29/9/09

El secreto de sus ojos

Crimen y castigo

Conmocionado. Ésta puede ser la palabra que describa cómo me sentía al salir del cine tras ver la película El secreto de sus ojos, una absoluta obra maestra que probablemente no va a tener el reconocimiento del público en la medida que se merece. Evidentemente, las pasiones las levantan Tarantino o Almodóvar; o El caballero oscuro o Piratas del Caribe, ocho. Nos han educado cinematográficamente para engullir ansiosos determinadas películas y a determinados cineastas. No quiero que se me mal interprete y se piense que yo desprecio a ciertos directores y a según qué géneros. Pero me frustra que se hable apasionadamente de Malditos bastardos, por citar una película que comparte cartelera con El secreto de sus ojos, y de la que todos hablamos de ella excitados (sea a favor o en contra), y la tibieza con que diríamos algo favorable de una película como ésta. Con un “está bastante bien”, ya puede darse por satisfecha.

El secreto de sus ojos es un thriller moral, en el que las implicaciones políticas sociales o judiciales no están ausentes. En él se entremezclan con grandeza y alcance conceptos como Justicia, Política, Castigo, Culpa, Amor, Honestidad, Amistad… y más. Todo dicho con palabras mayores, sosegadamente, para que digeramos lo que se nos pone ante los ojos. El secreto de sus ojos, es la verdad de lo que ven los nuestros (Ésto es una frase hermosa que me salió y a la que no me he podido resistir, perdón por ponerla), que tiene como excusa una trama criminal de lo más común.
Basada en una novela (que voy a leer, sin duda) del escritor argentino Eduardo A. Sacheri, Juan José Campanella hace la, para mí, mejor película de su filmografía, lo que ya es decir. Recordemos obras mayores como El niño que gritó puta, El mismo amor, la misma lluvia o la exitosa (también comercialmente) El hijo de la novia. Luna de Avellaneda, otra buena película, a mí me pareció por debajo de las citadas, pero es con El secreto de sus ojos con la que alcanza el estado de gracia. A lo largo de dos horas estamos atrapados por una historia que es mucho más que la investigación y esclarecimiento de un crimen, llevada a cabo a lo largo de treinta largos años.

Narrada con un clasicismo hustoniano e impregnada de la melancolía, la complejidad, la amargura y el escepticismo que contienen las mejores obras del cine negro (en la memoria El halcón maltés, El sueño eterno, Chinatown…), la investigación y el esclarecimiento del asesinato y violación de una joven llevados a cabo por éste funcionario (un inmejorable Ricardo Darín), nos conduce por los entresijos de la situación política, judicial y social de unos años que fueron muy convulsos para la Argentina de los 70. Una historia criminal dormida, acaecida entonces, va a acabar explosionando y concluyendo de forma imprevista en la actualidad. En éste largo recorrido hasta la verdad hay tiempo para describir además, como telón de fondo, una emocionante historia de amor...O dos.
Una verdad que a todos nos deja sobrecogidos por la universalidad de los conceptos que se cuestionan en sus implicaciones morales, éticas o humanas…El impresionante último curto de hora de la película es sólo comparable en emotividad y en épica al último tramo de la ya citada Chinatown, que es la que ahora mismo se me vino a la mente. Todos acabamos descubriendo, junto con el personaje, una verdad que nunca sospechábamos. Las imágenes y los diálogos de éstas últimas secuencias, como los de toda la película, nos conmocionan en lo más hondo y dan sentido a una frase que ha venido martilleando en la mente del funcionario Espósito (Darín), durante nada menos que treinta largos años: “El hombre puede cambiar de vida, de religión, de trabajo, de lo que sea. Pero de lo que no puede cambiar nunca es de pasión”.

Amigos argentinos, ya tenéis buena candidata como representante para los premios óscar. Si la presentáis, es muy probable que lo consigáis.

