es un buen actor) demuestran poseer sensibilidad y ambiciones expresivas, huyendo siempre del adocenamiento, y consiguiendo momentos de cine tan potentes como el de la esposa intentando atraer a un probable admirador secreto en un bar, mientras es espiada por el esposo desde la distancia. Elvira Mínguez es lo mejor de la función. Y la “especial” relación de la hija con una compañera de estudios, lo que más flaquea. La interpretación de la chica que hace de amiga es propia de una aficionada sin ningún talento.

Pero, en conjunto, no se puede decir que ver ésta película sea una pérdida de tiempo. Deja la puerta abierta a los hermanos Ulloa para que puedan tener la ocasión de confirmar en una segunda película las cualidades que ya apuntan ésta interesante ópera prima
Calificación: **

5/10/09

Si la cosa funciona

Desmontando a Boris

Ya podemos disfrutar de la película que cada año nos regala el genial Woody Allen. Es realmente sorprendente que su creatividad dé para tanto y que película tras película despliegue tal derroche de ingenio sin agotarse. Antes al contrario, cada entrega propone nuevos puntos de interés, todos referidos a la condición humana, expuestos desde un punto de vista vitalista, escondido, tanto en el escepticismo de las locuciones de sus personajes, como en el pesimismo de muchos de ellos, que son los que siempre antepone como protagonistas para tejer a su alrededor toda una maraña de personalidades contrapuestas que van a ir evolucionando y ajustándose en lo personal a través de sus interrelaciones.
Woody Allen vuelve a la comedia pura y dura y deja ésta vez las implicaciones dramáticas, y un punto pesimistas en las conclusiones, que tenían sus últimas películas. En la comedia pura se supera y se mueve como pez en el agua, con muchas más soltura y facilidad que en, por ejemplo, las por otra parte estupendas Mach Point, El sueno de Cassandra o Vicky Cristina Barcelona. En Si la cosa funciona, Woody vuelve a ser el entomólogo moral que disecciona a sus personajes y los deconstruye para acabar montándolos, ya por fin reorganizados y listos para seguir viviendo consecuentemente con ellos mismos. Desmontando a Harry, Maridos y mujeres, Melinda y Melinda, pueden ser las referencias más obvias cuando vemos Si la cosa funciona, una maravilla de perspicacia, ironía, sarcasmo, humanidad en definitiva y donde la urbe en la que siempre ubica a tantos personajes encantadoramente contradictorios, Nueva York, ésta vez es un paisaje sin el protagonismo que alcanza en tantas y tantas películas del director de Interiores. Nueva York, Manhattan, son aquí sólo un paisaje intimista que no influye de forma detrminate en los acontecimientos.
En Si la cosa funciona, estamos de nuevo ante un personaje, alter ego del propio Woody Allen, como es evidente (quizás se sienta ya viejo para interpretarlo como era su costumbre), que arrastra todos los tics que le conocemos, tales como la hipocondría, el pesimismo vital, la inseguridad en sí mismo disfrazada de una egolatría ficticia, el regusto por las disertaciones filosóficas, el mal humor como autodefensa que, instalado ya en un especie de apartamiento de todo, mira a su entorno desde su propio escondrijo, tanto físico como emocional, lo que le reporta a su entender seguridad y protección. Todo ello lo verá alterado al acoger en su casa a una jovencita ingenua y moldeable, que le hará vivir una especie de brotes verdes, de viejo árbol ya caduco. Una historia así tenía dos caminos para contarla y Woody escoge el que mejor domina: la comedia en estado puro, a la que seguramente estaba deseando volver.
Unos personajes absolutamente deliciosos servidos por unos actores maravillosos. Todos nos cautivan con sus disertaciones y la evolución de cada personaje la seguimos embobados en situaciones llenas de ingenio y elegancia, inteligencia y sensibilidad, ironía y sarcasmo, rodadas siempre con un cariño absoluto hacia todos y cada uno de ellos. Atención a Ewan Rachel Wood (podría ser nominada al óscar) y a Larry David, todo un descubrimiento. Un Woody Allen imprescindible, más que nunca.

Calificación: ****

3/10/09

[REC]2

La casa de los horrores

Esperaba de REC2 bastante más de lo que me encuentro, después de haber sido gratamente sorprendido por la primera, que me pareció una de las mejores películas de terror de los últimos años. En aquélla, la originalidad que supuso el que nos adentraran en los terrenos del terror gore desde una historia que comenzada como un acto rutinario para una serie de personajes que se veían inesperadamente a atrapados en la peor pesadilla imaginable, el recurso de utilizar el punto de vista de una cámara, grabando, durante toda la película (que estaba justificado), el humor implícito y explicito instalado entre tanto horror, entre una serie de personajes de lo más cotidianos como eran los de la comunidad de vecinos de un edificio de lo más común , el hecho de que no se dieran explicaciones ni se intentara justificar (la sugerencia siempre es más efectiva que la obviedad) qué era lo que provocaba tan kafkiana y espantosa pesadilla, el que fuera narrada muy hábilmente sin que dejara tregua ni tiempos muertos a la tensión a que era sometido el espectador… Originalidad que en REC2 ya no tiene cabida, pues todos sabemos lo que podemos encontrarnos. Y abordar una segunda parte requería ideas y nuevos subterfugios para seguir desviando al espectador por diferentes sorpresas.