Calificación: ****

26/9/09

Distrito 9

REC (Grabando el futuro)

Distrito 9 es una más que interesante película de ciencia ficción en la que las cosas que se nos dicen, y cómo se nos dicen, huyen en todo momento de las convenciones en que se ha anclado el género, e intenta dotar a la historia de una verosimilitud y una coherencia ausentes en la mayoría (si no en todas) las películas que sobre el tema de los extraterrestres se hacen ahora. Antes que el espectáculo en sí mismo, Distrito 9 atiende a la historia y a los personajes dotándolos de la suficiente complejidad como para que sean ellos y no los efectos o los decorados, los que acaparen nuestra atención.
La película evidencia cortedad de presupuesto y eso es quizás una ventaja, pues no tiene que rentabilizar o justificar gastos deteniéndose en las habituales y redundantes secuencias espectaculares de complicadísimos efectos visuales. Todo en esos terrenos es de lo más primario, a pesar de que en las fotos promocionales se aprovechan muy bien ciertas perspectivas que hacen aparentar otra cosa. Y es de agradecer que toda la parafernalia afín al género quede como muy secundario y se utilice sólo cuando es estrictamente necesario y como un elemento integrado en la narración que, por suerte, se interesa en otras cosas más sustanciosas.
Hay una gigantesca nave venida del espacio exterior procedente de algún planeta, que no se especifica ni interesa, que ha quedado “colgada” sobre la ciudad sudafricana de Johannesburgo, y que ha llegado allí desorientada en el espacio. Sus habitantes extraterrestres son gente de paz que sólo quiere ayuda para seguir su camino. Lo que se le ofrece es algo muy diferente. Lo primero que salta a la vista es el paralelismo evidente entre el trato que las autoridades del país dan a los extraterrestres y la situación que en el mismo país acabaron padeciendo los aborígenes de raza negra en la llamado apartheid; todo un pueblo que acabó confinado durante décadas en guetos donde fue maltratado y ultrajado.. y que en la película es tan hostil con los alielígenas como lo fueron (y lo son ahora en menor medida) con ellos mismos. Ese paralelismo no se enfatiza (ahí está) y la narración se preocupa en ofrecer un espectáculo donde la acción no decae apenas y en la que los códigos del género, los oprimidos que acaban enfrentándose a los opresores, no se pervierten, pero se les dota de segundas y terceras lecturas en claves políticas o sociales bastante logradas.

En Distrito 9 los papeles de terrícolas amenazados y de extraterrestres terroríficos se invierten. Y no se hace de forma gratuita ya que la narración está dotada de la necesaria complejidad como para que todo resulte real y plausible, en una sucesión vertiginosa de acontecimientos narrados a modo de docu realidad (en más de un momento me pregunté si el director no habría visto la película española, REC), en los que una cámara zizcigueante sigue sin tregua al personaje conductor de la narración en su propia aventura física y emocional. La evolución de éste personaje es el centro donde convergen y divergen todos los demás y toda la acción que se desata tras su contagio. Y en él están las claves del metafórico mensaje de la película. Nosotros mismos como especie somos nuestros propios enemigos y quizás nuestra salvación (o destrucción) tenga que venir algún día del espacio exterior, si no somos capaces de cambiar nuestro egoístas comportamientos. Estupenda película que merece la pena ver.
Calificación: ***

24/9/09

Belle de jour

Los discretos encantos de Sèverine

Antes de visionar la última película de Manoel de Oliveira, Belle Toujours (hablaré de ella en unos días), creo conveniente volver a ver Belle de Jour y poder tener así frescas todas las claves de la película para intentar entender las intenciones y los logros del director portugués afincado en Francia, cuando decidió comprobar, al realizar Belle toujours, qué hacía Sèverine cuatro décadas después. Por suerte, la copia de Belle de jour en VHS que hay en mis estanterías está en perfecto estado y puedo recrearme viéndola perfectamente relajado y satisfecho, disfrutando de una de las películas más polémicas del realizador de Calanda y, desde luego, la más exitosa (de público) de su carrera con distancia de las demás.

Belle de Jour es un Buñuel cien por cien en sus constantes temáticas (las marcas de la represión sexual, la transgresión a las normas impuestas por una cultura y una moral judeocristiana castrante y represora, las embestidas a una burguesía en vías de descomposición…) pero no lo es tanto en sus formas y con Belle de Jour Buñuel inaugura una etapa más convencional en lo narrativo, sin que ello suponga una merma en la corrosividad de sus mensajes ni en sus logros estilísticos o artísticos. Cualquiera que no haya visto su filmografía anterior puede decir que de convencional Belle de jour no tiene nada... y es verdad. Los toques surrealistas siguen presentes y la realidad y la fantasía se difuminan a menudo sin que acabemos por decidirnos qué es lo que estamos viendo en más de una ocasión. Sigue habiendo escenas enigmáticas que nos esforzamos en encontrarles significado.
Pero lo que impacta en Belle de jour es el retrato de una mujer dentro de otro retrato implícito, el de su entorno social (alta burguesía francesa) mostrado certeramente como propicio caldo de cultivo para el desarrollo de una personalidad tan degradada como la de Sèverine. La forma franca y ruda (Buñuel puede llegar a ser incluso brutal) con que se nos expone el proceso de perversión de esta mujer (en lo aparente, modelo ideal de lo que debe ser su comportamiento dentro de la clase social que representa, la alta burguesía francesa de aquéllos años.
Es comprensible la polémica y el impacto que la película tuvo en la Europa (en el mundo) de hace cuarenta años por las cosas que dice y con la mala leche con que las dice, pero no se entiende demasiado que su León de Oro en Venecia fuese tan discutido y cuestionado. O sí. Precisamente por esa evolución estilística de Buñuel (que ya siguió desarrollando en toda su posterior filmografía, óscar incluido), que pudo desconcertar a más de uno y, sobre todo, por las ampollas que debió levantar en ciertos sectores ideológicos, busgueses y católicos.

Nada nuevo tratándose de Buñuel, por cierto. Belle de Jour es una película tan perversa como la doble vida de su protagonista y de un erotismo tan turbador e inquietante que, sintiéndonos conmocionados por eso mismo en bastantes momentos de la película, llegamos a creer que tampoco nosotros somos trigo limpio en la materia. Buñuel pone el dedo en la llaga de nuestras debilidades más inconfesas, nos hace ruborizar y consigue que nos sintamos incómodos. La elección de Catherine Deneuve es otro golpe de gracia de la película.

Nadie como ella hubiera podido hacer una Séverine con un aspecto tan impoluto y distinguido, tan angelical en apariencia y tan pervertida y degradada en su traumática personalidad. Su trabajo en Repulsión debió abrirle las puertas para que, a través ella y no de otra actriz, Buñuel nos introdujera en el alucinante mundo de los lupanares de lujo parisinos de la época donde algunas damas distinguidísimas se convertían en prostitutas de día y, de noche, en ejemplares señoras representantes de el discreto encanto de la burguesía.

Sèverine no debía ser la única..

Calificación: ****

21/9/09

Malditos bastardos

Nazismo, comic, spaguetti-western y banalización

De una película de Tarantino podemos esperar fuerza visual, ritmo narrativo, impactantes imágenes, violencia, humor… excesos al servicio de una concepción del cine como algo primordialmente lúdico. O sea, diversión. Tarantino ama el cine y todas sus películas son una declaración de amor al cine como medio de expresión. Y Tarantino ama el cómic. Y Tarantino ama el western sobre los demás géneros. Y a Tarantino le gusta que salgan en sus películas muchos tiros, muchas muertes, mucha violencia y todo ello concebido conveniente y eficazmente para divertir al espectador. En Malditos bastardos Tarantino mezcla todas sus filias y elabora una película endiabladamente atrayente como espectáculo. Muy bien hecha. Más de dos horas de tensión y de emociones primordialmente gratificantes. Pero…