Nada de eso se encuentra en REC2, que se limita a explorar el hallazgo de la cámara grabándolo todo (en ésta no se justifica demasiado: se nota muy forzado) y recurre en exclusiva a reiterar el recurso de recorrer los pasillos del edificio con un puñado de personajes -nuevos- que son introducidos (nunca mejor dicho) en el escenario de los horrores para que sigan sirviendo de muñecos de feria. Estamos ante una variante de esas barracas que se instalan en los recintos feriales con el nombre de túnel de los horrores. Literalmente, al principio, estos nuevos personajes entran en el escenario a través de un túnel y tiene que hacer similar recorrido a los de las mencionadas barracas, con similares sorpresas, hasta llegar a la salida del túnel. Que lleguen o no lleguen a esa salida es cuestión de ver la película.

Además, aquí se aclaran los motivos de qué es lo que pasa dentro y por qué pasa y, desde luego, me parece muy poco imaginativo recurrir a lo más facilón: las posesiones demoníacas. Acabáramos. La niña de Rajoy, perdón del exorcista, como recurso, una vez más, para dar soluciones a los guionistas cuando no se tiene imaginación para inventar motivos más originales.
Y me sorprende sobremanera que se diga que ésta película supera a la anterior. ¿En qué? En casquería fina. Algo que en la otra se daba bajo una inteligente clave humorística, aquí ausente, y que sólo se ve como el único recurso para mantener el interés de cierto público que disfruta con éste tipo de excesos, estén o no estén justificados. El cine estaba bien poblado de público juvenil que celebraba cada susto, cuanto más efectista y sanguinolento, mejor, viniera o no viniera justificado. El final, como no, se queda abierto para una tercera entrega.
Una decepción para el que esto escribe, y que parece que no lo es para demasiados espectadores y demasiados críticos. Pero tengo que ser consecuente y decir lo que a mí me ha parecido la segunda entrega de REC. Ya veremos, seguro, qué pasa con la tercera.

Calificación: *

2/10/09

Las 13 rosas

QUE NUESTROS NOMBRES NO SE BORREN NUNCA DE LA HISTORIA"

Muy corta en sus logros finales se queda Las 13 rosas. Y lo más decepcionante es que ésto pasa por su evidente apatía y falta de pretensiones. Abordar aquellos años de guerra y dar a la historia (verdadera) que nos están contando un tratamiento prioritariamente “romántico” dejando los horrores de la dictadura como simple telón de fondo, me parece un gran error. Pobres chicas… y tan jóvenes... y tan bonitas... Qué malos eran los fascistas. Ese simplista mensaje es el que se capta. La guerra civil española, la postguerra, está pidiendo a gritos que el cine muestre sus horrores con toda la intensidad que el medio es capaz de hacerlo. Esta historia podría haber sido un buen vehículo para hacerlo, pero se queda en una historia de chiquillas monísimas e inconscientes que acaban fusiladas por los malos, sin que pierdan ni un segundo un look que parece copiado directamente de una revista de modas . Su compromiso político es mostrado como de manual didáctico.

Toda la película tiene el molesto aspecto de un capítulo de serie de televisión y los actores no ayudan a alejar esa impresión, tan bien vestidos, tan bien peinados. Las presas se ven en las celdas tan frescas como rosas; todas en general, no sólo las trece (perdon por el chiste), tan limpias e impolutas… cantan y bailan en la cárcel (será por que son tan jóvenes) y reivindican mejor trato para los niños de las presas, con caceroladas. ¡Vaya susto para sus verdugos! Las interpretaciones siguen la misma pauta televisiva y quedan muy por debajo de lo que los actores deben dar en el cine. Los momentos de emoción vienen dados por la historia misma y por su dramatismo intrínseco, no por cómo se ha filmado esa historia. Y, sí, aparecen como maniqueos y simplistas unos hechos que, para más inri, son trágicamente verdaderos. Esto ocurrió de verdad, señores. Las carceleras lesbianas, el republicano traidor, la señorita de derechas víctima de la ciega revancha de los de su propio bando… historias que daban mucho juego, mal propuestas, que ni siquiera son mínimamente matizadas y que acaban siendo meros arquetipos de género.
Hay una frustrante sensación de que los que han hecho la película no han querido molestar demasiado a los que se puedan identificarse con el lado político de los que vencieron y utilizaron esa victoria para avasallar a los vencidos. Ésto sorprende más todavía cuando se piensa que los responsables de Las 13 rosas (productores, guionistas, director) se relacionaron con la izquierda más recalcitrante y combativa durante la transición y, en estos tiempos, afortunadamente, ya no de guerra y con la "memoria histórica" en pleno debate, no tiene demasiada explicación que la película sea tan tímida en sus planteamientos.
Pese a que Las 13 rosas no es una película a despreciar, la decepción es doblemente frustrante pues éste episodio de nuestra guerra civil ha llegado a pasar al imaginario colectivo como una leyenda o como un romance imperecedero, perdurable, ya instalado en el imaginario colectivo popular, y hubiera merecido otra película. Y por que se esperaba bastante más de un director como Emilio Martínez Lázaro. Claro que sus buenas películas son todas comedias ambientadas
en los años en que él ha vivido sus propias experiencias vitales y Las 13 rosas es un drama que se desarrolla en años muy distintos a los que tan bien retrata el director de Amo tu cama rica.
Calificación: **