Como espectador, durante la visión e Malditos Bastardos me sentía manipulado, arrastrado muy a mi pesar a una fiesta en la que no me gustaba participar y en la que se estaba jugando con cosas demasiado serias. Banalizar algo tan terrible como el nazismo y utilizarlo como coartada para hacer espectáculo, me molestaba muchísimo. Tarantino concibe Malditos bastardos como un spaguetti western y como tal, la rueda. Si sacamos a los personajes del entorno en que se mueven, la Segunda Guerra Mundial, y los trasladamos a los desiertos de Almería, nos sale una película, no ya de Sergio Leone, sino de Enzo G. Castellari, el cual, significativamente... tiene un papel en Malditos bastardos: ¿por qué será?. Tarantino usa también códigos narrativos del tebeo (cómic, para ser más finolis) y no sólo por la utilización de arengas escritas para definir o identificar a según qué personajes en según qué situaciones: secuencias enteras están planificadas como una larga sucesión de viñetas. La música es inequívocamente spaguettiwesterniana, con una obertura inicial, cuando menos, desconcertante. Cuando el cazajudíos (un Christoph Waltz que domina toda la película y avasalla a todos los actores con su insólitamente compleja y divertidísima composición), llega a la granja en busca de la familia judía que se esconde, escuchamos una iconoclasta versión del Para Elisa, de Beethoven, mezclado con… la música que Dimitri Tiomkin compuso para la película El Álamo, dirigida por John Wayne. Ésta banda sonora se hizo muy popular y se le puso letra con el título de Las hojas verdes del verano. En castellano la cantaron Los cinco latinos y José Guardiola, entre otros muchos.Creo que Tarantino tenía en mente éstas versiones, teniendo en cuenta su pasión por todo lo latino. No sé si me estoy apartando del tema, pero creo conveniente reseñar todo ésto, pues las fuentes de Tarantino son tantas que detectarlas es en sí mismo un divertimento. A ver: Cuando el personaje de Daniel Brühl aborda a la chica dueña del cine, cuando ella limpia los luminosos de la fachada, vemos que se proyecta la película de Henri-Georges Cluzot El asesino vive en el 21, y se anuncia como próximo estreno Der Prozess, del director alemán de origen austriaco Georges Wilhelm Pabst, que, creo, ese año ganaba el León de Oro en el Festival de Venecia.

Y de eso se habla entre los personajes tambien. Las referencias a la cineasta oficial del régimen nazi, Leni Riefenstahl, son numerosas: la falsa película sobre las hazañas del personaje de Brühl se inspiran en su estilo, y el golpe de efecto de la muchacha hablando al dictador desde la pantalla, son un perverso guiño al respecto. Uno de los personajes de la resistencia, el que interpreta el actor Til Schweiger, se llama Hugo Stiglitz… exactamente igual que un actor mexicano de películas pulp, sin duda, admirado por Tarantino gran amante del género… Como se ve, homenajes a porrillo y... divertimento.

Pero, ¿es suficiente todo ésto para caer incondicionalmente rendido a los pies del intocable Tarantino? No. Al menos para mí, que no me convence de ninguna manera el espectáculo por el espectáculo si la historia está simplificada hasta los extremos de la banalización. Algo difícilmente perdonable, a mi entender, cuando se trata de hablar de cosas tan serias como el exterminio judío llevado a cabo por el nazismo, y de la resistencia a semejante barbarie llevada a cabo por los países aliados. No me parece ni divertido ni apropiado banalizar la historia reciente haciendo tan simple espectáculo, cuando esa historia es tan trágica y tan terrible. El tratamiento que de semejante drama hace Tarantino en Malditos bastardos, hiere mi sensibilidad, lo que me condiciona severamente impidiéndome divertirme del circo que monta con todo ello. La trivialización que se hace de la que es la peor y más vergonzosa página que de la Histria reciente, para mi tiene muy poca gracia.
Las heridas están demasiado frescas como para no estremecerse.


Y, como decía una de las máximas publicitarias de la mítica revista crítico/humorística de la España de la postguerra, La Codorniz, “tiemble después de haber reído”, una vez acabada la proyección de Malditos bastardos, párate a meditar un poco sobre lo que has visto y con lo que te has divertido y… parafraseando a la mencionada publicación, tiembla después de habértelo pasado pipa.

Calificación: **

Aun sin venir demasiado a cuento, aquí está la letra de Las hojas verdes del verano, cartel de El
asesino vive en el 21, y cartel de una película de Hugo Stiglitz.
Las hojas verdes del verano

La voz de los campos,llegó nuevamente. Sentí su llamada,oí su cantar. La canción del verano, el hogar me recuerda. Y el verdor de las hojas, tu dulce mirar. Nació la alegría, llegó el verano. Y el sol resplandece, igual mi querer. Nacerán hojas verdes. Nacerán otra vez. Y al cubrir la campiña, contigo estaré. Igual hoy que siempre, llorando por tu ausencia, soñando tu regreso, rezar y esperar. Juventud que se pierde,al llegar el verano, verdes hojas sin flores, tu amor he de encontrar. Igual hoy que siempre, la vida se apaga, los años se agrandan y tú, ya no estás. Pero yo que te adoro,se muy bien que vendrás, si un verano te fuiste, con el volveras. Nacerán hojas verdes.

20/9/09

Irina Palm

Codo de pajillera

"A ver qué me sale ahora por el agujerito éste"

Ver una película como Irina Palm puede dejarte noqueado en más de un aspecto. Vaya por delante que, para nada, uno alimenta el más mínimo prejuicio ni condicionamiento de tipo moral o ético. Si acaso, me puedo sorprender todavía, ¡qué sorpresa!, al toparme con hechos o personas que me sorprenden, de los que nunca esperaría alguna cosa que me sorprendiera. Creo que estoy diciendo perogrulladas.
La Faithfull, en tiempos remotos
Viene esto a cuento de Marianne Faithfull, actriz, cantante, ye yé en los 70, de la que todos sabemos que fue musa de algunos de los artistas más influyentes de finales de aquellos años y que estuvo casada con ese mito imperecedero del rock que es Mike Jagger, aun incombustible. La sorpresa en Irina Palm surge por varios flancos: el primero, la que nos depara una Faithfull renacida, que nada tiene que ver con lo que fue, y que surge desde los abismos de los que creíamos que nunca más saldría. Es verdad que la hemos visto en cine, en cameos más o menos fugaces, en París, te amo y en María Antonieta. Nos dijimos más o menos: “¡anda!, pero si es la Faithfull, ¿no estaba en las cloacas del vicio y acuciada por la enfermedad?, ¿todavía sigue viva? Sí, es ella pero… pobrecita…”. De pobrecita, nada. Aquí está pletórica, vivísima, hermosa en su madurez y derrochando una belleza interior reflejada en una mirada y en una actitud vital que va más allá del personaje que interpreta, para parecer ser ella misma. Irina Palm conmueve principalmente por ella y por su trabajo. Irina Palm nos devuelve a una Marianne Faithfull que nunca creímos que íbamos a reconocer: que se quede por mucho tiempo en el mundo del cine.
"¡Chitón!. Ni se te ocurra decir dónde trabajo"

En Irina Palm estamos ante una película que sin ella hubiera pasado bastante desapercibida, pues el cine inglés ya nos ha hablado lo suficiente de la doble moral, de las dificultades de las clases proletarias, de las consecuencias de la política liberal en los trabajadores de base (Ken Loach, Mike Leigh, Danny Boyle, Peter Cataneo…), e Irina Palm habla de todo eso y lo hace con propiedad pero sin la complejidad y la fuerza de, por ejemplo, Lady Byrd, Lady Byrd, El secreto de Vera Drake, Trainspotting o Full Monty… obras emblemáticas de los anteriormente citados. "¡Menuda cola!. Esta noche se me disloca el codo otra vez".

La otra sorpresa de la película viene desde su temática, ciertamente insólita. Una sesentona ama de casa adocenada, desesperada por reunir dinero para un tratamiento médico que necesita su nieto, se coloca de pajillera en un antro del Soho londinense. Sí: de pajillera. Su edad no tiene demasiada importancia para tan peculiar trabajo, pues, debido a las peculiaridades en la forma de realizarlo, lo relevante para llevarlo a cabo es la habilidad de las manos. Por la peli me entero que un agujero en una pared por el que introducir el pene para que sea masajeado por manos anónimas se llama “glory hole”. Pues esta mujer anónima (bueno, exactamente, sus manos), lleva la gloria a los que utilizan ese agujerito glorioso que parece que existe en todos lo sexy club que se precien de serlo. Como toda estrella que triunfa, Irina tiene que buscarse un nombre artístico, y eso la convierte en Irina Palm (lo de Palm es un homenaje a Palma de Mallorca (atención, Rossy, que te copian…) y lo que en un principio creía que iba a denigrarla, acaba por reconciliarla consigo misma al descubrir practicando tal actividad que hay vida, mucha vida, más allá del té de las cinco con unas amigas engreídas que la minusvaloran por su insignificancia aparente. El final, tipo Cenicienta encuentra Príncipe, fueron felices y comieron perdices, devalúa bastante las intenciones de la película, en principio demoledoras, describiendo las hipocresías sociales, ya que la película, que en sí misma, contiene bastantes limitaciones y su denuncia acaba siendo de muy corto alcance.
"¡Las cosas que hay que ver por un agujero!"

Y, al margen de mis opiniones meramente cinematográficas, me permito algunos razonamientos que me asaltaban viendo la película. Ejem… ahí va: Si yo me quedara sin trabajo y tuviera que hacer lo que fuera para sobrevivir ¿me podría colocar en un “glory hole"?. Si sólo se necesitan unas manos expertas ya que no se ve nada detrás del agujerito… Y: ¿hay “glorys holes” para damas? En ese caso ¿qué hay que utilizar para complacerlas? Más: teniendo en cuenta que Irina Palm acaba padeciendo una dolencia profesional debido a su intenso trabajo llamada coloquialmente “codo de pajillera”, ¿cómo se llama la dolencia profesional de los que practican el “glory hole” para señoras? En fin… qué analfabetos somos algunos con lo que respecta a determinadas profesiones.

P.D: Creo que me encuentro excesivamente gracioso. Pido disculpas a quienes no transijan con mis reflexiones más bien tontas.

Calificación: ***

19/9/09

La hora fría

Cuando el destino nos alcance
La hora fría es un ejemplo sangrante de las dificultades por las que está pasando el cine español. Una muy buena idea que realizada con los medios suficientes podía haber supuesto una película con capacidad de convocatoria internacional, se va al garete por falta de los medios que propicien un resultado digno. La ciencia ficción sobre futuro apocalíptico pega fuerte en todos los mercados y el argumento no está tan lejano de las muy exitosas 28 días después y su secuela, o de la extraordinaria Hijos de los hombres. El problema es que en España no se financian este tipo de producciones que necesitan bastante dinero para salir airosas. Elio Quiroga (curiosamente también canario, como el director de 28 semanas después, Juan Carlos Fresnadillo) es director, guionista y productor y, en ésta última faceta, es más evidente su incompetencia. Quizás no debió hacer la película si no contaba con garantías para un acabado medianamente digno.

El guión está muy poco elaborado y la cutre puesta en escena, la incompetencia de los actores, la pobre resolución de los efectos especiales, la fotografía amateur, la… La falta de medios en definitiva acaba malogrando una buena idea y acaba por ofrecer unos resultados patéticos.

Lo más lamentable es la actuación de un puñado de “actores” absolutamente incompetentes de entre los que sobresale un niño de lo más insoportable. Los diálogos llegan a provocar rubor y, en más de una ocasión, la carcajada. Quizá no tanto por lo escasamente elaborados diálogos sino por la forma en que son dichos. Nadie se salva, ni siquiera la en otros tiempos musa de la modernidad y promesa del cine español, Silke, aunque justo sea decir que es la única que no produce vergüenza ajena. El director hace lo que puede, que es muy poco, y el espectador que tenga la paciencia de aguantar hasta el final se llevará una inesperada sorpresa argumental (homenaje a una famosa película de ciencia-ficción que no citaré) que le compensará algo de tanto masoquismo y aguante. Aun así, Elio Quiroga merece un voto de confianza y espero que su tercer trabajo lo revele por fin como ese personalísimo director que ya apuntaba ser en su opera prima, la turbadora Fotos.

Recordar que Elio Quiroga firmaba también el guión de Ausentes, la estupenda película de Daniel Carpalsoro, gran director cada día más exitoso y valorado. Recordemos también que de Ausentes hay pendiente un remake norteamericano, y que, recientísimante, se anuncia como el elegido para dirigir la versión al cine del genial cómic español El Capitán Trueno. Una superproducción que todas las generaciones de españoles a partir de los años 50 esperamos ver ansiosos.
Calificación: *

17/9/09

Myna se va

Crónica de una violación anunciada

Se estrenó en los estudios cinematográficos Ciudad de la Luz el largometraje Myna se va, rodado en la ciudad de Alicante y sus alrededores. Noticia que podría ser una más (es habitual que películas que se ruedan aquí se estrenen en el cine Navas, pero no en la sala de proyeciones de los estudios de cine), si no fuera por las peculiaridades de ésta insólita producción que está arrasando en todo y cada uno de los festivales especializados a los que se presenta. Adscrita al cine underground, indie, o de bajo presupuesto, su logros emanan de la arriesgadísima puesta en escena de la historia de una violación, aparentemente poco original sobre el papel: una mucha del Este de Europa, emigrante sin papeles que trabaja como asistenta en casa de una familia alicantina, se enfrenta a una situación de xenofobia y machismo, en un acontecimiento que la llevará al límite y que la trastornará de por vida. Las limitaciones presupuestarias (se ha rodado con… ¡dos mil quinientos euros!), obligan al productor y a los realizadores a obviar cuestiones de puesta en escena (decorados, localizaciones, escenarios…), a despojar a la historia de todo atrezzo y a centrarse en atrapar, a modo de descarnada crónica naturalista, las veinticuatro horas en la vida de una muchacha que va a ser a marcarda indeleblemente.

Un acontecimiento en principio superable (el accidente sin aparentemente graves consecuencias que sufre el chiquillo que tiene a su cargo durante la ausencia de los padres), la obliga a tomar decisiones que van a devenir fatales, intimidada por el miedo que siente a que se conozca su situación de residente sin papeles. Recurre a un veterinario (el perro de la familia tambien ha resultado herido), al que pide ayuda clandestina para el chico y, trágicamente, se pone al alcance de la bestia. Hay una metafórica lectura del personaje agresor (complementada con el dibujo de un vecino de la mucha, amenaza latente y aviso de lo que realmente se va a desatar después), que acaba por erigirse en el representante de tantos y tantos bárbaros que, alimentados de machismo y xenofobia, destrozan vidas y desatan elegíacas tragedias. En cuanto una situación propicia les despierta a la alimaña que llevan dentro, alguna mujer acabará sacrificada como propiciatorio trofeo de caza. Lo ocurrido a Myna (personaje también icono de tantas mujeres que atravesaron, atraviesan y atravesarán el mismo calvario) seguramente hubiera sido contado de diferente manera en una película más convencional. Pero Myra se va es (quizás obligada por las limitaciones de presupuesto, lo que obliga a alargar los planos-secuencia hasta extremos extenuantemente sorprendentes, algo que al fina acaba siendo su principal virtud)) una detallada, realista agobiante, meticulosa, exasperante, terrible e insoportable crónica de una violación y de sus desoladoras consecuencias psicológicas en la víctima. Por momentos podemos creer que tanto exceso en lo expositivo, tanto detalle descriptivo, tanto plano sostenido en escenas realmente incómodas de aguantar, es simple y llanamente malsano exhibicionismo; carnaza para el voyeur que tantos llevamos dentro.


Pero pronto caemos en la cuenta de que las reacciones que tales imágenes producen en la platea, en nosotros mismos, no son otra cosa que el revulsivo que busca provocar la narración para que reflexionemos como espectadores y comprendamos y nos involucremos en la terrible realidad de unos hechos (tan lamentablemente habituales) que casi siempre conocemos a través de noticias asépticas en los medios de comunicación, que nos resbalan y que no llegamos a calibrar en su trágico dramatismo. Ese realismo es la apuesta de guionista y directores, que consiguen configurar una de las películas más impactantes que podamos ver ahora mismo y quizás en mucho tiempo.
No es ajeno a semejantes resultados el trabajo de una actriz que se revela aquí con un futuro esplendoroso. Aceptar semejante reto y salir tan brillantemente airosa, merece todos los premios que ya empieza a cosechar, como los está cosechando también la película. Sobre la protagonista recae prácticamente todo el peso dramático de la historia. Con su interiorizada actuación, acaba dominando a una cámara que no le deja tregua ni respiro, atrapada en todo momento bajo su mirada, implacable, escrutándole los más imperceptibles sentimientos y reacciones. Y la cámara solo encuentra verdad en el personaje, una Myna que tiene que pasar por infinidad de emociones transcritas con una verdad milimétrica por María del Barrio (atención a éste nombre), una revelación como actriz, que es conducida por el dúo de directores, Sonia Escolano y Sandrac González –no sé cuál de los dos habrá tenido más peso en el resultado final de la película-, a los que también hay que seguirles la pista. Y atención al productor (Javier Albarracín) un apasionado del cine y del arte que empieza aquí también lo que se adivina como una exitosa y continuada carrera de descubretalentos. ¿Será Myna se va la sorpresa indie que cada año se cuela en las nominaciones a los oscars? No sería de extrañar. Fervientemente le deseamos tan largo recorrido, pues no es descabellado que consiga alcanzar la meta.

Calificación: ***

16/9/09

Noches blancas

Cuatro noches soñadas

Quedo realmente impresionado tras visionar Noches Blancas, una película de un arrebatador lirismo filmada íntegramente en decorados pese a que transcurre en una ciudad portuaria sin especificar. Visconti adapta una obra corta de Dostoievski, Las noches blancas de San Petersburgo, y la sitúa en los años en que se rodó (1957) Le interesa la intensidad de una historia de amor y lo más conveniente es rodarla en decorados para poder recrear ese tono de ensoñación, de realidad magnificada: lo que hoy llamaríamos realismo mágico.




Utiliza el blanco y negro y los actores se mueven como en un escenario donde los decorados, la iluminación y los movimientos de cámara intensifican la fuerza dramática del relato y el trabajo de la pareja protagonista, un impresionante Marcelo Mastroianni y una encantadora y sublime María Schell. Viéndola me he dado cuenta de que la posterior Querelle de Brest se inspira claramente en la estética de ésta maravillosa película.

Por supuesto, Fasbinder en Querelle llega muchísimo más lejos en sus propuestas expresivas como así lo requería la sordidez de la obra de Jean Genet, tan adecuada prar su estilo y universo fílmico.

Visconti venía de rodar la superproducción Senso,y Noches blancas parece un impasse antes de acometer otras producciones de envergadura. Da igual, porque Noches blancas es una absoluta obra maestra. No tuvo el éxito de público que se hubiera merecido, pero cosechó muy buenas críticas y varios premios importantes. Muy poco después Visconti rodó la impresionante Rocco y sus hermanos. Visconti es uno de los cineastas más importantes de la historia del cine,y cada vez que veo una de sus películas logra conmoverme hasta lo más hondo. Noches blancas, una obra maestra sin paliativos me ha llegado a lo más hondo
.
Calificación: *****

13/9/09

Gordos

Pizza y chocolate
Gordos es una comedia que no solo te hace reír. Hay detrás una pátina de amargura en todos los personajes que resulta muy reconocible para el espectador, probablemente identificado en más de un punto con alguno de ellos. El sarcasmo, la reflexión sobre nuestras propias contradicciones, nuestras hipocresías, nuestros condicionamientos y prejuicios a la hora de ser nosotros mismos, de aceptarnos tal como somos, están reflejados desde un punto de vista escéptico y agrio. Gordos se ríe de las contradicciones de sus personajes, pero no de ellos. Esto lo hacía muy bien Billy Wilder y no es mi intención establecer paralelismos con Sánchez Arévalo. Todavía no podemos hablar de un gran cineasta, pero, sin duda, en éste su segundo largo tras AzulOscuroCasiNegro, confirma que tiene talento. Y seguro que acabará dándonos una gran película.

El sobrepeso es una excusa, una metáfora, para reflejar la falta de autoestima de un ramillete de personajes que se escudan en ello para no reconocerse otros “defectos”. El epicentro donde convergen todos es una clase terapéutica donde se esfuerzan por conseguir la fórmula para combatir sus adicciones alimentarias. Evidentemente, detrás de ellas hay siempre un motivo que casi ninguno quiere reconocer y afrontar. El propio terapeuta acaba revelando sus contradicciones y sus fobias, tan cercanas a las de sus pacientes. Todos harán un recorrido sobre sí mismos que los acabará marcando, abriéndoles nuevos caminos más allá de su aspecto estético.

Gordos es una comedia agridulce de concepción coral donde hay cabida para contar varias historias con cierta capacidad de síntesis, pues a todas las podemos entender ya que no tienen grandes altibajos o carencias descriptivas. La risa, y hasta la carcajada, no son obstáculo para que tenga también cabida esa negrura tan presente en los personajes del primer largo de Sánchez Arévalo, AzulOscuroCasiNegro. Algún exceso, como el dibujo del personaje que hace de hilo conductor (el vendedor de dietas de adelgazamiento) y de su amante, no perjudica demasiado la favorable valoración global de la película.

Y hay un estupendo trabajo actoral donde todos se entregan a sus personajes con pasión hasta el punto de muchos de ellos han tenido que someterse a drásticas dietas de adelgazamiento y de engorde, lo que no deja de admirarnos una vez vistos los resultados en la pantalla. También hay una curiosa utilización de una canción de Raphael, “Casi, casi”, que llega a imprimir ritmo y entidad propios a la narración, y que, al menos un servidor lo pensó, puede que no le guste demasiado al cantante por sus evidentes connotaciones entre canción, él mismo y el personaje al que se le adjudica como leit motiv.

En las fotos de arriba, los dos actores de las dos fotos siguientes.

Calificación: ***